sábado 20 de abril de 2024

OPINIÓN | 13 ago 2019

nota de opinion

Mal perdedor

Escribe Damián Itoiz.


Por Damián Itoiz 

Con una total falta de grandeza ante la adversidad, Mauricio Macri mostró su peor cara: la de mal perdedor. Pero esto no sería tan grave si el enojo por perder lo tuviera un chico caprichoso luego de un partido de fútbol dominguero y no el Presidente de la Nación después de recibir una paliza en la elección del domingo que, más allá de ser, es cierto, una PASO, muestra un camino casi irreversible hacia octubre.

La corrida cambiaria de hoy, que devalúa al peso frente al dólar en casi un 25%, sería una cuestión de mercados, exclusivamente, si en el marco en que sucedió no hubiera existido la conferencia de prensa que Macri dio ayer a la tarde, intentando -como un manotazo de ahogado- instalar el plan del miedo y echar culpas de ello al resultado electoral desfavorable para el oficialismo. Sin embargo, considerando contexto antes referido, habilita a los mal pensados a suponer que fue una acción planificada por el gobierno de Macri.

En lugar de descargar su furia contra los votantes y la oposición, Macri debería tratar de entender las razones por las cuales la sociedad que hace menos de dos años lo votó por encima de la oposición, el domingo -y a tan poco tiempo- le dio la espalda en casi toda la Argentina.

Quizá la explicación se encuentra en el resultado catastrófico que su modelo económico le trajo a la clase media de nuestro país. El país de Macri deja una pobreza del 35%; una inflación interanual del 55%; un salario que pierde contra esa inflación casi en un 25%; un peso que se depreció en el último año frente al dólar en más de un 100%; un endeudamiento externo que disparó la relación entre los pasivos del país y su producto en un 88,5% del PBI; un crecimiento negativo en el año pasado de 2,6% y una crisis económica que arruinó a centenas de pequeñas y medianas empresas, el sector que más empleo genera en la Argentina.

A este panorama desolador debería sumarse también la "lluvia" de inversiones que nunca sucedió y los tarifazos que golpearon transversalmente a la clase media, a las clases populares y a muchas empresas que tuvieron que cerrar.

No se puede vivir diciendo que el problema de la Argentina de Macri fue el gobierno que pasó y que los problemas de hoy son culpa del gobierno que viene.

La estrategia del espejo retrovisor falló y en un intento vano, pretenden aplicar ahora la de la hoja de ruta del nuevo gobierno.

Pero ¿qué le pasó al Gobierno de Macri que no vio venir el sosegate de las urnas que recibió el domingo? La respuesta es sencilla y contundente: su gobierno está integrado por miembros de las clases altas y medias altas, personas que en el día a día de la economía de la calle no tienen inconvenientes y nunca los tendrán, gobierne quien gobierne, problemas para pagar las tarjetas de crédito, las tarifas de servicios o los créditos, personas que no tienen en su círculo más íntimo un tío o una tía, un abuelo o una abuela que cobren una jubilación mínima o que necesiten medicamentos de PAMI o IOMA, personas que no conocen la realidad de las escuelas públicas y de los hospitales públicos porque sus hijos se educan en colegios privados y poseen la cobertura más alta de la más cara empresa de medicina prepaga. En definitiva, son miembros de una clase que no sufre nunca los ajustes porque sus posiciones son económicamente blindadas y, por lo general, están en dólares en el exterior.

Subestimar la cuestión de clase con un discurso anti ideológico, diciendo que esas posiciones atrasan o son anacrónicas, es la estrategia de las clases dominantes que al llegar al poder someten a las clases populares en beneficio del interés y los privilegios hegemónicos. 

El domingo, a ese gobierno de clase, la realidad le aplicó un cross al mentón.

Pero hay que entender que hicieron lo que vinieron a hacer. No se equivocaron. Se llevan, a través de sus operaciones financieras y las tomas de deudas al sector privado primero y luego al FMI, inconmensurables sumas de dinero en comisiones de gestión y colocación a través de bancos y sociedades de bolsas en las que tienen intereses directos, también en los contratos de ejecución de la obra pública.

No hay que esperar actitudes de grandeza en el final de este gobierno, la bomba que tanto denunciaron que recibieron en 2015 la están dejando ellos y ahora al gobierno que viene y esta vez la mecha la dejan prendida. El sectarismo y el odio de clase es más fuerte que el patriotismo en ciertas personas.

Con el discurso de la anti política se llevaron puestos a los partidos tradicionales en 2015 y 2017 y ahora la anti política se les vino encima porque la economía no pudo sostener el relato.

Macri es hoy un expresidente en ejercicio, un pato rengo, el poder de gobernar pensando en el futuro ya se le escapó de las manos, lo desperdició hablando del pasado sin ocuparse del presente.

Sólo le queda ser decente y por una vez pensar en el futuro de la gente, apagar la mecha.

 

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