

Se trata de una nueva forma de violencia en un mundo distópico, pero lo cierto es que los discursos de odio (DDO) nos abruman y se advierten claramente en distintos escenarios.
Esta semana, se conoció un informe que es el resultado logrado tras aproximadamente diez años de trabajo del Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia (GECID) del Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG, FSOC, UBA), bajo la dirección del investigador del CONICET, Ezequiel Ipar, que comenzó a estudiar las nuevas modalidades de autoritarismo social.
De acuerdo con Ipar, en aquellos años recién empezaba a afianzarse la articulación entre mitologías autoritarias y el ethos neoliberal, que algunos años después enmarcaría la profundización de procesos des-democratizadores en diferentes puntos del globo.
¿QUÉ SON?
Entre el 27 de noviembre 2020 y el 3 de febrero 2021, el equipo del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismo realizó una encuesta telefónica a nivel nacional a 3.140 personas (todas mayores de 16 años), que permitió sistematizar información en torno a las tendencias en la sociedad argentina a aprobar y reproducir discursos de odio (DDO) y otros prejuicios sociales en la esfera pública.
En el informe “Discursos de odio en Argentina”, los especialistas parten de definir a los DDO como “cualquier tipo de discurso pronunciado en la esfera pública que procure promover, incitar o legitimar la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de la pertenencia de las mismas a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social”.
Para medir el grado de disposición a la reproducción y promoción de DDO en la sociedad argentina, el equipo de LEDA desarrolló un índice de DDO. El objetivo es que este índice también permita elucidar las principales determinaciones sociales que podrían explicar las tendencias a la identificación con DDO, así como observar el modo en que se articulan los DDO con otros prejuicios sociales que también pueden debilitar la convivencia democrática, como el antisemitismo o los sesgos de género.
El índice de DDO (que permite determinar, fundamentalmente, si una persona aprueba, desaprueba o es indiferente a este tipo de discursos) se estructura a partir de tres enunciados que le son presentados a los encuestados para que expresen su grado de acuerdo, desacuerdo o indiferencia hacia los mismos: una afirmación racista con connotaciones segregacionistas; un discurso crítico de las posiciones ideológicas que discriminan al colectivo LGTB+ y una afirmación fuertemente xenofóbica.
“Las afirmaciones que le presentamos a los encuestados las extrajimos del trabajo cualitativo que hicimos previamente con grupos focales. Son enunciados que surgieron en discusiones en las que nosotros establecemos el contexto y ejercemos de árbitros, pero en las que no participamos. En el estudio cuantitativo lo que nos interesa ver son los niveles de aceptación y rechazo que tienen estos discursos en la ciudadanía”, señala Ipar.
ALGUNOS RESULTADOS
El resultado de la encuesta indica que un 26,2% de la ciudadanía argentina promovería o apoyaría DDO, mientras un 17% sería indiferente y un 56,8% los criticaría o desaprobaría.
Al observar cómo se correlaciona la aprobación de los DDO con la región geográfica del país en la que se reside, se ve que el apoyo de este tipo de expresiones se intensifica hacia el centro de la Argentina (donde un 30,7% de los encuestados los promueve) y al noroeste del país (30,4%), y exhibe los niveles más bajos en la Patagonia (20,5%).
Si exploramos los datos de nuestra zona geográfica nos encontramos con que tanto en el interior de la Provincia de Buenos Aires (PBA) como en el conurbano bonaerense, el nivel de aprobación con el que cuentan los DDO es un poco más bajo que entre la población de Argentina en general, siendo del 24,6 %y 25%, respectivamente. Algo similar ocurre en la Ciudad de Buenos Aires (22,6%) y en Cuyo (23,8%). En el noreste el grado de apoyo que tienen los DDO (26,1%) es casi igual al que tienen entre la totalidad de los encuestados (26,2%).
Cuando se mira la aprobación, desaprobación o indiferencia hacia los DDO según el grupo generacional del que forman parte los encuestados, se advierte que entre la población millennial (personas entre 25 y 40 años) hay una mayor predisposición a abrazar este tipo de discursos (31,1%) y una menor propensión a criticarlos o desaprobarlos (51%).
Son los baby-boomers (56 a 74 años) quienes menos apoyan los DDO (19,6%), así como quienes más los desaprueban (64,3%). Entre los más jóvenes, en los centennials (15 a 24 años), si bien la aprobación de los DDO (26,5%) está un poco por encima de la que tienen en la población en general (26,2%), la desaprobación (61,5%) es muy alta, y son los menos propensos a mantenerse indiferentes (12,3%).
EN LAS REDES
“Lo que ocurre con los millennials muestra que las nuevas generaciones no tienden necesariamente a una mayor progresividad, como se podría suponer. Los DDO atraviesan de manera, ligeramente diferenciada, pero trasversal a todas las generaciones. Los millennials están más expuestos que generaciones anteriores a una cultura de internet en la que hoy priman los DDO. Twitter, por ejemplo, es una red social muy popular entre los millennials, y ha sido caldo cultivo, en los últimos cinco o seis años, para la emergencia de nuevas culturas políticas que dan lugar a este tipo de expresiones de odio”, afirma Lucas Reydo, becario doctoral del CONICET en el IIGG e integrante de LEDA.
En cuanto al motivo por el cual los centennials parecen menos permeables a los DDO que la generación anterior, Reydo señala: “Se podría conjeturar que los centennials responden a otro tipo de uso de redes, más relacionado con el entretenimiento que con el debate público”.
