

Por: Semanario
Por la cantidad de habitantes, Junín es considerada como una ciudad, pero por su gestión pereciera tratarse de un pueblo.
Las personas, en cualquier parte del mundo, deciden vivir en una ciudad o un pueblo, ya sea por las oportunidades laborales, los puntos interesantes que hay para visitar o porque en otro lugar se puede estar más relajado, supongamos que porque no hay ni ruido ni contaminación, aunque eso hoy por hoy se consigue en pocos sitios.
Pero una de las diferencias principales de una ciudad con un pueblo es que tiene un mayor número de habitantes, las ciudades son más grandes y además suelen estar en constante crecimiento hasta el punto de incorporar a las poblaciones cercanas en su propia área.
Los servicios con los que cuentan las ciudades por lo general son mayores y van desde los administrativos o gubernamentales hasta los más simples como los del ocio y el entretenimiento. La planificación es mejor, los caminos conectan con eficiencia los puntos importantes y las construcciones en general suelen ser más modernas.
Grandes empresas establecen sus oficinas centrales en las ciudades por el alcance que pueden tener a una escala provincial o nacional, y para ser eficientes requieren de mucho personal. El flujo de capital es mayor ya que se pueden conseguir más cosas y hay muchas opciones de trabajo.
Esta definición básica de ciudad difiere de lo que cotidianamente vemos en Junín, que pareciera ir decreciendo en lo que respecta a los ítems mencionados.
Que aún tengamos la terminal de micros que tenemos es una muestra de gestión pueblerina, lo mismo ocurre con quienes declaman querer impulsar el turismo y se emocionan con una Macrauquenia y no encaran el espigón del Parque Natural y salen a buscar inversores que pongan en valor nuestros atractivos naturales.
Preocupa la poca responsabilidad municipal que convoca a algunos medios de comunicación para llevar adelante una campaña del uso del casco en motociclistas, cuando hay ordenanzas que de cumplimentarse lograrían el cometido. Al mismo tiempo que debiera buscarse solución para el secuestro de las unidades que terminan arrumbadas en algún predio comunal y afectan sobremanera a muchos usuarios que sólo tienen ese bien para transportarse.
Resulta contradictorio celebrar el otorgamiento de 28 hectáreas del predio ferroviario y no saber qué hacer con ellas ni convocar a profesionales.
Es como tirar dinero a la basura, hacer un relleno sanitario que sólo termine siendo una alfombra sobre la mugre y no trabajar sobre el reciclado para tener mínimo volumen para enterrar.
Vemos que el intendente se preocupa de pedirle al nuevo ministro de Obras Públicas nacional que termine la autopista que él mismo con sus socios políticos “inauguró” creyendo que llegarían más pescadores de pejerrey y se venderían más salamines, pero no se interesa por desempolvar y revisar planes estratégicos de hace 20 años que incluyen el traslado de la playa de maniobras del ferrocarril y el aprovechamiento del paso Pehuenche a Chile a través de la ruta 188.
Se escurre la posibilidad de secuestrar 40 kilos de droga que llegaban desde Buenos Aires para vender en Junín y no hay denuncias del municipio para que el juzgado federal investigue en forma más exhaustiva, mientras no hay insumos para algunas áreas de la policía, después de aumentar la tasa de seguridad en un 200% en estos dos años.
¿Nadie de las instituciones intermedias se pregunta acerca de qué Junín queremos? Al menos para romper con la parálisis municipal al respecto.
Esperar que la gestión petrequista actual, a la que todavía le quedan por delante tres años y 11 meses, se ponga el saco de la responsabilidad y profesionalización, por estos días resulta poco convincente.
Por lo que a esta altura, y antes que sigan en modo off, será bueno que alguien se atreva a sacudir la modorra municipal para avisar que lo que se gestiona es una “ciudad” y que se trata de “una ciudad grande” por lo que habrá que estar a la atura de las circunstancias. Algo que cabe no sólo para el oficialismo sino particularmente para la oposición y, como ya lo mencionamos, las entidades intermedias.