miércoles 07 de mayo de 2025

CULTURA | 23 oct 2020

ENORME TALENTO

Sigue intacto el genio de Dino Saluzzi

Su música, ovacionada en las salas de conciertos más prestigiosas del mundo, posee profundas vinculaciones estilísticas con diferentes músicas de nuestro país.


Timoteo "Dino" Saluzzi (bandoneonista, compositor y arreglador) nació el 20 de mayo de 1935 en Campo Santo, provincia de Salta). Es hijo del conocido folklórista Cayetano Saluzzi, quien lo hizo enamorar de la ejecución del fueye, instrumento que abrazó desde la niñez. Además de su padre, recibió influencias de músicos salteños, como el Cuchi Leguizamón, y por el tango, de Francisco de Caro y de Agustín Bardi.

A sus 85 años, ha logrado con su música una de las representaciones más vigorosas de un posible sonido argentino, lejos de artificios, entre la tradición y sus dilemas, desde la irreverencia hacia la memoria. Intima, sustanciosa y cabal, la obra de Saluzzi no es un trasto del pintoresquismo o de las fugaces coincidencias del éxito. Es el anverso y su reverso de un territorio bello y profundo, un espacio original que suena entre herencias y adquisiciones, sostenido en la tenaz convicción que la libertad otorga. “Cuando subo al escenario, en ese silencio que se necesita antes de que suene la primera nota, pienso en el tiempo, pienso si mis dedos irán a la par de mis ideas. Después de la primera nota todo se transforma. Siento la confianza que me da la música y mis compañeros, que la conocen bien y la quieren tanto como yo”, describe el músico ese momento de creación.

Saluzzi comenzó a tocar el bandoneón en su pueblo, cuando con su padre Cayetano jugaba a adivinar los acordes que éste hacía sin mirar el instrumento. “Crecí en el Norte, donde la música tiene ese aire abierto, amplio, que te da mucha libertad creativa. Eso pasa también con algunos tangos y con los clásicos en general. Porque no te atan a una estructura: una vez asumida y entendida, esa estructura te proporciona margen para la improvisación, para el repentismo, que es lo que le da vida a una música y la mantiene fresca”, define.

La Universidad Nacional de San Martín termina de publicar la biografía de Dino Saluzzi, a fin de que sea utilizada en las cátedras que se dictan sobre músicos argentinos. Claro que en ella se registran baches importantes y algunos olvidos, ya que la trayectoria del salteño es mucho más profunda: “(Dino Saluzzi) desarrolló un lenguaje propio con un fuerte anclaje estilístico en el noroeste argentino, que desvanece las fronteras entre música popular y la denominada música "culta" y entre composición e improvisación. Su obra incluye música solista, de cámara y orquesta.

Llega a Buenos Aires a mediados de los ´50, donde forma parte de la Orquesta Estable de Radio El Mundo. Trabaja, entre otros, con Alfredo Gobbi,  Roberto Caló, Enrique Mario Francini y el Gato Barbieri. Realiza sus primeras grabaciones en RCA.

En la Capital Federal conoció y trabó amistad con Astor Piazzolla, inmerso por aquel entonces en la definición de lo que habría de ser el Tango Nuevo. En 1956 Saluzzi regresó  al distrito rural de Salta, con el objetivo de centrarse en sus composiciones, en las que empezó a incorporar deliberadamente elementos de la música popular.

Aunque realizó grabaciones y conciertos de su música en la Argentina y formó parte de importantes orquestas de tango, Dino Saluzzi desarrolló gran parte de su carrera artística fuera de nuestro país, realizando giras por los cinco continentes y es especialmente apreciado en Europa y Asia.

Su gran éxito como artista se produce en Europa, sobre todo en Alemania, de la mano de Manfred Eicher –fundador en 1969 del prestigioso sello discográfico ECM (Editions of Contemporary Music)– con quien grabó alrededor de una veintena de discos, reconociéndole a Saluzzi, su carácter moderno, innovador y, sobre todo, de creador de un lenguaje propio.

Dino Saluzzi es el único compositor argentino editado por ECM, junto a otros artistas contemporáneos de la talla de Keith Jarret, Path Metheny, Ralph Towner.

A principio de los años setenta, trabajó con Gato Barbieri, a quien ayudó a redescubrir sus propias raíces en discos como Chapter One: Latin America.

La relación discográfica de Saluzzi con ECM se inició en 1982 con un disco en solitario, un ejemplo espontáneo del talento del bandoneonista como "contador de historias", el primero de los muchos "regresos imaginarios" a los pueblos y ciudades de su infancia. Desde principios de los años ochenta Saluzzi se alió con diferentes músicos de jazz; Charlie Haden, Palle Mikkelborg y Pierre Favre (Once upon a Time - Far away in the South), Enrico Rava (Volver), Marc Johnson (Cité de la Musique), Tomasz Stanko y John Surman (en el disco de Stanko From de Green Hill, Palle Danielsson (Responsorium) o Jon Christensen (Senderos).

En varios proyectos se ha acompañado de su hijo José, guitarrista, que grabó por primera vez con su padre con trece años tocando la batería (en el disco Mojotoro). De hecho, en el clan Saluzzi abunda el talento musical, y Dino suele salir de gira con la Familia Saluzzi, un grupo formado por parientes directos e indirectos Desde 1991, inicia las grabaciones de su formación familiar: Celso, Félix, Matías y José María Saluzzi, cuyo último trabajo editado es “El Valle de la Infancia” (2014).

