jueves 18 de abril de 2024

OPINIÓN | 29 may 2021

MIRADA EXTREMA

Tiempos de sequía

Escribe Andrés ‘Tato’ Rissolo.


La escena de ver miles de ejemplares de la fauna ictícola muertos en la vera de las lagunas se repite debido a la falta normal de masa hídrica, hecho éste vinculado - según dicen - únicamente a la naturaleza y sus caprichos, que parecería no guardar vinculación alguna con ese viejo tema del control de aguas, los humedales, etc.

Es poco afortunado, ciertamente un desatino, andar fastidiando a propios y extraños con citas históricas, porque a nadie le gusta rever situaciones sólo para notar que circunstancias como estas ya las había advertido Florentino Ameghino. Menos aún para admitir que desde entonces no se ha hecho nada bien.

La obra aliviadora entre la laguna de Gómez y el Carpincho cumple con su cometido. Elimina tanta cantidad de agua, con una cota de reserva tan baja, que en tiempos de seca se puede apreciar el desecamiento de dicho espejo. Antiguamente se consideraba histórico un acontecimiento de estas características, mientras que hoy es una cuestión periódica.

“Los factores ambientales suelen ser las principales causas de la mortandad masiva y aguda de peces, en particular en estos tipos de cuerpos de agua - aseguraron desde la Autoridad del Agua (ADA) – quienes atribuyeron este desastre natural ictícola a la alta concentración de fitoplancton y la remoción de detritos que disminuye la cantidad de oxigeno”.

Más específicamente, el ente provincial destacó a la prensa local que: “…hay una alta concentración de cianobacterias que consumen grandes cantidades de oxigeno y limitan así su disponibilidad a los peces”.

También se consideraron factores tales como la temperatura ambiente, los vientos, la concentración de oxigeno en el agua, el pH, la salinización, las sustancias contaminantes y otros factores. No se mencionó la cota de reserva, la altura que tenía la antigua exclusa. La obra realizada del canal aliviador y una exclusa un metro más baja que la anterior, que no conserva el volumen de agua necesario para los períodos de Niña.

El desmanejo del recurso hídrico ha permitido acentuar las sequías y las inundaciones según sucedan, impactando de lleno en la producción agropecuaria. Pero si no importan los incendios o derramamientos en miles de hectáreas de producción generadora de los recursos del país, mucho menos inquietud provocara la falta de turismo.

Junín hace tiempo que perdió la denominación de “Ciudad de Turismo,” reconocimiento otorgado en 1965, en parte por la desidia operada desde las distintas gestiones municipales, y en otras, por el menosprecio de los propios habitantes. Casi como decir por lo mismo.

La falta de un presupuesto congruente que respalde un proyecto para el turismo en el partido, y en particular para las dos lagunas es el principal escollo. Solo algo de maquillaje, ciertas tareas de poca envergadura, y en la Dirección de Turismo local sucumbirán pequeñas y grandes intenciones.

La ausencia de baños en número afín a los “miles” de turistas que dicen que llegan, el sistema de circulación vial por donde se desplaza el grueso del tránsito vehicular, que marcha por una vía angosta, flanqueado por el andar peatonal y el zigzagueo de motos, cuatriciclos y bicicletas.

La estructuración edilicia debería ser reconsiderada en pos del medio ambiente verde, natural, característico de un lugar para el descanso. Con lugares para la recreación y estructuras para el camping, alquileres de casillas y puestos comerciales, con precios acordes al miniturismo. A las lagunas no llegan turistas internacionales (recordemos que el aeroparque está cerrado desde hace casi 10 años) ni la cantidad de personas como para poder decir ampulosamente “Turismo”.

Un hecho anecdótico que proviene de la década del ’60 se arrastra hasta nuestros días. Una extraña ordenanza prohibía a los restaurantes locales servir en sus menús platos que tuvieran pejerreyes locales.

El temor que los gastronómicos de aquella época depredaran a la flecha de plata era superlativa para aquellos ediles, en momentos que el gobierno de la provincia de Buenos Aires autorizaba la pesca comercial con red en dicha laguna.  Así, por más de cincuenta años se cercenó la oferta gastronomía vernácula y se ciñó el miniturismo.

Pero ese no fue el mismo celo protector evidenciado hacia la especie argéntea por parte de los ediles de hoy frente a éste nuevo genocidio “natural”. Con antecedentes no muy lejanos, tampoco tuvieron protección hace pocos años atrás, cuando un organismo ambientalista internacional se conmocionó al corroborar la depredación ictícola en la laguna de Gómez. Según su propia corroboración se habían extraído más de tres millones de ejemplares de pejerreyes en una temporada, por pescadores no comerciales.

El impacto fue más grande para los ecologistas cuando comprobaron que en una embarcación y con cañas, se habían sacado en una jornada de pesca, mil ejemplares. La mueca fue aún mayor al acreditar, además, que había especímenes tirados a la vera de la ruta. Otro secreto a voces escuchado fue que muchos pejes pasaron a ser alimentos para los cerdos o directamente se pudrieron en la basura.

Estos actos, privativos de quienes sostienen una caña, no pescadores, depredan con más saña cuando realizan sus matanzas a los “cornalitos”. Y como por si todo esto no fuera asaz, el desastre acuícola se acrecienta con el desecamiento de “El Carpincho,” donde miles de especímenes correspondientes a otras especies como bagres, carpas o tarariras también sucumben.

En ciudades como Mar del Plata, San Pedro, y otras tantas, se puede deleitar las cazuelas de pescados o las frituras mixtas, pero ni los odontesthes, siluros, eruthrinidae o los cyprinus, pueden ser parte de platos sibaritas preparados por profesionales locales.

Con una obra edilicia fácil y sencilla en esa laguna se podría haber evitado tal mortandad. La dificultad para realizar esta obra radica en la imperiosa necesidad de contar con funcionarios que tengan conocimientos de cómo se maneja el agua, tal como lo hace el Estado de Israel con obras no tan costosas, pero con magníficos resultados.

El recurrente desastre acuícola de pejerreyes que fueron “sembrados” hace dos años, juntos a las otras especies naturales, encuentra solución poniendo la vista al cielo, esperando que llueva (igual que pasa cuando hay incendio de campos) o que de algún lugar de la cuenca drene el liquido elemento hasta esto humedales para después drenarla raudamente.

Desde hace tiempo el turismo argentino esta desatendido, excepto algunas regiones como las zonas de los cargos públicos, lugares de paseo para ciertos funcionarios, que, además de beneficiarse con vacaciones de cuatro años, son ampliamente remunerados con viáticos, carga social, etc. Pero este tipo de “turismo…” es exclusivo solo para algunos pocos elegidos.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias