

Por: Ismael A. Canaparo
Una dolorosa noticia sacudió al mundo futbolístico juninense, a raíz del fallecimiento de un auténtico crack, Ramón Jesús Alvarez, que dejó de existir el 12 del corriente en Mar del Plata, ciudad que había elegido para vivir desde hace una década y media. Tenía 88 años.
Nació en Pergamino el 8 de octubre de 1933. Al igual que otros talentos no genuinamente locales (Luis Artime, Daniel Passarella, Marcelo Lucero, Víctor Oyarzábal, Hugo Spadaro, Pedro Cambareri, Miguel Angel Villafañe, Horacio Rodríguez, Osvaldo Gutiérrez y tantos otros), el público lo consideraba hijo de Junín.
Alvarez vistió la casaca verde de Sarmiento durante tres temporadas: 1958/60. En ese lapso, participó en 37 encuentros, convirtiendo 10 goles.
Debutó el 15 de julio de 1958, en el partido entre Sarmiento y Colón, en el estadio de cemento, por la 11º fecha del campeonato de Primera “B”. Empataron 2 a 2 (Ernesto Pelli y Noel Madama marcaron para el elenco dueño de casa). El local formó de la siguiente manera: Fortino; Pérez y Lucero; Commisso, Espósito y Zorzenón; Madama, Quaglia, Bonelli, Alvarez y Pelli. El entrenador era José García Pérez, uno de los grandes marcadores de punta de la historia (224 partidos como jugador de Racing Club). Tuvo poca participación en esa temporada, apenas un encuentro, producto del gran momento del equipo titular (terminó sexto en dicho torneo), que habitualmente se conformaba con Fortino; Pérez y Lucero; Domínguez, Espósito y Zorzenón; Madama, Quaglia, Bruzzio, Barrionuevo y Pelli.
En el ciclo siguiente, Ramón tuvo más oportunidades para lucir su gran capacidad, año de una ausencia que se hizo sentir: la de Hebert Pérez, transferido a Huracán. Agustín “Ñara” Cosso ocupó el cargo de director Técnico. Con Sarmiento finalizando un poco más arriba de la mitad de la tabla, jugó 18 cotejos, marcando 7 tantos. Su primer gol con la camiseta verde ocurrió el 13 de setiembre de 1959 y significó un enorme triunfo por 1 a 0 ante Nueva Chicago, en el palacio verde de calle Gandini. En aquel día, Sarmiento alistó a Piola; Julio y Glinni; Pallares, Diz y Vásquez; Madama, Quaglia, Delfino, Alvarez y Oyarzábal. El once de Matadores presentó a la delantera más exitosa de su historia, a tantos años muy recordada por propios y extraños: Dacquarti, Calandria, San Lorenzo, D’Ascenzo y Casanova. Ese año también le convirtió goles a Dock Sud, Talleres (RE), Los Andes, Colón, Quilmes y All Boys.
“Lo mío es sencillo. ¿Sabés lo fácil que es jugar al lado de Taqueta (Barrionuevo), del Pelado (Hebert Pérez) o del mendocino Diz?”
También resultó promisoria su labor en la temporada 1960, ante la baja de importantes goleadores, como el Gordo Bruzzio, Francisco Quaglia y Carlos Delfino. Sin embargo, el equipo volvió a contar en sus filas con el Mariscal Hebert Pérez, luego de su brillo en el Globo de Parque de los Patricios. Alvarez fue titular en 18 partidos, con 3 goles. Una de las habituales formaciones de Sarmiento fue con Piola; Pérez y Zerrillo; Pallares, Frágola y Medina; Madama, Alvarez, Brrionuevo, Goroso y Pelli. El banquillo de técnico lo ocuparon Agustín Cosso, luego reemplazado por otro juninense: Pablo Mallegni (ex B.A.P. y Vélez Sarsfield).
SUS COMIENZOS
Ramón Alvarez se inició en Sport de Pergamino, desde donde vino transferido a Sarmiento en una suma récord para la época. Un poco antes, había militado en Paraná de San Nicolás e integrado el combinado de la Liga Nicoleña de Fútbol. Tuvo un corto tiempo en Newell’s Old Boys de Rosario, jugando en la tercera división. Luego de su ciclo en Sarmiento, compitió con las camisetas de Mariano Moreno, B.A.P., Sarmiento (amateur, campeón en 1958 y 1960, con doble afiliación) y en clubes de Canals (Córdoba) y General Viamonte.
EN EL COMBINADO DE LA LIGA
Con tanta calidad, Ramón no podía pasar de ninguna manera inadvertido para el seleccionado de la Liga Deportiva del Oeste, que en 1958 realizó una gran campaña en el recordado Campeonatos Argentino, que se disputaba todos los calendarios. El equipo albirrojo de ese año formó de la siguiente manera: Poratto; Nievas y Lucero; Prévite, Caramelo y H. Ferrari; Proglio, Barrionuevo, Ayala, Alvarez y Guillotti.
Padre de Miguel Angel (crack indiscutido de Sarmiento y doble ganador de ascensos en 1977 y 1980), Ramón fue un muchacho que respiraba fútbol. Hablar con él era una delicia. Siempre con la palabra justa, precisa. sin estridencias. Se sentía incómodo, por pura humildad nomás, cuando uno lo halagaba luego de un triunfo o de una tarea destacada: “Lo mío es sencillo. ¿Sabés lo fácil que es jugar al lado de Taqueta (Barrionuevo), del Pelado (Hebert Pérez) o del mendocino Diz? Siempre encontrás redonda a la pelota, no tenés que hacer muchos malabares para destacarte”, solía decirle a quien escribe esta merecida semblanza.
SUS CARACTERÍSTICAS
Ramón se sentía cómodo tanto como de enganche como delantero de área. Las dos funciones las cumplía a la perfección, con gran placer por parte de los distintos entrenadores que lo dirigieron. Era muy valorado, en especial, por Agustín Cosso.
Lucía una gran habilidad para ocupar los espacios vacíos, a raíz de su velocidad y precisión. No tan potente, pero dotado de gambeta para desbordar. Tuvo la particularidad de jugar mucho tiempo sobre la izquierda, además de haberlo hecho por la derecha en el conjunto amateur, en más de una ocasión. Tenía técnica y trato ameno con el balón. Pese a que no era su función específica, solía recuperar la pelota en el medio campo y a partir de allí generaba un contragolpe, luego motorizado por otros compañeros. En suma: un jugador distinto, de sólida formación.