

Por: Redacción Semanario
La corrupción en la obra pública ha dejado de ser una simple sospecha o un mito urbano para convertirse en uno de los peores males enquistados en la política de nuestro país y lamentablemente Junín, como se dice, puede “no ser una isla”.
Y en esta instancia también cabe una pata de responsabilidad judicial que, a través de la lentitud y la falta de personal para realizar precisas investigaciones y pericias, hace que aquellas “presuntas” irresponsabilidades terminen en bucólicos sobreseimientos y descartes sin más, debido a la apatía de los mismos jueces que no quieren problemas con el poder político. Un verdadero círculo vicioso de esta burocracia estatal a la que todos apuntan y nadie se hace cargo.
Todo esto viene a colación para darle un marco al fuerte pedido que vino realizando la Cámara de Corralones Unidos y Afines del Noroeste Bonaerense (CUANOBA) frente al “ninguneo” municipal respecto a no promover la compra de materiales a comercios locales para llevar adelante las obras públicas en el distrito y seguir haciéndolo con proveedores foráneos y casi exclusivos.
Por ese motivo, el presidente de la cámara, Hugo Cieri reclamó el “Compre Junín” declamado por las autoridades comunales y de ese modo los comerciantes del rubro lograron participar en un primer presupuesto por tres millones de pesos a través del Grupo Junín, que a través del municipio, es quien resuelve sobre la mayoría de obras de refacción y mejoras en las escuelas locales y otras.
Sin embargo, la bronca se desató en la empresa que tiene mayoría de participación municipal y en el propio municipio por sentirse “controlados” en las licitaciones. Un enojo exagerado, justamente en una gestión donde la transparencia aparece en las palabras, pero no en los hechos.
Son casi 100 millones de pesos que puso la provincia de Buenos Aires para llevar adelante obras de mejoramiento e infraestructura. Que mejor entonces que los materiales que se utilicen sean adquiridos en comercios locales, algo que esta gestión municipal nunca hizo y no por ello consiguió mejores precios y por ende eficiencia.
En su reclamo, CUANOBA recibió el apoyo de la Sociedad Comercio e Industria local y su presidente Marcos Maroscia junto a su equipo están estudiando la forma en que sus asociados también sean incluidos como proveedores a través de este tipo de licitaciones.
Si bien desde la subsecretaría de producción local les gusta alardear acerca del programa “Comprá en Junín”, esto no ocurre desde el municipio cuando éste debe llevar adelante obras en el área de la construcción. Incluso en su recorrida electoral de estos días el intendente Pablo Petrecca en sus almibarados discursos ha dicho que “es fundamental apoyar a productores y empresas”. Algo que en la práctica no se lleva a cabo.
Por el contrario, la situación de desprecio hacia las empresas locales no es novedosa y la creación de una cámara que nucleara al sector de la construcción se llevó adelante hace más de dos años para –entre otras cosas- reclamar que la inversión que se haga en Junín en materia de obra pública, favorezca no sólo a la infraestructura sino también a las empresas locales y fortalezca la economía regional. Algo que el municipio siempre desestimó.
“Desde hace mucho tiempo se vienen realizando en Junín obras importantes y ninguna de las más de 50 empresas que forman parte de CUANOBA (de nuestra ciudad y la región) participamos. En pandemia la pasamos muy mal, hicimos un esfuerzo enorme para poder aguantar y ahora que llega dinero de Nación y Provincia nos dejan afuera. No podemos participar de licitaciones y sumar a la economía local”, dijo Cieri cansado de tanto destrato.
Pocas horas después, y a regañadientes, Pablo “Tuta” Torres, encargado de Grupo Servicios Junín, acordó incluir a los corralones locales en las licitaciones.
Esta primera licitación, por tres millones de pesos, hizo que se presentaran seis empresas locales, demostrando la capacidad y las ganas que tienen para participar de este tipo de negocios que hasta ahora se lo venía llevando uno solo, siempre el mismo.
SERLO Y PARECERLO
El “diezmo”, “retorno” o “coima” en la obra pública es una práctica naturalizada en buena parte de los gobiernos de nuestro país y otros del mundo entero y algunos organismos están tratando de detenerlo a través de normas antifraude, como las que explicaba a SEMANARIO en ediciones anteriores el ex fiscal de Junín, Javier Ochoaizpuro.
La ética y la transparencia no deben ser palabras vacías y es indispensable que las entidades, como lo hizo CUANOBA, promuevan el cumplimiento por parte del gobierno local y que el resto de las entidades productivas se encolumnen en el mismo sentido, con el fin de llevar adelante buenas prácticas en la administración pública y al mismo tiempo generar mecanismos que permitan el desarrollo en el distrito promoviendo el ingreso de divisas externas, lo cual llevará a crear más y mejores empleos.
El enojo de los funcionarios municipales por el reclamo de CUANOBA para participar de las licitaciones no tiene ninguna razón de ser y ese tipo de prácticas con participación local debiera ser la regla y no la excepción.
Esta reacción del ejecutivo comunal no hace más que poner bajo un manto de sospecha a los funcionarios que se sintieron tan contrariados.