lunes 19 de mayo de 2025

CULTURA | 1 jul. 2021

CARLOS JULIO EIZMENI Y SU ENORME TALENTO

“Canta el violín y Becho es el aire…”

Fue un gran músico uruguayo. Mucha gente piensa que “Becho” sintetizó un personaje de ficción ideado por Alfredo Zitarrosa. Los que se enternecen con la canción “El violín de Becho”, quizá no saben que fue un hombre de carne y hueso.


Por: Ismael Canaparo

Revisando aspectos de la canción uruguaya y sus protagonistas, encontramos un documental realizado hace más de diez años denominado “Becho, el del violín”, bajo idea y concreción del periodista Carlos Castillos, experto en producir obras sobre músicos poco frecuentados.

Se trata de un homenaje a Carlos Julio Eizmendi, el Becho, un violinista que nació el 7 de febrero de 1932 en la ciudad de Lascano, departamento de Rocha (Uruguay), y murió el 21 de mayo de 1985 en el hospital de Clínicas de Montevideo. “El nombre del “El Becho” cobró mayor notoriedad desde la canción de Alfredo Zitarrosa, uno de sus amigos entrañables con quienes compartió noches de bohemia. Sin embargo, Carlos Eizmendi tenía suficientes méritos como para ser un artista de trascendencia internacional”, dijo Castillos.

Carlos era hijo del peluquero Ángel Eizmendi Méndez y de la maestra Herlinda Lovisetto Agresta. A los cinco años fue inscrito en la Escuela de Varones Nº 74 de Lascano en segundo año, ya que en su hogar fue asimilando naturalmente el programa de primero.

Comenzó sus estudios musicales a los ocho años con el maestro Camilo Boronat, director de la Banda de Música de Lascano y tiempo después, comenzó a ejecutar el saxo en esa agrupación musical. Fue alumno fundador del liceo de Lascano. Simultáneamente viajaba a la ciudad de Treinta y Tres para seguir sus estudios de violín. Una vez terminados sus estudios preparatorios, pasó a residir en Montevideo, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y prosiguió sus estudios musicales con diferentes profesores.

La revista “La Ciudad”, de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), contó aspectos del “Becho” Eizmendi, el personaje que motivó la canción que interpreta Alfredo Zitarrosa, existió en realidad y tiene una historia muy interesante, que vale la pena conocer. “El músico lascanense, Carlos Julio Eizmendi, el “Becho”, fue un violinista que inspirara la famosa canción de Don Alfredo. La mayoría de la gente cree que “Becho” es un personaje, una ficción inventada por Zitarrosa.

No se ha logrado develar, por qué se conoció al músico con el apodo de “Becho”. ha sido imposible averiguar el origen del sobrenombre. Ni los parientes más cercanos han podido decir. La madre fue una mujer muy amorosa, por lo que el sobrenombre podría venir de “beso’”.

Don Ángel y doña Chicha, fueron los padres de “Becho”. Ella había sido maestra y fundadora del liceo de Lascano, él era peluquero. Por Lascano, Barra del Chuy, Rocha y Montevideo, son los lugares donde transcurrió la vida de “Becho”. En la Barra del Chuy transcurren algunos de los episodios más interesantes de su niñez y juventud, desde fines de los años treinta ya veraneaba en esa zona.

Siendo un adolescente, comienza a estudiar violín, y con un grupo de amigos del balneario comienzan a dar serenatas a las muchachas, aunque en realidad esas serenatas las ofrecían también para la gente del lugar, a manera de mini conciertos callejeros”.

Ingresa al SODRE en noviembre del año 1953 y un año más tarde pasó a ser uno de los primeros violinistas de la sinfónica. Los relatos, sitúan a Eizmendi en el lugar de un músico de enorme talento, pero también lo acercan al estereotipo del músico bohemio, coincidiendo todos en su calidad humana.

Era muy pintoresco, porque no le gustaba tocar en serio. Eso se lo reservaba para las orquestas, pero con sus amigos y la gente del pueblo, aprovechaba para divertirse, para tocar el violín, pero también para jugar con él. En la casa de Zitarrosa, Becho estaba ensayando con Alfredo, y vio que el arco del violín proyectaba una sombra en el suelo, y que San Pedro, el gato de Zitarrosa, intentaba atraparla. Eso dio como resultado una grabación fantástica, donde Becho toca el violín, pero a la vez juega con el gato, ese tipo de juegos eran muy comunes en Becho Había quien decía que él hacía hablar al violín.

Solía en el Chuy ir al boliche de un tal Nicomedes Gómez, se escondía detrás de una columna y le daba las buenas noches, pero usando el violín, y el bolichero se desesperaba buscando, sin saber si la voz que le había hablado pertenecía a una persona o a un loro.