Ipar agrega: “Me parece que ahí se puede construir una gran hipótesis, porque estamos hablando de hábitos que se generaron en la socialización de las diferentes generaciones a través de distintas tecnologías de comunicación”.
Uno de los grandes objetivos del LEDA es, justamente, estudiar la incidencia de las nuevas tecnologías de comunicación digital sobre el espacio público.
“El espacio público es la condición sine qua non de la vida democrática, porque ahí se forma, con la mayor libertad y en el mayor plano de igualdad posible, la voluntad popular. Esto podrá parecer idealista, pero aun la ficción de que ese espacio (en el que la comunicación libre y horizontal es posible) existe es un requisito para la democracia. Hoy las redes reconstruyen y reelaboran la esfera pública, que siempre estuvo atravesada por diferentes tecnologías de comunicación. Lo que nosotros queremos estudiar es cuáles son los efectos de esa transformación del espacio público por estas tecnologías de comunicación que surgieron, en un comienzo, como democratizadoras, dado que ponían a todas las personas en el lugar de productores de discursos que podrían ser considerados por otros. Pero no hizo solo eso, y más cerca en el tiempo empezaron a aparecer estudios que señalan los sesgos que están detrás de la arquitectura de las redes sociales”, explica el investigador.
NIVEL EDUCATIVO Y EMPLEO
De acuerdo con los resultados de la encuesta, las personas con posgrados completos e incompletos son las menos propensas a apoyar o promover DDO (16,1%) y las más dispuestas a desaprobarlos y criticarlos (68,2%). En este sentido, la tendencia general marca que cuanto mayor sea el nivel educativo alcanzado por las personas encuestadas, menor es su disposición a identificarse con DDO.
“Respecto de estos datos hay que tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, que las personas con mayor capital cultural suelen asumir los cuestionarios con cierto distanciamiento estratégico y, por lo tanto, frente a preguntas morales que tienen respuestas identificables como socialmente respetables, pueden no contestar con plena autenticidad. En cambio, quienes tienen menor capital cultural tienden a responder con menos cálculo y mayor honestidad. Por otro lado, si se tiene en cuenta que el nivel educativo puede funcionar también como un índice del nivel de ingresos o del estatus del empleo de los ciudadanos, estos resultados -que son parecidos a los de estudios internacionales- pueden reflejar cierto malestar entre los segmentos con peores oportunidades”, explica Ipar.
“Los resultados muestran que, en general, a mayor nivel educativo, menos propensión a identificarse con DDO. Esto coincide con lo que suelen mostrar los estudios históricos sobre la disposición a desplegar actitudes autoritarias. Sin embargo, lo que ocurre con el grupo de los que tienen secundario completo muestra cierta divergencia con la tendencia general. Ahí lo que se podrían estar traduciendo son ciertas fricciones de la vida económica y situaciones de vulnerabilidad por parte de clases medias o medias bajas. Se podría aventurar que la mayor disposición a aprobar y reproducir DDO por parte de este grupo tiene una explicación económica”, manifiesta Ipar.
Al ver la incidencia que puede tener el tipo de ocupación de los encuestados respecto de su postura sobre los DDO, los resultados muestran que es entre el grupo de quienes se identifican como dueños patrones o empleadores, que se ve una mayor disposición a apoyar este tipo de discursos (33,4%). Por otra parte, quienes se asumen como empleados (28%) y obreros (27%) también muestran valores levemente superiores al resto de ocupaciones.
ANTISEMITISMO y AUTORITARISMO
Frente a la afirmación antisemita que señala que “detrás de la pandemia del coronavirus hay figuras como Soros y laboratorios de empresarios judíos que buscan beneficiarse económicamente”, un 30,3% de los encuestados manifestó estar muy de acuerdo y un 6,7% simplemente de acuerdo, mientras el 37,6% dijo estar muy en desacuerdo y un 6,2% expresó estar en desacuerdo. Por otro lado, un 9,7% se manifestó indiferente frente al enunciado, y un 9,5% dijo no saber o prefirió no responder.
Al observar la correlación entre la aceptación de los DDO con la adhesión a visiones autoritarias, medida a través de un índice de autoritarismo también desarrollado por el grupo de investigación, se advierte que entre aquellas personas identificadas como muy autoritarias, un 33% aprueba DDO, mientras apenas un poco más de la mitad los rechaza. En cambio, entre aquellos identificados como nada autoritarios, un 16,9% se identifica con DDO y un 65,3% los critica y desaprueba. Entre los algo autoritarios la disposición a reproducir DDO es del 27,2% y la desaprobación del 56,2%.
Algunas otras variables con las que el informe buscar correlacionar los DDO son las opiniones sobre el rol de Estado en relación con la inmigración, las posturas sobre al aborto, el grado de acuerdo con que la policía actúe más allá de los procedimientos legales para resolver ciertos crímenes y las preferencias de vacunas.
Ahora el proyecto del equipo es repetir la encuesta para hacer un seguimiento de cómo evolucionan las posturas respecto de los DDO y darle mayor sistematicidad al estudio.
“El contexto en el que hicimos esta primera encuesta fue el de la pandemia y eso por ahí explica la intensidad de algunas posturas. Lo que queremos ver en futuras encuestas es si la aprobación de las DDO baja o sube sobre el total de encuestados, pero también, por ejemplo, cómo se modifica por regiones, por grupo etario o por ocupación”, concluye el investigador.