viernes 30 de mayo de 2025

LOCALES | 11 sep. 2020

Golpes a la democracia

Oligarquía y dictadura: Una caminata por las calles de Junín

El expresidente Eduardo Duhalde de la Nación despertó a los fantasmas que por décadas transitaron la vida política argentina truncando las libertades.


Por: Redacción Semanario

La situación generada por la crisis sanitaria mundial dejó al desnudo diversas actitudes por parte de los argentinos y algunas de estas cuestiones pueden ser motivo de observación en nuestro Junín de todos los días, el cual de sólo transitarlo nos hará surcar calles plagadas de nombres de comandantes, capitanes, algún sargento y variados grados militares, como para no olvidar de “dónde venimos” y marchar erguidos hacia el “dónde vamos”.

Y en este escenario, la oligarquía y la dictadura parecen buscar una cohesión en las palabras del ex gobernador bonaerense y ex Presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, quien advirtió acerca de la posibilidad de una vuelta de los golpes de Estado en nuestro país acontecidos casi sin pausa desde el derrocamiento de Juan Domingo Perón -a mediados de la década del ’50-, hasta la llegada de Raúl Alfonsín en 1983.

La oligarquía es una de las seis formas de Estado y de gobierno que estudió Aristóteles en su Política. La realidad social, política e histórica mostró que era la forma de organización más frecuente.

Aristóteles distinguió varios tipos de oligarquías, estudió cómo llegan a instaurarse, las causas de su degeneración y final extinción.

Las ideas de Aristóteles tuvieron una amplia influencia entre los comentaristas de los siglos XIII a XVII, que optaron por considerar el régimen oligárquico como una forma de Estado dominada por pocos o por ricos.

Duhalde se disculpó luego por sus dichos alegando la posibilidad de estar “afectado psicológicamente” por el aislamiento, sin embargo el dirigente manifestó lo que muchos piensan y. peor aún, lo que tantos anhelan: vivir bajo un gobierno militar.

SEMANARIO consultó el trabajo de la investigadora chilena Claudia González Castro, titulado “El legado de la oligarquía y la herencia de las dictaduras”, para determinar algunas cuestiones que ligan a estas cuestiones y su referencia para con nuestro distrito.

Según González Castro, “episodios traumáticos, efecto de gobiernos autoritarios, surgen en el recuerdo iterativamente, hasta convertirse en un leitmotiv del arte, la literatura y el espacio comunicacional, integrándose a nuestro imaginario social como un componente fundamental de nuestro latinoamericanismo”.

Y se entiende que las oleadas acontecen no por país sino como región y que eso la autora lo indica respecto a que “ningún continente parece estar tan cohesionado históricamente como el nuestro, en el que cada periodo histórico, es la réplica o el anticipo del país vecino. Las dictaduras militares, herederas del sistema oligárquico, agregan una particularidad difícil de explicar en la historia americana, pero que a todos nos resulta altamente significativo y que permite entenderlas como consecuencia de un derrotero común, o una determinada forma de habitar el continente”.

Un determinante de los regímenes militares es la idea de jerarquía social, herencia ideológica y económica de la clase social oligárquica.

La oligarquía tuvo un extenso periodo de desarrollo y predominio en el que primeramente capturaron el poder económico con la explotación de recursos y la consiguiente acumulación de capital entre familias, para posteriormente conquistar el poder del Estado.

Por eso hoy se habla de “oligarquía”, pero al hacerlo no necesariamente debe aludirse a quienes tienen riqueza, sino a sectores -como también acontece en Junín- con privilegios por sobre el resto.

En Junín, como ciudad cosmopolita, los grupos de poder horadan la cuestión política y a través de distintas artimañas lograr imponer sus necesidades, apañados por gobiernos ya sean frágiles o interesados sólo en el poder, tal y como ocurre con la gestión actual que ha dejado de lado cualquier tipo de beneficio hacia los sectores más vulnerados.

Entonces, la oligarquía no resulta una clase social, sino más bien una categoría política, que cohesionados por sus intereses económicos ejercen dominio.

Por eso creer que la oligarquía es representada por el “campo” puede llevar a error, ya que hoy día el sector chacarero, que tuvo también fuertes representantes en las acciones cooperativas, se ha transformado en muchos casos en simple arrendador de sus tierras debido a una matriz productiva, generadora de recursos hacia afuera y poco amigable a generar mano de obra y preservar el ambiente. Cuestiones tales que les hicieron perder fuerza productiva y con ello ven la posibilidad de perder los privilegios de otrora.

PODERÍO

El poder económico de la oligarquía argentina prontamente trascendió a lo político, ya que la apropiación y control de la masa trabajadora le permitió utilizarla como estrategia en las contiendas electorales haciendo uso del voto de sus obreros.

Según la investigadora chilena “este modelo de relación laboral ha dejado marcas indelebles en el inconsciente colectivo latinoamericano, que emerge como recuerdo traumático en la literatura, en textos como Casa de Campo (Donoso, 1978), La Casa de Los Espíritus (Allende, 1982), que narran el inquilinaje campesino y sus relaciones de opresión y sumisión”.

Dice González Castro que “las dictaduras emergen como una manera de enfrentar el desarrollo de los movimientos socialistas que irrumpen en los años 30, con el componente posterior de la guerra fría y la consolidación de Estados Unidos como potencia internacional tras la segunda guerra mundial. Efectivamente, el posicionamiento de EEUU en la jerarquía mundial, es determinante al examinar los golpes de estado militares avalados por Norte América”.

Lo habitual era que militares buscaran el consentimiento de la embajada norteamericana antes de dar el golpe de estado, de esta forma obtener una mayor legitimidad y reconocimiento internacional. Esto, sin contar con los quiebres del orden institucional que fueron directamente impulsados desde Washington.

Estados Unidos reforzó la posición de los golpistas invirtiendo millones de dólares en los ejércitos latinoamericanos, especialmente con préstamos que permitieron renovar el vetusto armamento disponible.

CUANDO LA SOCIEDAD APOYA

Pero si las dictaduras llegan a concretarse, no es tan solo por el apoyo norteamericano, es porque encontraron un espacio apropiado en la sociedad latinoamericana, heredera de las fuertes diferencias sociales de la etapa oligárquica.

Una sociedad jerarquizada, que hereda el paternalismo benefactor de la clase gubernamental y el autoritarismo militar prusiano.

Una sociedad que hereda también el desprecio hacia el indígena, que si bien se mantuvo siempre en lucha constante por el acceso a la tierra, fueron las dictaduras quienes reprimieron con mayor fuerza a las comunidades existentes.

Nada escapa al ayer y si escapa es para ubicarse en el hoy.

“Todas ellas (las dictaduras) son huellas indelebles que se manifestarán en la búsqueda constante de la superación de las desigualdades, inequidades expresadas en la institucionalidad, hasta llegar a identificarse como una característica propia de los países denominados”.

González Castro, sin mayor anestesia, se refiere al tema de la “libertad” y la poca conciencia que tienen algunas comunidades para aceptarla y hacerse cargo, para definitivamente, defenderla.

Sostiene que “podemos concluir que la esencia de un continente fuertemente embestido por eventos autoritarios, es la libertad, como problema, como objetivo, como trauma relegado al inconsciente. La historia común sobre el cual construimos nuestra identidad, ha nutrido pulsiones rebeldes, que cada cierto tiempo y en diferentes periodos históricos (conquista, dictaduras, lucha armada) se potencian, determinando la historia del continente y dejando una vez más la libertad al centro de la utopía”.

 

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