miércoles 24 de abril de 2024

LOCALES | 15 jul 2019

MIRADA EXTREMA

El manejo de las masas

Por Andrés Rissolo, especial para Semanario


“Yo propondría que

los políticos no

fuesen personajes públicos” 

Jorge Luis Borges  

 

Todos sabemos que lo que aprendemos en nuestra infancia y juventud tiende a grabarse en nuestra psique y en cierto modo determina nuestro futuro, en este sentido es posible que creando un programa educativo se puedan hacer realidad ciertos comportamientos e admisible otros con el objetivo de poder determinar el accionar de un individuo para el resto de la vida. Este método es bien conocido por quienes históricamente pugnan por el poder y, una vez alcanzado nadie duda en imponerlo a la sociedad.

Cada gobierno controla aquello que considera que los niños deben de aprender y en este sentido edita la historia política del conocimiento humano. Con ello quedan ocultas no las grandes tragedias e ignominias de la humanidad que aparecen en la historia, sino por el contrario, se esconde las inmensas listas de cobardes y traidores hacedores de verdaderos holocaustos,  que impunemente aparecen en los libros como posibles benefactores de la sociedad.

La constante educativa del subdesarrollo está basada en el almacenaje de información en contra de la reflexión y el desarrollo de  la inteligencia. Se enseña las cosas de una sola forma y cuestionar lo que se les dice merece ser castigado, de esta forma se aletarga la curiosidad y el pensamiento individual. Esto resulta fundamental luego, cuando no se quiere que la autoridad sea cuestionada o que la gente se dé cuenta que la construcción de la sociedad no está construida en una poderosa estructura de verdades comprobables y constantes.

Una buena ilustración de esta generación son las mentes uniformadas a través del sistema educativo, reclutas capaces de recibir órdenes y automatizadas, convertirlas, hasta cierto punto, en soldados que defienden sin saberlo el sistema dominante. Este dominio se refuerza además con la publicidad y la propaganda, instrumentos excepcionales para fortificar lo inculcado en la población por los políticos de turnos. A diferencia del periodismo o la prensa, la publicidad es “el brazo ejecutivo del gobierno invisible”.

Al menos ese era el pensamiento del padre del marketing, Edward Bernays, quién ponía de manifiesto el intrínseco entramado entre la política y la publicidad. La publicidad a diferencia de la prensa no comulga con los mismos cánones. El periodismo únicamente admite para su desarrollo la comunicación de las noticias, de hechos verdaderos. La publicidad hace de la mentira su origen de ser. La publicidad, como el cáncer, ha avanzado tanto en su propósito que logró hacerse para sí la estructura orgánica de la prensa.

En éste punto, es imperativo hacer la salvedad de que en la prensa actual, y los periodistas en particular, han sido, en su mayoría, pero no en su totalidad, cooptados por la publicidad y se convierten en meros voceros de políticos, tal como expresamente lo prohíbe la  Ley 12.908 del Estatuto del Periodista Profesional, que en su artículo 2 de sus disposiciones generales advierte: No se consideran periodistas profesionales los que intervengan en la redacción de diarios, periódicos o revistas con fines de propaganda ideológica, política o gremial…”. 

Tal medida, expresamente dedicada, mereció de las cúpulas de poder el peor de los escarmientos: la indiferencia de la justicia. Para desplazar a quienes aún pretenden mostrar la verdad de las cosas se ha pergeñado un método de sustitución con el cual se permite que bajo diversas triquiñuelas conductores, locutores, publicitas, e ignorantes varios, todos ellos convertidos en ilusorios periodistas, aborden los medios de comunicación para desalojar la veracidad del mensaje por la manipulación política. La mentira impuesta es: “tienen rating… la gente los pide”.

Desde hace algún tiempo a esta parte no es extraño ver a contadores, abogados, ingenieros o cualquier otro profesional que no esté ligado a las comunicaciones sociales como directores de los que luego llaman multimedios, donde llegan a brindar su impronta personal en un trabajado que desconocen totalmente.

La propaganda, método utilizado por la publicidad, que en la esfera política encuentra en Joseph Goebbels, encardo de la “educación y propaganda” de la Alemania nazi como uno, pero no el único máximo exponente, profundizo su manipulación en “La ingeniería del consentimiento” lugar donde el nefasto aseguró que: "Si entendemos el mecanismo y los motivos de la mente grupal, entonces es posible controlar y regimentar a las masas, según nuestra propia voluntad. Sin que ellos lo sepan la reciente práctica de la propaganda ha probado que es posible".  

El dos veces premio Pulitzer, y uno de los intelectuales más respetados de Estados Unidos, Walter Lippman, intento reconciliar la libertad con la democracia en su columna periodística “Today and Tomorrow” (Hoy y Mañana), creyó que la sociedad debía ser gobernada por "una clase especializada cuyos intereses iban más allá de la localidad”. Lippman veía al periodismo como un "trabajo de inteligencia" y no se refería a que los periodistas debieran ser inteligentes, sino que sean parte del aparato estatal de inteligencia, que debería darse en cercanía con los hacedores de la política pública.

Según esta teoría los medios son usados para condicionar a las multitudes sobre cambios sociales planeados por los líderes políticos impuestos, para que cuando estos cambios se implementen sean recibidos como “una progresión natural” dentro del zurcido invisible del espacio mediático en el que estamos inmersos y de esta forma  se disminuya la oposición a estos cambios.

Tan categórico como efectivo es el uso de la publicidad y la propaganda en el accionar político como conmovedor y patético es la historia de dominación del hombre a través de las distintas jerarquías que, en busca del poder, fueron construyendo ese entramado. La filigrana que mueve los distintos métodos minuciosos de manipulación nunca crearon un ámbito paradisíaco real, solo sueños e ilusiones con la única intensión que el pretendiente se limite a ser una mera marioneta.

En una etapa tan férvida en la era de la tecnología de las comunicaciones adoptar álgidas posiciones y gélidas posturas desde los círculos de poder es exponer la inopia que se tiene sobre las comunicaciones sociales y evidenciar la impostura ante el imperio publicitario.

Y aunque se gane otra elección, todo habrá sido virtud de la letanía del tiempo, porque manteniendo una estructura de hielo en esto del contacto entre el gobierno y la comunidad, no se habrá demostrado nada más que tan lejos de toda erudición se encuentran. Y si de nuevo  conocemos a los ganadores, ya sabemos también quiénes son los vencidos.

 

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