Por: Redacción Semanario

Buena parte de los funcionarios que administran el municipio de todos los juninenses, parecen estar transitando dificultades de gestión que indudablemente repercuten en la calidad de vida de los vecinos.

Esta situación no resulta llamativa para quienes a diario hemos venido analizando diversas cuestiones que tienen ver con la actividad comunal y los servicios que debiera prestar versus el manejo de las cuentas públicas.

Uno de los mayores inconvenientes que enfrenta Pablo Petrecca, acompañado de unos pocos decisores que son más bien del círculo íntimo familiar, es que no tiene demasiada capacidad de maniobra para encontrar gente de confianza que –además- tenga conocimientos del área donde debe desenvolverse. Por lo tanto mantiene casi el mismo equipo con el que se inició a fines de 2015 salvo algunos que abandonaron el barco para “salvar su ropa”.

Entonces la gestión parece tener un parangón con el “Síndrome de Peter Pan”, ese que se caracteriza por mostrar una gran inmadurez en la edad adulta.

Los psicólogos advierten respecto a algunos rasgos que los caracterizan, ya que se trata de gente con inseguridades, pero arrogantes. Que no asumen su responsabilidad y pretenden no mirar lo que realmente ocurre, porque suelen ser poco tolerantes a la frustración.

Viven fuera de la realidad o en un mundo de fantasía, hablan de proyectos no alcanzables y exageran los logros. Impulsivos que salen a culpar a otros cuando las cosas no salen como debieran.

Entonces ocurre que el encargado de la Salud ya no convoca a ninguna Mesa Sanitaria para buscar herramientas que alivien la pandemia que pega fuerte en el distrito y se llevó la vida de más de 180 juninenses como si se tratara simplemente de un número estadístico y no del dolor de miles que extrañarán sus ausencias.

El responsable de las obras sanitaria y, por ende, de llevar el agua a los domicilios le echa la culpa al “gasto excesivo” de los vecinos cuando éstos reclaman por falta de cantidad en pleno verano que es cuando más la necesitan.

Hasta el propio alcalde habla de “vandalización” cuando los juegos en plazas y parques se caen a pedazos por la falta de mantención.

El locuaz vigilante de la Obra Pública le echa culpas a la sequía por cada mal que caiga en el distrito y hace la “vista gorda” con los baches que parecen pequeñas lagunas en tantas calles suburbanas donde habitan los “kelpers vernáculos” de Junín.

Ya no se barren las calles, pero se paga como si les fueran a pasar la aspiradora y encerarlas.

En tanto el jefe máximo hace uso de sus superpoderes para ocuparse de la política partidaria armando roscas en la política bonaerense al tiempo que se prepara una beca en la legislatura como la que ya obtuvieron su cuñado y su amiga.

Pasa que los “Peter Pan” tienen poca empatía para con el resto, no les afectan los problemas de los demás, creen estar por encima de las leyes de la sociedad y las normas establecidas y, lamentable y asombrosamente, terminan acompañados por el silencio del resto de la comunidad.