El personalismo de Petrecca pone en riesgo la infraestructura sanitaria de Junín, que ha venido recorriendo un camino de pobreza en inversiones y desatenciones de propios y extraños.
Por: Semanario
Movilizado por su espacio partidario y las presiones interesadas de algunos sectores de la ciudad, el intendente Pablo Petrecca busca flexibilizar todas las actividades como si se tratara de un virtual levantamiento del aislamiento y llena al distrito de interrogantes.
El poder represivo que tuvo el Intendente durante los primeros meses de cuarentena lo utilizó para mantener a raya la inseguridad y tuvo por ello variados casos de abuso policial que terminaron con el confinamiento de su director de Seguridad, Luis Chami.
Pero en materia de salud hizo lo que ha mostrado en cuatro años de gestión: convocar al resto de la dirigencia, en la medida que logre un rédito personal, y ningunearlos cuando esto no ocurre.
Cada una de sus intervenciones con las organizaciones intermedias de la ciudad ha sido con ese mismo objetivo y con un plan egoísta que está escrito en su propia identidad política.
En toda su gestión nunca compartió escenario con nadie más que con él mismo, lo cual ha generado que en materia política Junín haya estado girando en el mismo punto sin lograr una proyección acerca del futuro como distrito.
El jefe comunal no permite que nadie esté por encima de su figura y es por eso que tampoco se logran alianzas con la UNNOBA, conducida por otro dirigente personalista como Guillermo Tamarit, y esa constante -peligrosamente- acontece en materia de salud hoy, con una pandemia presente y la multiplicación de contagios en Junín.
En cada una de las estructuras que ha convocado el jefe comunal, ya sea comercio e industria, turismo, deportes, trabajo o seguridad, siempre ha intentado primero fortalecerse con un círculo cercano para lograr la mayoría sobre el resto.
Del mismo modo, lo ha hecho en el Concejo Deliberante, consiguiendo la mayoría eleccionaria con extrapartidarios “levantamanos” y utilizando a los propios como trebejos que se ubican donde los pone la mano del jugador.
Esa “habilidad” política le ha costado rupturas a Petrecca, pero sin embargo ha superado las vicisitudes. Pero en este momento su personalismo pone en riesgo la infraestructura sanitaria de Junín, que ha venido recorriendo un camino de pobreza en inversiones y desatenciones de propios y extraños.
Ya con más de medio centenar de contagios y cuando sólo falta habilitar el cine y abrir un bingo, Petrecca pasa por encima de todos los especialistas en la Mesa sanitaria (que desde el inicio contó con importantes ausencias) y apoyado por “su” grupo, toma las decisiones que hacen a la salud, basándose en su experiencia como contador público y deja de lado las estrategias que debieran aplicarse en materia sanitaria para contener a quienes erogan para que ello ocurra: los vecinos.
Y juega su mejor juego, el de la confusión. Y mientras anuncian que pedirán “permisos especiales” a los no residentes, preparan la habilitación del fútbol cinco. O se hacen de un “enemigo externo”, como pasa ahora con el director del Hospital Interzonal y manda a sus “anónimos” de las redes a que le llenen el twitter de bendiciones.
Petrecca, junto a su círculo de la Mesa sanitaria, ha elegido para este distrito el “contagio de rebaño”, mientras el mundo estudia con preocupación las posibles secuelas -aún ocultas- que deja el Covid 19 en los recuperados y sin advertir que la capacidad de la salud pública es muy finita.