jueves 28 de marzo de 2024

CULTURA | 6 sep 2021

GUSTAVO BEYTELMANN Y SUS REFLEXIONES

“El tango es una posibilidad infinita”

Gustavo Beytelmann es un célebre compositor, pianista y maestro argentino que ha sido uno de los mejores contribuyentes a la evolución del tango.


Por: Ismael A. Canaparo

Gustavo Beytelmann nació en Venado Tuerto en 1945 y se exiló en París en 1976, amenazado por la Triple A.  Allí vive hasta hoy este brillante pianista y compositor, importante referente musical argentino en Europa, discípulo de Francisco Kröpfl.

En 1962 estudió piano, armonía y composición en el Instituto de Música de la Universidad de Rosario. Unos años más tarde en Buenos Aires estudió composición con Francisco Kröpfl. En esa ciudad llevó una intensa vida profesional y artística. Compone música para cine, trabaja para la industria discográfica como pianista y arreglista, forma parte de varios grupos de jazz.

Ante el funesto caldo de cultivo ultraderechista y fascista de la Triple A, antesala del no menos nefasto golpe de Estado de 1976 en la Argentina, Beytelmann tuvo que emigrar intempestivamente a París, tras recibir amenazas de muerte. Se afincó allí primero, pero vivió asimismo un período en Roma, antes de regresar definitivamente a la capital francesa donde reside todavía.

En marzo de 1977 Astor Piazzolla lo invitó a participar en su gira europea que comenzó en el Olympia de París. Un poco más tarde, junto a otros músicos argentinos, fundó “Tiempo Argentino”, un grupo con una vida fugaz pero un paso importante en su evolución como compositor.

Luego vive en Roma donde compone para radio, televisión y cine italiano. De regreso a París creó con Juan José Mosalini y Patrice Caratini un trío que actuará en Europa y América durante más de 12 años. Grabarán 3 discos que atestiguan su contribución a la evolución del tango. Al mismo tiempo, Gustavo Beytelmann escribe para cine francés y alemán. A partir de 1993 intensifica su labor compositiva. Es compositor residente en Dijon (1995/1998) y en Guebwiller (2002/2003). Su música se interpreta con regularidad en Europa. Desde 1996 es director artístico del Departamento de Tango del Conservatorio de Rotterdam.

Federico Monjeau y Sandra de la Fuente cuenta que “Beytelmann vino a Buenos Aires como uno de los padrinos del VI Festival de Tango y dio dos notables recitales en solo de piano. Es probablemente la principal referencia del tango y la música argentina en Europa, aunque la visión y el enfoque critico del musico no pertenecen al núcleo ideológico del género. “A veces me temo -dice el musico- que en el reparto de cartas que hacen los países centrales el tango termine formando parte del museo de costumbres de un país periférico y nosotros nos conformemos con eso, ya que el tango reúne posibilidades infinitas”.

Los periodistas le preguntaron si creía que el tango era una moda mundial y una fuente de ingresos para los músicos argentinos. Y la respuesta no tarda en llegar: “Este es un momento interesante, porque el tango ha retomado el diálogo con la comunidad de origen. Pero las condiciones del planeta cambiaron y si no somos conscientes de que no estamos hechos para una eternidad, de que nuestra esencia es el cambio, podemos hacer que el tango reciba una segunda muerte. El tango tuvo, a mi juicio, dos embajadores en los últimos 25 años. El primero fue Astor Piazzolla, que tenía el sentimiento positivo de la acción. Hay una montaña de música de Piazzolla y el tiempo dirá qué quedará de toda su obra. Su música se toca muchísimo en Europa, sobre todo en el mundo clásico al que curiosamente Astor aspiró toda su vida con un gran complejo de inferioridad, según yo creo. El otro embajador del tango es la danza. En ciudades como Amsterdam, Berlín y París se puede bailar tango las siete noches de la semana en diferentes lugares. Pero sabemos por tradición que el baile fue un freno terrible al desarrollo musical del tango. Horacio Salgán está ahí para contarlo: su orquesta de los años 50 no era contratada porque no era para bailar. Hoy el baile es un embajador de una Argentina de pacotilla, de gomina y taquito militar. Mucha gente viene a ver este tango momificado, de carta postal. Como es una fuente de trabajo, y el trabajo en estos tiempos es lo único que hay que cuidar, todos van a tocar lo que la gente espera escuchar. No existe esa tensión dialéctica entre artistas y público que aparece en la historia de la música”.

Otras reflexiones: “El tango se encuentra en una etapa de reconciliación. Las nuevas generaciones se vuelven hacia las viejas tradiciones. Incluso en la vestimenta, domina un aire antiguo”; “No hay tradición sin creación. La tradición tiene que ser auscultada a la luz de nuestra actualidad y tiene que darnos respuestas actuales, obras”.

“No hay alumno mío que, más allá de lo que haga con el tango, no esté inscripto en el departamento clásico estudiando un instrumento. Si tocás Bach correctamente, tocás tango. No he conocido casos donde se diera lo contrario. Hace 40 años que practico la transversalidad, antes de que de que esta palabra se pusiera de moda en la política argentina. Las practicas diferentes enriquecen. Mi trabajo en Rotterdam tiene también que ver con que la vida en Europa no es la de Argentina. Aquí también hay grupos para practicar y allá no, así que creamos una orquesta típica que toca diferentes estilos, sin pretensión de ser profesional. También hacemos transcripciones, ya tenemos como quince partituras del cuarteto de Roberto Firpo. Ahora con el profesor de violín estamos poniendo los arcos, un trabajo interesante similar al de los historicistas clásicos, Que quede un testimonio. No de las notas, porque podrían ser otras, sino de cómo tocarlas”.


CARNET


Referente de la música argentina en Europa, pero mal conocido y poco transitado en Buenos Aires, Gustavo Beytelmann es el músico que le faltaba a la escena del tango.

Pianista y compositor, Beytelmann nació en Venado Tuerto en 1945, estudió con Francisco Kröpfl y está radicado en París desde 1976, donde comenzó a trabajar el repertorio tanguístico con arreglos electroacústicos.

Fue pianista de Astor Piazzolla durante su gira europea de 1977 y, entre 1981 y 1992, trabajó centralmente con el trío Mosalini-Beytelmann-Caratini.

Además de ser director del departamento de Tango en la Universidad de Rotterdam, Beytelmann escribió la música de más de cuarenta películas (entre ellas la de Quebracho, de Ricardo Wullicher).

 

 

 

 

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