Se encuentra totalmente integrado a los circuitos de festivales internacionales. Su música fue incorporada en films de Jean-Luc Godard, Pedro Almodóvar y otros. Realizaron documentales sobre él en Norteamérica y Europa”.

Como parte de un regreso constante a nuestro país, uno de los más grandes bandoneonistas de esta parte del mundo ofreció el 12, 13 y 14 de diciembre del año pasado una serie de conciertos, que tuvieron lugar en el Café Vinilo, en Gorriti 3780, de la CABA.  Lo acompañaron en el quinteto: Félix Saluzzi (clarinete y saxo), José María Saluzzi (guitarra), Matías Saluzzi (bajo y percusión) y Jorge Savelón (percusión).

"Cada arte tiene también su lugar propicio para la comunicación, por eso en el Café Vinilo tiene un lugar. Es chiquito, pero es un lugar misteriosamente fantástico para tocar y eso no depende del dinero, sino de la suerte para hacer un lugar como ese", destacó Saluzzi y contó que esquiva lugares más grandes en los que siente que se pierde la comunicación. Hay lugares que son inmensos, como el Teatro Colón, pero son grandes ¿para qué?”.

En una entrevista que concedió a Infobae hace dos años, el salteño deslizó jugosos juicios de valor: “¿Si alguna vez sentí que no me escuchaban? Mirá, yo nunca toco para que me escuchen, nunca. Cuando agarro mi instrumento y toco es para mí y para el recuerdo de mi Campo Santo querido, para Salta. Esas son las conexiones que tengo cuando toco y cuando no logro eso, bueno. Eso me ubica en un lugar misterioso al que muy difícil acceder porque yo no mando en mi música, mandan otras cosas… Lo que tengo que hacer es estar preparado técnicamente para las órdenes que dan el cuerpo, el corazón y el sentimiento profundo puedan producirse porque si no estuviera preparado con la técnica no podría, bajo ningún aspecto, cumplir con esas órdenes”.

“La infancia y los recuerdos del pueblo aún duelen. Cuando tenía 14 años tuve que marcharme de mi pueblo a buscar lo que luego se convirtió en profesión, camino y vida. El dolor por la pronta partida me llevó a cuestas y no lo escondo: Si yo no hubiera salido de Campo Santo, de mi casa, del hogar donde estaba mi vieja y mi viejo, mis hermanos, no hubiera tenido la oportunidad de desarrollarme como músico, porque en Campo Santo no hay cómo convertirse en músico y en Salta tampoco”.

“En Salta hay academias, conservatorios que te enseñan un poco el solfeo, un poco de armonía, pero eso es como aprender a decir '¡Buen día!'.  Después de eso viene realmente la música y eso se aprende en otras partes ¡y ahí está la crueldad más grande que tiene el que no entiende! Yo creo que es cruel…  ¿¡Cómo se puede pensar que haya música en un pueblo donde el alumno sale del conservatorio y no sabe qué va a hacer de su vida económica!? Es como si te enseñaran a hacer un locro y no te dan la olla… ni remotamente podés hacer un locro ¿Y eso cómo se llama? ¡Es egoísmo puro! Generado por gente que es ignorante. Entonces hay que rumbear para otros terrenos, para otras latitudes donde se puede hacer eso que uno quiere, lo que uno sueña”.

En ese tono buscó explicaciones a eso que pasó cuando tenía 14 años y que sigue pasando: "La Argentina experimenta un asunto gravísimo venido del confort, de la ignorancia y de la falta de preocupación por las cosas propias y para resolver un problema de esa naturaleza. ¿Y sabés qué? Las personas tienen que saber que si alguien a la edad de 14 años se va de su casa, ¡14 años!, por necesidad, porque no tiene lo que tiene que tener, esa persona que obliga a esas cosas ¡está loca! Porque no creo que haya ningún ser que, conociendo lo que eso significa, lo proponga como un estado de las cosas".

QUEJAS DE BANDONEON

Fiel a su estilo, Saluzzi se refirió a distintos temas y de ellos dio sus propios conceptos y posturas. Primero se refirió a los músicos y definió: "Músico es el que compone, el que organiza los sonidos de una manera determinada a la cual se le llama composición". Además, sostuvo que "toda la música está formada por hábitos, usos y costumbres que llevan mucho tiempo".

Para él "el lenguaje se ha degradado en hábitos y costumbres que a veces se usan, pero no se entiende el alcance de eso. Ahora toda la gente trata, o cree, que decir dos estupideces en inglés lo forma al tipo como un exquisito, y no es así. ¡Lo convierte en un ignorante porque se puede hablar inglés, pero no todo el mundo conoce el inglés! Entonces es difícil comunicarse. Acá se habla español y el español argentino, entonces el que quiere comunicarse se queda sin posibilidad de hacerlo y así se va deteriorando todo cada vez más. Y nosotros tenemos que tener conciencia de eso a través del conocimiento más que de la información".

Sobre la tradición opinó que "impide el crecimiento porque llega a haber tantas tradiciones que al final tenemos un montón de tradiciones y la evolución queda relegada a lo imposible. Cuando yo tocaba con Los Chalchaleros o Adolfo Ábalos teníamos un estilo para tocar la zamba, ahora cambió".

 

 

 

 

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