martes 17 de junio de 2025

LOCALES | 8 oct. 2021

BASURA EN JUNÍN

Un relleno que está de relleno

Después de la inversión realizada en el predio lo único que se hace es seguir arrojando residuos con una mínima actividad de reciclado, por lo que la situación ambiental no ha cambiado y sigue siendo insustentable. Aprovechar el escenario para crear productividad, una idea del ex presidente del INTI, Enrique Martínez.


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La productividad es un parámetro económico muy poco mencionado en los escenarios de discusión actuales, invadidos por los análisis financieros hasta el cansancio, dice el ingeniero Enrique Martínez hoy como titular del IPP (Instituto para la Producción Popular).

Para el ex presidente del INTI “la productividad media del sistema de producción de bienes y servicios de una sociedad se relaciona en forma directa con la posibilidad de contar con mejor calidad de vida general. A mayor productividad media, mayor cantidad de bienes y servicios disponibles”.

El camino más prudente para no equivocarse es articular con más rigidez las dos metas: buscar aumentar la productividad de una manera tal que sea inexorable que eso se traslade a una mejora de la vida comunitaria.

Para eso sirve el ejemplo del reciclado de residuos urbanos, un trabajo que en Junín no se lleva a cabo de forma estratégica y no se le presta debida atención de modo tal que, por ejemplo, los integrantes de la cooperativa Las Marías puedan obtener un sustento acorde a partir de una productividad sustentable.

Según Martínez, “la situación actual comienza en el casi nulo compromiso de los generadores domésticos, que en buena medida consideran no ser parte del problema; integra en el eslabón siguiente a decenas de miles de cartoneros que realizan una tarea que laboralmente los degrada, aunque se haya naturalizado; sigue con un pequeño conjunto de empresas procesadoras, que en gran medida reproducen los materiales originales y montan un negocio basado en precios ridículos pagados por su materia prima; culmina con un grupo aún más reducido de empresas que agregan valor a los materiales recuperados, esencialmente alrededor de la industria de la construcción, también apoyados por el bajo precio de sus materias primas”.

En ese contexto el reciclado actual de materiales no supera el 20% de lo posible, siendo el destino del resto los rellenos sanitarios o los basurales a cielo abierto.

De este modo, el relleno sanitario de Junín, pensado para recibir una determinada cantidad de residuos con un porcentaje de reciclado muy bajo, acorta su vida útil y por ese mismo motivo pone en riesgo la inversión realizada.

En la consulta a Martínez, éste afirma que “el mundo tiene situaciones diversas en este tema, pero en el extremo hay escenarios virtuosos como el sueco y otros, que superan el 90% del reciclado, con tres destinos: biocombustible; generación de energía eléctrica; materiales originales o valor agregado sobre ellos”.

Ir de nuestro escenario al sueco, por caracterizar un espacio deseable, implica todo un enorme tránsito, en el cual cualquiera puede imaginar una importante generación de trabajo y de bienes industriales. ¿Cuál es el motivo por el que el municipio no aborda el tema convenientemente con los recicladores de la cooperativa?

POSIBILIDADES

Para Martínez, haya varios senderos posibles para tornar en productivo al reciclado.

“Varios de ellos surgen de la subjetividad de los actuales actores de estas cadenas de valor. Los grandes productores de materiales de empaque, que forman parte importante del problema, tienen carpetas llenas de diseños industriales para agregar valor a lo recuperado, una vez clasificado en grupos homogéneos”.

Estos industriales “sostienen que el avance por allí está bloqueado por la falta de suficiente material recuperado. En esencia, no les disgustaría ni la existencia de muchas más plantas a lo chino, donde ingresa todo el residuo sin ningún trabajo previo y se clasifica allí, ni la multiplicación de los cartoneros en la calle, en tanto se disponga de más material a reciclar”.

Los cartoneros, a su vez, como el eslabón más débil, reconocen la baja capacidad individual de cada recolector para aumentar su acopio; admiten que con los precios actuales pagados a su cartón o su plástico embalado en fardos necesitan un importante subsidio del sector público, para llevar a una canasta básica; sostienen como reivindicación básica que la industria transformadora les pague más por sus materias primas.

Ninguno de los tres eslabones y obviamente tampoco el Estado, que en el caso de Junín no participa del proceso, cuestiona la estructura completa del sistema. Sin embargo, resulta claro que tal como hoy opera, se perjudican todos, incluso la comunidad en su conjunto, porque el ambiente sufre importantes deterioros y varias decenas de personas que podrían tener trabajo en distintos segmentos de la cadena, no lo tienen.

Sería importante entonces -y materia de debate en el seno del Concejo Deliberante- que los cartoneros y recicladores se integren a los emprendimientos y tengan decisión en el proceso, tanto de separación como de agregado de valor, para evitar que el obvio aumento de productividad que se generará beneficie a otros actores.

Martínez apunta a la necesidad incluso de “instalar un régimen de premios y castigos a los generadores primarios de residuos – todos nosotros – para que se sumen a procesos de separación en origen, con residuos que se retirarían casa por casa en días diferenciados. Los países escandinavos no tienen una tasa de barrido y limpieza rígida como nuestro país, sino que han sido capaces de flexibilizar el tributo en función del aporte que cada domicilio hace a una mejor separación y recolección”.

Por otra parte, debiera dedicarse toda un área del sistema de conocimiento público a perfeccionar las posibles tecnologías de agregado de valor al reciclado, con la mira puesta permanentemente en maximizar el resultado por trabajador ocupado, para conseguir que la retribución de los trabajadores del sector acompañe esa tendencia.

Lo antedicho es solo una parte de las acciones posibles, que podrían ser acompañadas de la generalización de digestores y de plantas de todo tamaño para generar energía eléctrica con la fracción orgánica de los residuos.

El expresidente de INTI asegura que “una idea central a repetir hasta el cansancio: un sistema basado en el aumento sistemático de la productividad y de la distribución de sus frutos, puede y debe dejar atrás a los cartoneros como integrantes del escenario urbano, así como enterrar – valga la imagen – la idea que se puede naturalizar trabajo de muy baja productividad, con una compensación salarial que surja del presupuesto público”.

La gestión Petrecca pudo crear una cooperativa de barrido, que parece darle resultado, aunque aún quedan algunos cabos sueltos acerca de la verdadera naturaleza y manejo de la misma.

Por lo tanto, tomando dicho ejemplo podría hacer lo mismo con los integrantes de la cooperativa de recicladores que vienen poniendo “garra y voluntad” pero el resultado económico no es el esperado.

Se podría con ello generar un verdadero círculo virtuoso: dar productividad a un sector, generar recursos para retroalimentarlo, promover puestos de trabajo, ejercer control sobre los residuos y salvaguardar el relleno sanitario, ahorrando nuevas inversiones para cuando desborde.

Todo cierra, pero la decisión política debiera estar libre de intereses que excedan los de la comunidad toda.

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