Por: Redacción Semanario

Mientras el municipio de Junín, debido a la baja cantidad de contagios por coronavirus, comienza a dar excepciones a más actividades comerciales, la comunidad retorna a su “nueva normalidad” que implica conservar distancia, usar barbijo y cumplir con los protocolos en los comercios.

Sin dudas que el aislamiento promovido por el gobierno nacional ha servido para los fines sanitarios, pero se deberá reconocer que no debiera aprovecharse para el control del ciudadano con el objetivo de bajar los números de la inseguridad.

La gestión de Pablo Petrecca, desde los inicios del confinamiento, ha promovido un abuso de decretos, (algunos de ellos rechazados por la justicia federal) donde ha mostrado su interés no sólo por evitar al virus, sino para ejercer mayor represión en los sectores comunitarios que debían ser atendidos únicamente para cuidar su salud.

Los analistas coinciden en que la inseguridad pospandemia se acrecentará y en ese sentido antes que sea tarde se requerirá que las autoridades locales empiecen a trabajar junto a las fuerzas de seguridad en estrategias para ese momento.

No son tiempos de estar mostrando “efectividad en pandemia” con números propios de estadísticas que poco tienen que ver con la realidad de una ciudad que debiera cuidarse de los desbordes futuros aplicando políticas a tiempo.

Luis Carranza Torres y Carlos Krauth, abogados especialistas en temas de seguridad ciudadana, al referirse a la inseguridad en pandemia en nuestro país coinciden en que en algunos lugares se dice que “los índices de robos han bajado. Puede ser, pero hay otros indicadores que nos hablan de que se está lejos de pasar por una panacea en materia de seguridad”.

“No sería la primera vez -por otra parte- que el índice baja en el papel pero no se siente en la calle. Sobre todo, porque el modo de colectar los datos no brinda seguridades respecto de la calidad de la información resultante”, explican.

Los abogados cordobeses advierten que hay otras formas de comisión de ilícitos que se están “perfeccionando” y expandiendo. Hablamos por ejemplo de los vinculados con los ilícitos informáticos o a través del uso del teléfono. En tal sentido, a las estafas tradicionales (el “cuento del tío”), ahora usando los subsidios y préstamos que está dando el Gobierno, se les han agregado extorsiones, a partir de amenazar a las víctimas de dar a conocer, por ejemplo, “sus visitas a sitios para adultos”, e incluso robos en los que los delincuentes se hacen pasar por médicos o enfermeros, anunciando por las redes campañas de vacunación para luego entrar a los domicilios a robar, aprovechándose de la psicosis que causa la pandemia.

Por eso es importante empezar a separar las cuestiones inherentes al aislamiento sanitario y desarrollar políticas efectivas contra la inseguridad tal como se la conoce.

Hay barrios alejados del centro de Junín que siguen siendo blanco de los delincuentes de todo nivel. Desde el robo de garrafas hasta motochorros violentos.

Si se abren los comercios y demás actividades hasta horas nocturnas lógicamente deberá habilitarse a pleno la circulación y efectivizar controles contra la delincuencia y no contra los vecinos.

El cierre de la alcantarilla de calle Chile es un símbolo de esta mezcla que propone el municipio de querer aprovecharse de la situación de pandemia. Sin dudas, bien podría ejercerse un control en la zona utilizando la caseta de vigilancia que la secretaría de Seguridad tiene apostada en “exposición” en la avenida San Martín en pleno centro.

Mostrar aptitud y analizar las cosas a tiempo seguramente irá en beneficio de todos los vecinos y a favor de sentirse seguros no sólo quedándose en casa, sino también saliendo de ella.

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