

Una vez que empezaron a levantarse las restricciones de quedarse en casa lo primero que se identificó fue la necesidad de reconectar con la vida pre pandemia. No sólo en la laboral, sino en lo afectivo, lo social y también lo recreativo. Todo cambió. Hoy, que de a poco empieza a vislumbrarse un nuevo horizonte, se abrió otro panorama para el turismo. Ya no tienta tanto el viejo destino y la costumbre de estar apiñados para todo, y la mayoría de los viajeros empezó a mirar otras opciones, entre ellas, el denominado turismo sostenible.
La Organización Mundial del Turismo (OMT), organismo internacional vinculado a Naciones Unidas desde 1976, considera que uno de los elementos fundamentales para desarrollar el turismo sostenible es “dar un uso óptimo a los recursos medioambientales”. Para ello es necesario mantener los procesos ecológicos esenciales y ayudar a conservar la biodiversidad y los recursos naturales.
Hay tres claves fijadas por esta organización para lograr que el turismo pueda ser sostenible:
El nacimiento del turismo sostenible se puede situar durante la década de los 90, cuando el impacto provocado por el turismo comenzó a tener efectos socioeconómicos en la sociedad. Distintos organismos e instituciones como el Consejo de Europa o la Organización de Naciones Unidas promulgaron recomendaciones por un turismo respetuoso con los recursos naturales.
Los principales motivos por los que el turismo sostenible ganó peso se deben, en mayor parte, al impacto negativo del turismo masificado. La destrucción del medioambiente o la estacionalidad laboral son algunos de los impactos que el turismo sostenible puede atenuar.
OBJETIVOS
En 2005 la Organización Mundial del Turismo y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente establecieron varios objetivos que constituyen un modelo: Uno de ellos, el económico que busca asegurar la viabilidad económica para que haya prosperidad y beneficios a largo plazo. La prosperidad local, la calidad del empleo, la equidad social, la satisfacción del visitante, el control local, el bienestar de la comunidad y la preservación de la diversidad biológica a través del apoyo de la conservación de áreas naturales y la minimización de su daño, son algunos de los postulados para lograr un turismo sostenible.
EL IMPACTO DEL TURISMO
La eclosión del turismo desde lo global al plano local, se debe en buena parte a la mejora de las infraestructuras, proliferación de hoteles sostenibles y el desarrollo de los medios de transporte. Los beneficios son conocidos. El económico es uno de los principales. La creación de empleo, la mejora de las infraestructuras y el aumento de la actividad productiva de la región son claros ejemplos de prosperidad. Sin embargo, este impacto también se puede apreciar en el turismo estacional donde los empleos pueden ser inestables, incluso la creación de nuevas estructuras puede estar vinculada a necesidades generadas únicamente por el turismo y no por criterios locales que favorecen a la población del lugar.
No obstante, el aspecto ambiental es el motor de todo. El principal reclamo turístico es el paisaje, pero es el más frágil. La construcción de infraestructuras o la contaminación pueden impactar directamente sobre el entorno. Por ello, es necesario que el turismo sirva como herramienta a la hora de velar por la reposición de los recursos naturales y la protección y conservación de la biodiversidad. La reclamada ley de humedales sirve perfectamente como ejemplo. En su conservación, hay una fuente de vida, y también de oportunidades turísticas para apreciar.
EL POTENCIAL DEL TURISMO RURAL
Nuestra región tiene un gran potencial, pensando en el futuro post Covid. El turismo rural ha irrumpido como una fuerte alternativa frente a la insostenibilidad de los modelos turísticos tradicionales, con gente apiñada en todos lados.
El turismo rural es un modelo más sostenible que el modelo de sol y playa, ya que mientras el segundo es un turismo masificado, el primero es más bien de minorías que buscan una calidad de vida, nivel de reposo y descanso que no van a encontrar en la primera modalidad.
Además, el consumo de recursos generados por el turismo rural, tanto en términos relativos como absolutos es mucho más reducido que en los modelos tradicionales, basados en una estrategia consumista.
Del mismo modo el turismo rural contribuye a la conservación y recuperación patrimonial mediante la recuperación arquitectónica, y por lo general contribuye a la mejora de rentas locales ya que en origen los promotores de turismo rural tienen una vinculación con el territorio y la comunidad. El turismo rural genera renta y empleo, protege el medioambiente, la naturaleza y el paisaje; favorece la gestión equilibrada del territorio a través de garantizar la supervivencia de las comunidades rurales y contribuye a mantener una cultura y una forma de vida que le son propios.
En este contexto, nuestra región podría convertirse en una tierra de nuevas oportunidades, si se logra acertar con una política eficiente, oportuna y que contemple a todos los actores, para lograr un beneficio general.