jueves 18 de abril de 2024

OPINIÓN | 19 jun 2021

MIRADA EXTREMA

La sombra del espejo

Escribe: Andrés "Tato" Rissolo.


Finalmente concluyeron las obras que transformaron los 39,7 km que separan las ciudades de Chacabuco - Junín de la Ruta Nacional Nº7, ahora convertida en autovía, tras un costo incalculable en vidas humanas y años de reclamos no correspondidos ante las autoridades gubernamentales. En la inauguración, a la hora de las fotos para la historia, los principales mentores no estaban. Por eso se impone, como acto de justicia, enfatizar los ingentes esfuerzos de los vecinos autoconvocados de Chacabuco.

Porque junto a todas esas vidas cercenadas durante tantos años en los sucesivos accidentes viales, se debe sumar también la de aquellos que propugnaron porque esta nueva vía sea una realidad, y no lograron verla concluida.

Al acto protocolar de inauguración en el km 226 de la Ruta Nacional 7 llegó el presidente de la Nación, Alberto Fernández, y toda la comitiva que marca el protocolo, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y el administrador de Vialidad Nacional, Gustavo Arrieta, y el Gerente de Regiones y Distritos de Vialidad Nacional, Patricio García. En un costado, los intendentes municipales de la ciudad de Chacabuco, Victor Aiola y de la ciudad de Junín, Pablo Alexis Petrecca.

Anteriormente, en otra oportunidad, el por entonces presidente de la Nación, Mauricio Macri, y su Ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y la gobernadora de la provincia María Eugenia Vidal, hizo lo propio el 30 de septiembre del 2019, inaugurado a su manera la obra que había iniciado en su gestión.

La autovía, considerada por ambas administraciones como una obra muy importante, es un doloroso recordatorio del abandono, el descuido, el olvido de años por parte del Estado y la mala política que se llevó muchas vidas de seres queridos.

Si hubiera algo que encomiar después que ha pasado tanto tiempo y sufrimiento, es la continuidad en las tareas de los proyectos de distinto signo político. Todo esto sí realmente es cierto, como se dijo, que la obra pública es muy importante porque pone en marcha la economía, y genera trabajo para el beneficio del desarrollo de cada región de la Argentina.

Porque ese es el trabajo de los gobernantes, y deben asumirlo todos los días sin dilatarlo hasta la exasperación de los reclamos de los ciudadanos.  No es decoroso vanagloriarse por haber mejorado o concluido una obra, cuando la misma tiene tantos años de atraso como el país de subdesarrollo.

Y si se ha de destacar la sordera oficial por tantos años, al menos hay que enfatizar la labor de los autoconvocados de Chacabuco, que a diferencia de los de Junín, no disolvieron su accionar cuando la Justica Federal actuó por el corte de ruta nacional. Sin amedrentarse, corrigieron su accionar y se avocaron a hacer uso de sus legítimos derechos.

No se desahuciaron cuando nadie de los que decían representarlos no contestaba sus llamadas o desoían sus pedidos. Estacados a la vera del acceso Hipólito Yrigoyen y la Ruta 7, instalaron un cartel con un contador de días, que marcaba el oprobio de los gobernantes por no cumplir con la palabra prometida. “La burocracia también mata” rezaba el cartel.

En esa oportunidad el vecino Juan Carlos Minchilli detalló que el cartel refería: «Faltan 180 días» y de allí comenzar con la cuenta regresiva. En la reunión que el grupo mantuvo con Dirección de Vialidad Nacional, se les prometió que no llegarán al día cero sin que estén las obras comenzadas.

Según Minchilli al Director de Vialidad Nacional se le anticipó que: «si no se cumple, el lema será Kirchner mintió, Domínguez mintió, Macri mintió», tras fundamentar que esta obra fue anunciada en el 2008 por el presidente Néstor Kirchner, luego en el Concejo Deliberante por el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez y por el Jefe de Estado, Mauricio Macri.

Y su disputa era doble. Por la conexión con Carmen de Areco y la vía hacia Junín. Fueron días con marchas sin respuestas, cuando el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner desconocía la gestión de la intendencia de Mario Meoni, por su respaldo a Julio Cobos, los convocados no supieron de claudicaciones.

Hoy, finalizada la conexión con Junín, falta la Variante Chacabuco que cuenta con una extensión de 23 km, genera 100 puestos de trabajo, mientras se continúa con el movimiento de suelo, la limpieza de terreno y hormigonado de alcantarillas. El tramo Carmen de Areco – Chacabuco, se reactivará entre los meses de julio y agosto, con 55 km de extensión.

En tanto otros trabajaban, los ministriles regionales se  ufanan en decir que esta “autopista” es clave para la seguridad vial, el desarrollo comercial y productivo de la región. Que se sigue apostando a la obra pública como motor de la economía, mejorando el transporte y facilitando a la producción, brindando más trabajo a los vecinos de la región. Dicen también, que la transformación en autopista de la RN 7 forma parte del Corredor Bioceánico, que finaliza en el Paso Fronterizo Cristo Redentor, y es toda una fuente de intercambio comercial.

Y las preguntas que se imponen son ¿por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué tuvo que morir tanta gente? ¿Por qué desoyeron por tanto tiempo, los unos y los otros, las voces de los autoconvocados y no convocados? Al menos, por respeto al enorme número de vidas perdidas, habría que guardar una gran cota de recato.

Hace poco tiempo, ambas ciudades fueron golpeadas por el deceso de dos personas vinculadas a esta ruta: el Ministro de Transporte de la Nación, Mario Meoni, y Juan Carlos Minchilli.

Minchilli, el hombre que recorrió la ruta y los caminos rurales desde la década del ‘60, autoconvocando con un grupo de vecinos que no respondían a ningún partido o dirigente, que simplemente respondió a las necesidades de su comunidad, víctima de Covid no llegó a ver la obra inaugurada.

Pero su gestión entre los vecinos autoconvocados para buscar soluciones ante las necesidades vitales y los oídos necios, quedó plasmada como ejemplo en su accionar como ciudadano de bien. Minchilli conservó esa bonhomía de hombre de pueblo, que se interesa por su vecino, por su comunidad.

Quizás Junín, que dista mucho de ser una gran ciudad, haya ya incorporado esa insensibilidad característica de las grandes urbes. El desinterés por lo que sucede en el entorno probablemente explique, en parte, el por qué del cierre de los talleres ferroviarios, el aeroparque, y las demás carencias.

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