martes 16 de septiembre de 2025

LOCALES | 27 nov. 2021

MIRADA SEMANAL

Una caricia y una flor, disfrazan la gestión

Que a nadie se le ocurra llamar farandulización de la política a estas cuestiones, porque parece que ahora, se les llama “gestión”.


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Se cuestiona la presencia en la política de un género extraño que la estaría -como mínimo- banalizando y -como máximo- destruyendo.

La política se ha ido vaciando de contenido al tiempo que ha sido invadida por una lógica impropia que la emparentaría con ciertos géneros televisivos más propicios a resaltar escándalos privados, peleas soeces, morbosidades biográficas y, sobre todo, la disolución de contenido en pos de cuestiones más bien superficiales, en lugar de sumar debates para solucionar la vida de la gente.

La Iglesia se expresó respecto de ello ya en 2016, a través de un comunicado, “absolutamente conmovida” por la farandulización de la política.

Al reflexionar al respecto, afirmó que la política “no debería ser producto del marketing, que los políticos debían expresar con claridad sus proyectos, y que debían, sobre todo, privilegiar la capacidad de diálogo”.

Farándula se asocia etimológicamente a vagabundeo, pero a un vagabundeo propio de ciertas compañías de teatro medievales. Por eso también se asocia con farsa, pero sobre todo con puesta en escena: un buen gobernante, decía Platón, debe poder gobernarse a sí mismo. Aunque todo sea una farsa.

Distinta es la frivolización de la política. Lo frívolo, como lo superficial, acompaña a la farándula. La frivolidad tiene algo de pretencioso, pero que se vuelve frivolidad cuando se evidencia: un buen gobernante no solo tiene que ser sino también parecer, decía Maquiavelo.

La política también muestra su espectacularización, un concepto también ambiguo que implica la idea de contemplación. “La política como contemplación la distiende de sí misma y la coloca en un lugar de ajenidad, abandonando la idea tradicional de política activa para reducirse a una cuestión electoral de zapping, confundiendo el éxito del rating a la solución de los problemas”, según reflexionó el filósofo Darío Sztajnszrajber.

Esta frivolización de la política como expresión se ha ido consumando lentamente.

Si bien no es un fenómeno local, en nuestro país, desde el advenimiento de la democracia, quien inició intensamente la farandulización fue Carlos Saúl Menem. El riojano acompañó su gestión de gobierno con una fuerte exposición mediática, con encuentros junto a grandes celebridades del ámbito local e internacional. Además de los actos públicos o actividades oficiales, al exgobernador de La Rioja y presidente desde 1989 se lo podía ver muy seguido en el prime time de la televisión argentina, en visitas a los programas de las divas Mirtha Legrand o Moria Casán, hasta en partidos de básquet o fútbol que jugaba y transmitía.

En el ámbito internacional, Carlos Menem se jactaba de sus encuentros con las personalidades más ‘mainstream’ de la época: encuentros con Lady Di, con el Rey de España, con Elizabeth I, la reina de Inglaterra, con Madonna y hasta una visita oficial de los Rolling Stones a la residencia presidencial de Olivos.

En el ámbito local, al asumir el intendente Petrecca se promocionaba como “una persona común, distinta para la política”. Con el tiempo, y bajo el marketing protector del PRO, aquella imagen ‘inocentona’ que se movía en bicicleta cambió, y su discurso y acciones quedaron de lado, para empezar a jugar en sintonía en el escenario político mayor, disfrazado con el cotillón publicitario del macrismo.

La farandulización apareció en todos los medios, no junto a figuras del espectáculo, sino en un gran spot publicitario ‘del mejor equipo de los últimos 50 años’.

Así, sin aparecer en una foto con una Ferrari regalada, todos posaron junto a un puente como si estuviera inaugurado, aunque le faltaran meses para ello. Las obras sin terminar y las acciones publicitarias de una gestión que no existía, fueron el nuevo caballito de batalla.

El intendente que subió a la ola amarilla y que llegó al municipio haciendo campaña prometiendo una nueva ciudad y ni siquiera pudo empezar con la anunciada bicisenda, porque le “fallaron las cuentas”, dejó hace rato su discurso de una vida mejor, para convertirlo en una caravana interminable de acciones de esperanza.

La novedad desde hace un tiempo es que mutó aquellos “sueños grandes” por acciones pequeñas, y una política de “acompañamiento”

En esta nueva etapa, su equipo de prensa no deja de fotografiarlo junto a sufridos empresarios, o cuando camina al lado de los comerciantes que no saben de qué disfrazarse para mantener sus negocios abiertos. También posa junto a los empleados municipales, a los que les otorga aumentos en cuentagotas, que siguen con sueldos irrisorios, que dan vergüenza.

Eso sí, no pierde ocasión de mostrarse a pura sonrisa, como un afortunado de la vida. No olvida entregar flores a alguna cantante, posar junto a algún escritor famoso al que le pagaron una fortuna para que firme un par de libros o bailar al ritmo de la cumbia como si todo fuera una maravilla y aunque haya sido en plena veda electoral.

Sólo le faltó posar junto al ‘Chancho Blanco’, una de las vedettes de la jornada electoral, para cerrar sus días de jolgorio.

Que a nadie se le ocurra llamar farandulización de la política a estas cuestiones, porque parece que ahora, se les llama ‘gestión’.

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