sábado 20 de abril de 2024

CULTURA | 9 ago 2019

semanario cultural

Reseña de “¡Felicidades!”, de Juan José Becerra


Escribe Soledad Vignolo

Pensar en la posibilidad de que Cortázar sea una excusa para el escritor Juan José Becerra parece absurdo, excusa como punto de partida, para poder descomprimir esas voces que grita la novela con un dejo melancólico y sagaz, porque Becerra no necesita al autor para dar una patada inicial. Tan absurdo como Samurai y su bar, o la inquietante histeria sexual de Farinelli, o la definición de locura que algunos de los personajes de su última novela, ¡Felicidades! 

Tal vez todo sea una excusa en esta historia en la que Andrés Guerrero, su protagonista, hombre de mediana edad y pocas pulgas, nos convida a transitar junto a él, en una curaduría pagada por el Museo Nacional de Bellas Artes sobre el mismo Julio C. Este trabajo lo lleva, unido a un pequeño grupo de lúmpenes, entre los que ningún estereotipo queda afuera, a recorrer la vida del artista y sus espacios europeos. Un viaje que termina siendo la búsqueda que el propio epígrafe de Céline anuncia: "Es juventud lo que pedimos de nuevo"

Andrés Guerrero se enamora, se pierde, se anuda entre paisajes de Francia, España e Inglaterra para producir esta muestra continua de las miserias humanas. Las del propio Cortázar y todas aquellas que nos pueblan, pero a las que no siempre reconocemos. La inercia de algunos espacios, como el mismo ¡Felicidades! se contrapone a la vorágine testimonial de sentimientos fallidos que el personaje principal, los secundarios y nosotros, los lectores, atravesamos en esta novela que confirma la trascendencia de Becerra como uno de los escritores más interpelantes de la actualidad. Nos dice mucho, nos esconde más.

Y lo remarca claramente, cuando asume lo incierto de su historia. Cuando la pugna entre el bien y el mal, el deseo y la fidelidad, la carne y la esencia, se vuelven incomodidad para Andrés Guerrero, y para el propio autor de Rayuela que deja de ser mostrado como un eterno transeúnte de la literatura exitosa para ser un pop inflado, con aires de superioridad. Como él, protagonista de cuestiones que rozan lo impúdico y que sin embargo generan compasión. Porque es humano, porque atraviesa espacios y porque al final, no necesita pasearse por el mundo para ser universal. La obra tiene guiños retro, mucha pericia literaria y una voz propia que consta de dos partes, una ida hacia la gloria representada por un próspero Volkswagen Vento, que incluye traiciones y euforias de todo tipo; y una vuelta cargada de pérdidas, en especial la propia, antesala de la decadencia que nos toca y de la que Becerra no nos permite escapar. Para leer de un tirón y quedarse sin aliento.

 

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