

El robo tuvo lugar el jueves pasado, en una casa de calle Ayacucho, casi Rivadavia. Alrededor de las 20, una familia fue sorprendida y la propietaria fue salvajemente golpeada por tres delincuentes encapuchados y armados que ingresaron para robar, y que destruyeron todo a su paso.
Si bien se informó que se “analizan” las cámaras privadas de domicilios vecinos y del Centro de Monitoreo, no hay avances en la investigación que permitan dilucidar la identidad de los sujetos.
El hecho tuvo lugar cuando una familia compuesta por una mujer de 45 años y sus tres hijas de 24, 17 y 9 se vio sorprendida por tres delincuentes que ingresaron a robar en su casa, ubicada en calle Ayacucho a metros de su intersección con Avenida Rivadavia.
Habían transcurrido algunos minutos cuando llamaron a la puerta y la mujer pensando que su hija que había salido habría olvidado la llave, procedió a abrir y se encontró con un hombre con el rostro cubierto con un barbijo, encapuchado y arma de fuego en mano, quien la empujó hacia el interior, al tiempo que detrás de él aparecían otros dos individuos.
Sin perder de vista a ninguna de las habitantes de la casa, tomaron cuchillos de la cocina y comenzaron a exigir una suma importante de dinero que imaginaban proveniente de la venta de una propiedad y que en realidad, no existía. Y durante una hora, todo fue un infierno.
La peor parte la llevó la madre de las jovencitas, que sufrió golpes en la cara, la cabeza, patadas en el abdomen, la espalda, las piernas. Y hasta fue empujada desde la primera planta de la escalera, rodando escaleras abajo.
Al tiempo que los delincuentes daban literalmente vuelta la casa, regresa la adolescente de 17 años encontrándose con la violencia desatada.
Una vez que se convencieron con que nada de lo que iban a buscar existía, escaparon con 2.900 pesos y 100 dólares, no sin antes atar a la mujer y sus tres hijas.
Recién cuando una de las jovencitas logró desatarse, pudo pedir ayuda a un vecino y la mujer junto a una de sus hijas, se trasladaron a la emergencia del Hospital Piñeyro donde le realizaron las primeras curaciones pero, además, una serie de estudios de diagnóstico por la gran cantidad de golpes que presentaba en todo el cuerpo y, fundamentalmente, en la cabeza.