

El deceso fue confirmado por su yerno, el exfutbolista Víctor Marchesini, a través de un mensaje en su cuenta oficial de la red social Twitter. "Se nos fue Timo. Gracias por todo Viejito, imposible no tenerte presente minuto a minuto.Te voy a extrañar. QEPD", señaló Marchesini, ex zaguero de Ferro y Boca.
Griguol tuvo una carrera de casi 400 partidos en primera división entre Atlanta, donde comenzó a jugar, y Rosario Central, pero su marca imborrable en el fútbol argentino la dejó como entrenador, donde combinó resultados con docencia. Condujo a Ferro en los únicos dos títulos que esa entidad obtuvo en el profesionalismo: Nacional 1982 y Nacional 84, con grandes figuras como Héctor Cúper, Oscar Garré, Adolfino Cañete y Alberto Márcico en el equipo. El Viejo, como lo recuerdan sus seguidores, también se destacó en Rosario Central (Campeón Nacional 1973) y Gimnasia (subcampeón en los torneo Clausura 1995 y 1996, además de Apertura 1998).
Carlos Timoteo Griguol había nacido un 4 de septiembre de 1934 en Villa Las Palmas, Córdoba, en una casa con un amplio jardín delantero que, bajo la atenta mirada de su padre Carlos o su madre Mafalda, se transformaba en la canchita del barrio. Llegó a Buenos Aires con su sueño de fútbol a una pensión del barrio porteño de Balvanera donde conoció a uno de sus mejores amigos, Luis Artime.
Para aguantarse la estadía vendió artículos de electricidad, hasta que don Victorio Spinetto y Adolfo Mogilevsky lo adoptaron y lo pusieron en carrera. Debutó como futbolista profesional en Atlanta en 1957 y en ese equipo ganó la Copa Suecia de 1958. Los Bohemios le ganaron un playoff a Rosario Central en la semi y la final a Racing Club. En 1959 fue convocado a la selección argentina con la que ganó el Campeonato Sudamericano, hoy denominado Copa América.
Mario Kempes, Ángel Tulio Zof y Griguol en noviembre de 2008 en un homenaje en Rosario al Matador.
Griguol jugó en Rosario Central hasta su retiro en 1969 donde cambió la camiseta de jugador por el buzo de DT, y comenzó a trabajar en las inferiores del club, con unos 300 pibes. En 1971 dirigió en forma interina al primer equipo y el 6 de mayo de 1973 reemplazó a Ángel Tulio Zof en el banco de suplentes. Ese mismo año con Los Picapiedras, como el periodismo había bautizado al Canalla, gritó campeón del Torneo Nacional. Griguol festejó el 29 de diciembre de 1973, con 37 años, su primer campeonato como DT. Fue subcampeón en el Metropolitano y el Nacional de 1974 con “el mejor equipo de Central de la historia”, y jugó la Copa Libertadores de ese año y 1975.
Griguol será recordado porque fue disciplinado y exigente como pocos. Pero también porque organizó rifas, asados y hasta donó parte de su sueldo para comprar semillas para sembrar un campo de juego o ropa para las inferiores. Porque de su bolsillo compró un tractorcito para cortar el césped de la cancha como él quería. Y lo hacía él mismo. Porque nunca se privó de disfrutar del fútbol y jugaba apuestas, mayormente asados, con sus jugadores por los resultados. Porque le gustaba “enseñar, y que los jugadores puedan rendir sin ser estrellas”. Porque utilizaba estrategias de otros deportes: “(Los jugadores) saben que esto es como la NBA. Tenés diez segundos y en ese tiempo hay que convertir. No importa quien lo haga, da lo mismo”. Porque a la salida del túnel les propinaba a sus jugadores un sopapo en la cara o en el pecho: “Las trompadas eran para despertarlos. Había partidos bravos, entonces vos les encajabas un cachetazo en la cara y se les perdía el cagazo que tenían y entraban a la cancha puteándome a mí”.
'El viejo'' Timoteo llegó a Ferro en 1979, luego pasar por Mèxico y Kimberley de Mar del Plata, donde construyó un equipo icónico que entró en la historia del fútbol argentino. En 1981 fue dos veces subcampeón, primero en el Metropolitano detrás del Boca de Maradona y Brindisi, con el que peleó hasta la última fecha, y en el Nacional detrás del River de Kempes y Di Stefano, con el que perdió la final.
La revancha a los dos subcampeonatos llegó en 1982, cuando su Ferro ganó el Nacional, tras superar en la final a Quilmes, en pleno desarrollo de la guerra de Malvinas. Luego repitió el éxito en 1984, ya con varios cambios en el equipo y jóvenes promovidos desde las divisiones inferiores, su principal fuente de búsqueda de jugadores.
Luego de Ferro tambièn hizo historia en Gimnasia Esgrima La Plata, con dos subcampeonatos y equipos que quedaron en la memoria de los hinchas, con los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto como emblemas y nombres como Pedro Troglio, Andrés Guglielminpietro, Roberto Sosa, José Albornoz y Alberto Márcico como figuras.
En julio de 1987 pasó a River Plate, donde obtuvo la Copa Interamericana en 1987 venciendo a la Liga Deportiva Alajuelense de Costa Rica. Sin embargo, la cantidad de figuras que tenía entre sus dirigidos y los cortocircuitos internos provocaron que abandonara la entidad millonaria en 1988. Regresó nuevamente a Ferro Carril Oeste, donde permaneció hasta 1993.Regresó al lobo platense y en 1999, con 65 años, probó suerte en España, pero su experiencia en el Betis duró menos de un año, para regresar a Gimnasia, donde tuvo un tercer ciclo tras un breve paso por Unión de Santa Fe.
El Maestro utilizaba hasta el infinito la palabra trabajo, “capaz de transformar una pierna de picapiedra en pierna hábil” y de “garantizar el logro de objetivos”. Era su receta para superar las dificultades.
Su rol docente fue otro de sus aspectos salientes. El Maestro la tenía clara. Alguna vez dijo; “De los chicos que están en el fútbol sólo el uno o el dos por ciento llega a jugar en Primera y una pobre cantidad logra ser estrella, mientras que los demás son comparsa (...). El problema son los que no llegan. Esa es nuestra preocupación como cuerpo técnico. Hay que implantar que todo jugador que está en divisiones inferiores debe, obligatoriamente, estudiar (...). Ya sea computación, idiomas, peluquería, abogacía o medicina. Lo importante es que el jugador se prepare para realizar otra cosa ajena al fútbol. Nosotros a todos los jugadores les exigimos que terminen la secundaria”.
Griguol dejó su marca por donde pasó y pisó. Un sabio que daba enseñanzas de todo tipo a sus dirigidos y que impulsó a una generación para la dirección técnica como hicieron César Luis Menotti, Carlos Bilardo o Marcelo Bielsa. Fue un maestro del fútbol y de la vida.