jueves 28 de marzo de 2024

OPINIÓN | 26 jun 2019

MIRADA EXTREMA

Construyendo el poder

Escribe Andrés Rissolo, especial para Semanario.


La figura de Edward Irving Koch resulta desconocida para muchos pero, sin embargo, el centésimo quinto alcalde de Nueva York fue el funcionario del gobierno de los Estados Unidos que llamó en 1980 a los empresarios de la construcción para decirles que podían encargarse del desarrollo inmobiliario de Nueva York y Manhattan.

En la corta lista de empresarios cercanos al poder se destacó la figura de Donald Trump, al que le rogaron que se encargara del desarrollo inmobiliario, hecho que le permitió ser millonario primero y tiempo después presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, más que nada porque los políticos renunciaron a su papel como líderes que se dedican a hacer política.

Otra maniobra de las mismas características fue perpetrada por el ahora abogado del presidente Trump, por entonces el “Alcalde de América”, Rudolph “Rudy” Giuliani, conocido por su “tolerancia cero” con los delincuentes y que no dejó vagabundo libre en la ciudad de Nueva York. Pues bien no estaba tanto en juego la seguridad de la ciudad como el negociado de la construcción de cárceles privadas de la cuales “Rudy” recibía un pago por cada “delincuente” que les enviaba.

El negocio de la construcción funciona gracias a las pérdidas fiscales, a conseguir masivas deducciones de impuestos, a mover grandes cantidades de trabajadores en puestos temporales y a la compra de insumos no siempre registrada por la administración de ingresos públicos. Luego, gran parte de la industria de la construcción se complementa con los consorcios inmobiliarios y esa es la forma en la que se hace riqueza.

El éxito de la construcción queda ligado con el desarrollo inmobiliario, en la venta del emprendimiento mismo, cada obra en sí misma se convierte en una única línea de producción que se inicia con la inversión en el terreno, el proyecto asociado y se cierra definitivamente el día que se vende la última unidad funcional.

El producto inmobiliario garantizará resultados dependiendo fuertemente de diversos factores, entre los que se pueden mencionar la localización del predio, las características del mercado al que va dirigido, la existencia de crédito y tasas de interés atractivas, el contexto político y macroeconómico y la forma en la que el público percibe las cualidades y defectos del emprendimiento.

Los “bróker” inmobiliarios, cada vez más en vigencia y en auge apuestan a la empresa del ladrillo lanzando sus proyectos, porque saben que siempre a mediano o a largo plazo el rubro inmobiliario genera buenos rendimientos.

Los inversores inmobiliarios que aguardan los vientos favorables que los provee de las debacles económicas para comprar terrenos, consideran las oportunidades en lugares que tengan buenos accesos, al alcance del público, con una mezcla de espacios verdes y cercanía a los centros comerciales y de divertimentos. Todo esto se puede llegar a dar en áreas preestablecidas o sectores recientemente modificados o en vías de modificación en materia de urbanización.

Estas características urbanas definen al tipo de comprador que está dirigida estas obras. Conocidos ya como “barrios privados” los empresarios se desentienden de otros interesados que no estén ubicados en las categorías “media-alta, alta” que alcanzan a los profesionales, comerciantes y empresarios. El resto de la sociedad quedará en las esperanzas que los políticos dicen que van hacer, de una acción que ya han delegado a los que no los consideran.

Y si lo expuesto no convence, nada más concreto que la realidad aquí y ahora: “El Poder Ejecutivo enviará al Congreso un proyecto de ley para promover la industria de la construcción que contempla rebajas impositivas por dos años”, anunció el presidente Mauricio Macri en una columna con su firma publicada semanas atrás en el diario La Capital, de Rosario.

“Por el impulso productivo y el potencial que tiene la construcción enviaré al Congreso un proyecto de ley para allanarle el camino a todo el que quiera construir. Entre otras cosas, esta ley va a reducir sus impuestos —a las Ganancias, al cheque, al IVA- por dos años, y es una invitación a las provincias a que también reduzcan los impuestos que generan distorsiones. Vamos a darle un impulso directo a la construcción, y, por otro, apoyar a las familias que sacaron o van a sacar un crédito hipotecario”.

El presidente señaló que de ese modo se estará “fomentando la oferta y la demanda en un círculo virtuoso de desarrollo y crecimiento porque cada persona o empresa que invierte, por ejemplo, en un desarrollo inmobiliario está apostando a la Argentina”. Más claro… agua.

En Junín, el déficit habitacional desde 1983 es superior a las 5000 unidades y es una de las prioridades que las distintas administraciones municipales han desentendido merced al divorcio político con las altas esferas de poder, como por la ineptitud, el desinterés y la desidia por realizarlas de motus propio. Esto permitió que en los últimos tiempos aparecieran emprendimientos privados que se encargaron de la realización de barrios que otrora eran una indelegable tarea de los políticos.

Ahora bien… teniendo en cuenta lo precedente es más fácil darse cuenta del valor inmobiliario que tienen los predios ferroviarios de nuestro medio ante una futura remodelación urbanística y rezonificación de la ciudad. También es posible saber quiénes van a estar interesados en los parcelamientos dicho predio, y quienes son los responsables y por qué de que éste hecho suceda.

En una forma eufemística, aunque no tanto, lo que sucedía en el país del norte en la década de los ochenta, también sucede en nuestro país. Paradójicamente, casi al mismo tiempo, el empresario Donald Trump alcanzó la presidencia de su país al igual que Mauricio Macri.

Todo esto ocurrió más que nada porque los políticos renunciaron a su papel como líderes que se dedican a hacer política y lo dejaron todo sobre los hombros de la gente de negocios. Ahora da igual lo que hagan los políticos porque la gente de negocios puede saltearlos. Sólo queda en el tintero la respuesta a dos preguntas: la eterna: “¿qué hacemos con los pobres?; y la nueva: “¿qué hacemos con los políticos?”

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