

Eduardo "Bocha" Flores falleció este jueves a la tarde a los 77 años tras una dura batalla contra el cáncer. El mundo Pincharrata pierde a una de sus emblemas que supo ser campeón del mundo y tricampeón de América de la mano del junense Osvaldo Zubeldía.
"Hasta siempre, querido Bocha. Con profundo dolor, hoy despedimos a un Campeón del Mundo, que transmitió siempre nuestro ADN con orgullo y pertenencia. Acompañamos a sus familiares y seres queridos en este difícil momento", comunicó Estudiantes de La Plata en redes sociales.
Flores estaba internado desde hace unos días y su salud se había agravado en las últimas horas, por lo que desde el club habían solicitado una cadena de oración. Lamentablemente, el deceso del Bocha se suma a la dolorosa pérdida de Raúl Madero, hace menos de un mes, también integrante de aquel histórico equipo de Estudiantes.
Flores se formó en las juveniles de la institución de La Plata, debutó en 1962 y cuando llegó Zubeldía lo transformó en un pilar fundamental del equipo que rompió la hegemonía de los grandes al consagrarse campeón Metropolitano en 1967 y luego obtener en tres oportunidades la Copa Libertadores, una Copa Interamericana y la Copa Intercontinental.
Los que lo vieron jugar dicen que fue el mejor “10″ de la historia de Estudiantes. Jugó 164 partidos en el Pincha y anotó 65 goles. Fue la gran figura en la única copa que Estudiantes ganó como local en 1969 ante Nacional de Montevideo.
Fue entrenador, formador en juveniles y descubridor de talentos, entre ellos al Tecla Ernesto Farías. Siempre se dijo que tenía un gran ojo para ver jugadores y llevarlos al club.
Alguna vez contó: “Para mí Estudiantes es la vida. Me crié ahí. Desde los 12 años que estoy en el club. Yo tengo dos casas, una donde están mis señora y mis hijos y Estudiantes, que es verdaderamente mi segunda casa, salgo de mi casa y me voy al country o al estadio, siempre mi vida transcurrió así”.
El Bocha jamás se sacaba una remera, un pantalón o una campera con el escudo del León. Caminaba metro a metro el Country de City Bell o el Estadio Uno en cada entrenamiento o partido que jugaba Estudiantes.
Seguro lo esperará Don Osvaldo, para darle un abrazo después de tanto tiempo y concentrarlo para algún partido, con sus viejos compañeros. Hasta siempre, campeón.