

La primera promesa la hizo Néstor Kirchner en 2008, el gobierno de Cristina llegó hasta el km 99, con el de Mauricio Macri se adelantó hasta el 108 y se dejaron bases para terminar el tramo Chacabuco-Junín. En los dos años de Alberto Fernández se pudo terminar este último trayecto, comenzó a desarrollarse la variante Chacabuco (abandonada por la empresa en la gestión anterior) que pasa por fuera de la traza tradicional y ya está a punto de asfaltarse y esta semana se iniciaron las obras del último tramo.
Por fin, la Ruta 7 terminará de convertirse en autovía- autopista -de Luján a Junín- en un par de años, cuando se concreten estos 55 kilómetros faltantes y se pusieron en marcha.
Una historia plagada de reclamos, muertes y mezquindades por parte de funcionarios que no funcionaron, pero también de frentistas que pusieron reparos judiciales cuando la necesidad era la carretera.
Seguramente la tragedia ocurrida en Luján en 2011 sacó del olvido las promesas y comenzó una lenta atención a las obras.
En aquella oportunidad dos jóvenes de 16 años y uno de 15, perdieron la vida en accidente múltiple ocurrido en el kilómetro 74 de la ruta 7 a poco de la finalización del acceso oeste y cuando hacia Junín había intenso tránsito ya que se presentaba Patricio Rey y sus redondos.
Del siniestro quedaron 19 heridos y fue protagonizado por un camión, un micro escolar que intentó girar en U y seis automóviles. En un Renault Clio viajaban cuatro personas, de las que perdieron la vida precisamente los tres jóvenes que pertenecían a Barracas Central, club ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios, e iban a jugar una serie de partidos de fútbol.
Decenas de muertes siguieron sucediéndose en esta ruta y paradójicamente Mario Meoni, quien como intendente primero y como ministro después, había reclamado la ejecución de la obra, también perdió la vida allí aunque ya en una de las áreas donde se había concretado la autopista.
Vale también un reconocimiento para los vecinos autoconvocados de Chacabuco, que pusieron esfuerzo y compromiso a la hora de levantar la voz en pos de la seguridad vial y el desarrollo de los pueblos y que las promesas terminaron por desbaratar el almanaque que se hallaba a la entrada del pueblo contando los días que faltaban para concretar la anhelada obra.
ULTIMO TRAMO
Pasaron más de 12 años de la promesa de Néstor y algunos menos de la de Macri. Es de esperar que la termine Alberto y no haya más cuentos.
Lo concreto es que esta semana se inició el trabajo en el último tramo, algo que parece casi mágico, en una Argentina cuestionada por las formas en que la clase política lleva a cabo la obra pública.
Precisamente el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, acompañado por el subadministrador de Vialidad Nacional, Alejandro Urdampilleta; y el gerente ejecutivo de Regiones y Distritos Provinciales del organismo, el ameghinense Patricio García, dio inicio a las obras de este último tramo.
El mismo va desde el km 140, casi al ingreso de Carmen de Areco, hasta el ingreso a la variante Chacabuco en la denominada “curva del sol”.
El proyecto, que generará 300 empleos directos, contempla la construcción de autopista semiurbana en traza nueva, con dos carriles en cada mano, que beneficiará a 7.650 vehículos que transitan diariamente.
La Ruta Nacional Nº 7 recorre el noroeste de la provincia de Buenos Aires, pasando por las localidades de Luján, San Andrés de Giles, Carmen de Areco, Chacabuco y Junín y tiene una importancia logística de excepción en el transporte de mercadería y producción agropecuaria.
Asimismo, es una de las 10 obras viales de mayor relevancia que el Ministerio de Obras Públicas, a través de Vialidad Nacional, financia y ejecuta en las principales rutas de la provincia de Buenos Aires, para brindar una mayor seguridad vial, mejorar la conectividad e impulsar el desarrollo económico, turístico y productivo de toda la región.