Era un tipo muy querible, poseedor de un notable sentido del humor y una gran sensibilidad. En varias localidades rochenses, incluida la de Lascano, cuna del artista, la vida del músico no es recordada más que por sus coetáneos, personas de más de sesenta años, la mayoría de la gente joven de Lascano ignora que Becho es de allí, y mucha gente creía que se trataba de un personaje inventado por Zitarrosa.

Muy pocos saben que fue un eximio violinista. Tan bueno que se presentó a un concurso para una plaza en la Filarmónica de Munich, y entre doscientos aspirantes lo eligieron a él. Su talento fue reconocido también en Latinoamérica. Dirigió en Cuba, en Venezuela, en Bolivia, fue profesor de conservatorio en Bolivia e integró la Sinfónica de Maracaibo. Talento de artista y trayectoria internacional que contrasta con la falta de reconocimiento en su país aunque tiene méritos más que suficientes para tener un lugarcito propio en la historia de la música uruguaya”.

Es de destacar el carácter popular y bohemio de Becho, más allá de su trayectoria en la música denominada culta. Ese es el rasgo, el “Becho” era un tipo popular,

Rocha, la ciudad en la que dictó clases de música y donde fue enterrado, y Montevideo, donde vivió durante dieciocho años. Durante las charlas con amigos de “Becho”, surge una serie de anécdotas poco conocidas. Entre todos los relatos se recuerda un par que ayudan a delinear rasgos de la personalidad del violinista. El primero se relaciona con la generosidad que tenía Eizmendi para compartir su música. Es así que, durante sus vacaciones en la Barra del Chuy, ponía su arte a disposición de los jóvenes del balneario para brindarles serenatas a las muchachas.

La segunda anécdota tiene que ver con la importancia que “Becho” le brindaba a su trabajo como profesor. En una ocasión tenía que viajar desde Montevideo a Rocha para dar una clase en el conservatorio de la ciudad, pero perdió el ómnibus. Entonces, para llegar en hora, decidió tomar un taxi, lo que le insumió todo su sueldo de ese mes.

Rodolfo Picca, un lascanense radicado en La Paz, diseñó y consiguió esculpir una placa de mármol de 1,80 de altura y 100 kilos de peso, que fue colocada en una plaza de Lascano, en las inmediaciones del Liceo local, adonde concurrió “Becho”. Liceo inaugurado por su madre y del que él fuera alumno fundador. Una sala del conservatorio de música de Rocha, donde “Becho” fue profesor, lleva su nombre.

A su vez, la Intendencia prometió hacer una exposición con los programas de los conciertos que “Becho” dio en el teatro 25 de Mayo de Rocha, donde debutó como concertista a los 17 años. La calle Dr. Corbo y la continuación de ésta desde la calle Padre Montaldo hasta el Liceo, se llama Carlos Julio Eizmendi.

Tenía suficientes méritos como para ser un artista de trascendencia internacional. Fue “un lascanense universal” dicen algunos de sus coterráneos, en referencia a la dilatada trayectoria artística en orquestas de Europa y América”.


SU RELACIÓN CON ZITARROSA


Alfredo Zitarrosa, conmovido por la manera de tocar el violín de Becho Eizmendi, compuso la milonga “El violín de Becho”, canción que se hizo famosa. Herlinda Lovisetto, su madre, fundadora y directora del Liceo de Lascano, votante del Partido Colorado y de orientación batllista durante toda su vida, fue destituida de su cargo por la dictadura cívico-militar uruguaya simplemente por ser la madre de quien había inspirado a un artista prohibido y declarado "persona peligrosa".

“Hace unos años, en el pueblo de Lascano, le hicieron un homenaje. Descubrieron una estatua. Para muchos vecinos jóvenes fue una extraña felicidad saber que Becho no era un personaje de Alfredo Zitarrosa sino un músico de verdad, el mismo músico que fue aceptado en la Orquesta Filarmónica de Múnich entre cientos de participantes en un concurso de invitación”, expresó Hernando Quagliardi, de Rosario 12.


EL VIOLÍN DE BECHO - Alfredo Zitarrosa


Becho toca el violín en la orquesta

Cara de chiquilín sin maestra

Y la orquesta no sirve no tiene

Mas que un solo violín que le duele.

 

Porque a Becho le duelen violines

Que son como su amor chiquilines

Becho quiere un violín que sea hombre

Que al dolor y al amor no los nombre.

 

Becho tiene un violín que no ama

Pero siente que el violín lo llama

Por las noches como arrepentido

Vuelve a amar ese triste sonido.

 

Mariposa marrón de madera

Niño violín que se desespera

Cuando Becho lo toca y se calma

Queda el violín sonando en su alma.

 

Vida y muerte, violín, padre y madre

Canta el violín y Becho es el aire

Ya no puede tocar en la orquesta

Porque amar y cantar eso cuesta.

 

 

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