jueves 25 de abril de 2024

LOCALES | 27 ago 2019

EXPO JUNÍN 2019

El tortuoso camino de la Sociedad Rural

Brillo y colorido para el público, pero opacidad y preocupación para el sector productivo y particularmente para con la ruralidad, ese sector olvidado que no puede parar de emigrar.


Por: Semanario

La Expo Junín fue un éxito a pesar de la crisis, debido a los auspiciantes que siguieron apoyándola y la cantidad de público que paseó por sus instalaciones, demostrando por otra parte la falta de oportunidades de disfrutar del ocio que hay en la ciudad.

Sin embargo, desde el punto de vista de la política agropecuaria, la Sociedad Rural de Junín estuvo inmersa en rotundos fracasos.

Uno, el de asociarse al municipio en la organización, justo en tiempos eleccionarios, mostrando estar atada a un puñado de socios interesados en su propia tropa partidaria y no en la de todo el conjunto chacarero que por cierto necesita independizarse de los gobiernos para encontrar su propio norte y no tener que estar luego deambulando por migajas.

El otro fracaso es parte de eso mismo y está planteado en la falta de defensa a lo que debiera ser su ideología institucional, de una entidad defensora de la ruralidad y su productividad.

La foto del encuentro inaugural, en medio de la pista y desde las tribunas, con discursos chatos por parte de la entidad como de la municipalidad, como si se tratara de un grupo de amigos que se reparten golosinas sin convidar al resto, deja un profundo sentido de preocupación acerca de lo poco que se construye en Junín, sin aprovechar al sector que bien podría estar apuntalado por el conocimiento cercano, de excelencia e indispensable de la UNNOBA.

Pero a cambio se elige el perfil bajito, que no es por modestia sino por egoísmo, en perjuicio de todos y de cada uno, por entender que la política es “esconder porotos” y no una herramienta de desarrollo a favor de los pueblos.

La escasa participación de público y la pobre exposición de lo que debiera ser el corazón de la actividad productiva, enmarcada por los animales y la tradición, son desmérito suficiente para darse cuenta de que el “Campo”, no “somos todos” y ni siquiera lo son quienes estaban allí presentes.

La falta de interés en esas inauguraciones que fueran brillantes en otros tiempos, son fiel reflejo de lo que pasa en la zona rural inundada de taperas.

AUSENCIA DE RURALIDAD

Entender al campo como una fábrica a cielo abierto es perder de vista el sentido socioeconómico del sector cuyos dirigentes se han dejado secuestrar a cambio de espejitos de colores que fueron dados a cambio de quedarse con su patrimonio, ya sea en dinero como en fertilidad. Hay quienes lo han entendido y es tarde, en otros irreversibles y algunos tal vez puedan recuperarse.

Pero hay una cuestión que no se debate y es la exclusión de las –literalmente- sociedades rurales de las que la dirigencia parece entender poco y se resiste a aprender, incluso porque algunos de sus líderes son citadinos.

En el Coloquio Internacional de Geocrítica realizado en 2010, el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de una Universidad de Buenos Aires (UBA), Héctor Hugo Trinchero, planteó claramente la situación de la urbanización y ruralidad en nuestro país, exponiendo datos certeros como para determinar hacia dónde fue dirigiéndose la comunidad rural y por obvias razones todos aquellos pobladores que sin estar enfocados a lo productivo agropecuario, también fueron arrastrados por el sistema.

En 1869, la Argentina tenía el 11% de su población en aglomeraciones urbanas de más de 100.000 habitantes, concentración cinco veces superior al promedio mundial, similar al de los Estados Unidos y, aproximadamente, el doble de la concentración de la población europea. En 1914 la población urbana superó por primera vez a la rural. Uno de los principales factores del rápido crecimiento de las zonas urbanas fue la gran inmigración europea que fue incorporándose a los principales centros urbanos del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario.

En 1960 quince ciudades tenían una población de más de 100.000 habitantes, en donde vivía el 71% de la población urbana. Entre estas ciudades se destaca Buenos Aires, la única que superaba los 100.000 habitantes en 1869 y que constituye uno de los ejemplos más destacados de primacía en la urbanización. Por entonces, las zonas urbanas de Argentina constituían el 59% de la población, igual que en los Estados Unidos, en forma ligeramente superior a Oceanía (53%) y por debajo de Inglaterra, país que lideró el porcentaje de conglomeraciones urbanas desde los inicios del siglo XIX, con 69 %.

En 1970, Argentina alcanzó el 78,5 % en su índice de urbanización y en 1975 llegó al 80,7%. En 1990 el 86,9 % de la población vivía en zonas urbanas, proceso impulsado desde los años 1950, a semejanza de lo que sucedía en toda América Latina. El Censo de 2001 estableció que la urbanización del país había llegado al 89,3% de la población total. Todos estos datos ratifican la idea de que  Argentina presenta uno de los procesos más rápidos de urbanización temprana entre los países latinoamericanos.

Este proceso generalmente se explica por el flujo de inmigración interna de zonas rurales hacia zonas urbanas a causa de las condiciones económicas y sociales desfavorables.

Sin embargo, lejos de constituir un indicador de prosperidad económica, social y cultural, como muchas veces se propone, esconde situaciones aberrantes desde el punto de vista del modelo socioeconómico y de la conformación la estructura agraria  en Argentina.

Es por ello que tal vez en Argentina, cuando hablamos de proceso de urbanización, debemos hacerlo en relación al tipo de modelo de desarrollo rural al que se asocia. Un modelo asentando en la sistemática expansión de la frontera agraria, con escasa o prácticamente nula retención de población y la consecuente expulsión de dicha población hacia las grandes ciudades.

Una estructura agraria que expulsa en forma permanente y cada vez más aguda a la población rural, campesina e indígena de sus tierras, y un desarrollo industrial en el mejor de los casos acotado a la sustitución de exportaciones y en la mayoría de los casos soportando políticas claras de des-industrialización.

RICOS EN LA POBREZA

Por lo tanto, este modelo productivo sigue poblando con pobreza las ciudades.

“En el caso argentino dando lugar a una paradoja que conmueve el sentido común: En el famoso granero del mundo del planeta como se regodeaba de llamar a la Argentina la burguesía terrateniente, el gran problema sigue siendo la soberanía alimentaria”, dice Trinchero.

Así, la permanente y creciente expulsión de población rural hacia la ciudad, junto a la producción de bienes que compiten con la demanda alimentaria nacional, genera una situación de agravamiento de las desigualdades sociales que ponen al planeamiento territorial en una situación de emergencia.

Por eso, la foto de la “inauguración” de la Rural no la de “apertura” que fue una foto de campaña. Debiera ser un disparador para la sociedad rural en su conjunto, no sólo una entidad, sino referida a la comunidad rural que debe ser desarrollada, apoyada y proyectada para no seguir tirando pobreza en los entornos citadinos.

No reconocer la situación o soslayarla, será parte de la irresponsabilidad dirigencial que no ha intentado parar la sangría de lo que ha significado en estas décadas el éxodo rural.

EL TEXTO ORIGINAL FUE PUBLICADO EL SÁBADO 24 DE AGOSTO 2019 EN NUESTRA EDICIÓN IMPRESA   
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