miércoles 24 de abril de 2024

LOCALES | 30 nov 2019

Editorial

Ya saben de qué se trata

La Sociedad Rural de Junín emitió un comunicado este viernes al cual titula “Queremos saber de qué se trata”, donde efectúa planteos certeros acerca de cómo se devaluó el tejido social de la ruralidad, aunque evita la autocrítica recayendo burda y nuevamente sobre la cuestión impositiva, cuando la solución pasa por el establecimiento de una nueva matriz productiva y la concreción de un nuevo contrato social entre las partes.


En vísperas de una “mateada federal” autoconvocada por grupos de distinto origen, pero de gran poder económico, en el orden local, la Sociedad Rural de Junín, entidad que lidera Gustavo Frederking, realizó un pobre balance de la situación para terminar nuevamente expresando quejas por un gobierno no asumido, cuando el actual los privó de un verdadero desarrollo.

Sostienen que “frente a la incertidumbre que existe sobre las políticas impositivas que aplicará el nuevo gobierno desde la entidad queremos hacer un llamado a las nuevas autoridades a los fines de explicar por qué no se puede seguir subiendo retenciones”, cuando en verdad en estos cuatro años, poco y nada han dicho acerca del incontrolable aumento del gasoil de fuerte incidencia en sus costos productivos. O por ejemplo, los costos de energía eléctrica y gas de la producción de pollos y cerdos que para esta entidad parecieran no existir. El aumento en dólares de los agroinsumos o los incrementos de impuestos inmobiliarios y tasas municipales atados a la despiadada inflación.

Por eso es que el planteo, aún en el mejor de los casos, termina siendo insulso ya que toma una estadística sesgada para decir que “han desaparecido más de 80.000 productores en estos últimos 16 años según el Censo realizado por el INDEC”, cuando en verdad la sangría se ha dado a partir de la sojización de la década del ’90 con dinero fácil de la burbuja alimentaria y la plata dulce de los pooles de siembra.

Fue a partir de allí que las entidades dejaron de lado sus reclamos a favor de mejoras de infraestructura en la zona rural. Mejores escuela, mejores caminos, mejor salud pública, mejor logística.

Lo cual como se dice en el comunicado fue el motivo por el cual la situación empujó“a muchos productores a alquilar la tierra a estructuras más grandes que, aplicando una economía de escala, le cierran los números” por lo que se llegó a la concentración actual de que “unas 2.500 grandes empresas agropecuarias, el 1% de las 250.000 empresas que explotan el agro argentino, manejan casi el 40% de las tierras productivas del país”.

La Rural de Junín, apelando luego a la sensiblería barata, asegura que “una persona de más de 50 años que venga del sector agropecuario o que tenga o tenía vinculación con alguien del sector, sabe que los productores vivían en sus chacras y también recuerdan la cantidad de personas que vivían en los campos de Junín, con caminos accesibles, varias chacras a lo largo de dichos tramos con sus casas, sus gallineros, cerdos, vacas, etc. y el peón o peones, si el establecimiento era un poco más grande, que vivían y ayudaban al productor y su familia”.

Y agregan: “Ni hablar de los boliches, carnicerías que existían en varios de los cuartes, en su mayoría desaparecidos, donde la “gringos” del barrio, trabajadores rurales se juntaban a tomar algo y jugar a las cartas a la tardecita o noche. Sumarle a esto la preocupación de la comunidad por sus escuelas rurales con una educación de calidad e integración social, poniendo en todo momento el hombro con las cooperadoras de las mismas”.

Para intentar luego achacar a la imposición de retenciones (correctamente Derecho de Exportación) la desaparición del sujeto agrario, olvidando hacer la autocrítica dirigencial por parte de sus integrantes quien en su mayoría viven en la ciudad y ponen la vista más en la cuenta bancaria que en el estado de los suelos, la biodiversidad y las carencias sociales y estructurales de los pueblos donde tienen el campo.

Finalmente reconocen que “esta entidad se ha manifestado con todos los gobiernos en contra de los derechos de exportación, sabemos que gremialmente hemos fracasado y tenemos que realizar una gran autocritica y reformulación interna, pero no por ello tenemos que ser los castigados de siempre cuando ese castigo indirectamente también lo sufren las ciudades y ruralidad del interior”, planteando una clara contradicción, evitando como en todo momento la autocrítica y usando a los pueblos para victimizarse cuando siquiera los visitan y preparan sus comunicados desde alguna mesa de café.

Por ese motivo terminan con el reclamo que ya resulta una letanía: “Solicitamos al nuevo gobierno que aclare cuál va ser su política con respecto al sector ¿No será hora de dejar ese dinero al sector para que puede generar mayor inversión y empleo genuino?  Por ello, queremos saber de qué se trata”.

Sin autocrítica, sin propuestas, sin sentido. Abriendo cada vez más la grieta con la sociedad a partir de un reclamo que falsamente intenta a involucrar a las comunidades rurales y el comercio citadino, pero en verdad sólo es custodio de su propio bolsillo, tal como ha quedado demostrado a lo largo de estas décadas.

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