jueves 25 de abril de 2024

LOCALES | 8 ago 2019

EDITORIAL

Nos deben los programas

La clase política nos debe los programas de gobierno, la gestión, las ideas y el compromiso, ese que suelen quitarse quienes terminan resultando vencedores


Por: Semanario

En pocos días los juninenses seremos parte de la convocatoria nacional a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las que elegiremos a quienes nos representarán en las elecciones generales de octubre.

Y en medio de estos días de ofertas por parte de los candidatos, como si debiéramos vivir la política del mismo modo que con las tentaciones de consumo que nos aporta el supermercado, nos ponen la zanahoria otra vez para que el manso burro camine hacia ella y a través de esa acción motorice a todo el espectro partidario.

Campañas paupérrimas en todo sentido. Sin el cotillón de otros tiempos, producto de la economía empobrecida pero con un despilfarro de palabras que causan sopor y en algunos casos indignación por el vacío de contenido.

Sin olvidar el baño de odio que se procura de uno y otro lado de la grieta, que desparrama miasmas por doquier salpicando lo que sea. Y tratando de hacer pie en las tierras cenagosas de las redes sociales, en donde buena parte de los miserables de siempre logran transformarse en anónimos para quienes ya los tenían identificados.

Y entonces sobrenadamos en un mar de gilipolleces, como les gusta decir a los españoles, cuando las palabras son preferidas por alguien que resulta excesivamente tonto, estúpido o lelo.

Se aprovecha la liviandad para desaprovechar el intelecto que provee el pensamiento crítico. Y se prefiere no pensar por sí y sólo hacerlo de la misma forma de quien parece superior.

Arthur Schopenhauer, en su obra “Pensar por ti mismo”, puntualiza que: “Una verdad que ha sido apenas aprendida se adhiere a nosotros como una prótesis, un diente falso, una nariz de cera o a lo más, como piel trasplantada; empero, una verdad ganada pensándola por uno mismo es como un miembro natural: en realidad nos pertenece. Esto es lo que marca la diferencia entre un pensador y un simple erudito”.

¿Cuántos pensamientos propios de los protagonistas tendremos en esta campaña?

Por eso el filósofo espoleaba: “personas que se pasan la vida leyendo y adquiriendo su sabiduría de los libros son como aquellos que aprenden de un país por descripciones de viaje: pueden impartir información sobre gran número de cosas, más en el fondo no poseen ningún conectado, claro, ni minucioso conocimiento de cómo es el país. En cambio, las personas que se pasan la vida pensando son como aquellos quienes han visitado el país: por sí solos están bastante familiarizados con el territorio, poseen conocimiento conectado del mismo y se sienten verdaderamente en casa en él”.

Tal vez todos y cada uno de los que figuran en las boletas que estarán a disposición en el cuarto oscuro dentro de tres días, nos hayan quedado debiendo ese “pensar en” que permite la conexión.

Tal vez haya que incluir a los electores, que deberán reclamar hacia el futuro, los programas de gestión que fueron “pensados” por los candidatos para que no todo termine siendo una pobre obra de teatro en la que los malos actores encarnan un personaje al que aplaudiremos por compromiso sólo por el hecho de estar en el escenario.

Las PASO podrían tratarse de un ensayo, con la letra poco sabida por parte de esos actores, pero como público (pueblo) debemos saber que nuestra responsabilidad hacia octubre será la de liberarnos del pensamiento inducido para poder exigir respuestas precisas y elaboradas a la hora de pensar el Junín de todos, que ahora es de casi ninguno, salvo privilegios.

La clase política nos debe los programas de gobierno, la gestión, las ideas y el compromiso, ese que suelen quitarse quienes terminan resultando vencedores.

 

 

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