miércoles 30 de julio de 2025

CULTURA | 27 feb. 2022

HACE 60 AÑOS, EN EL CLUB LOS INDIOS

Cuando Fulvio Salamanca y “Tito Pette” conmovieron a los juninenses

El gran cantor local tuvo un fugaz paso por la orquesta del ex pianista de D’Arienzo, pero en ese breve lapso impuso su jerarquía interpretativa. Es una pena también que no haya grabado con esa agrupación tan importante en un momento del tango necesitado de nuevas figuras de calidad.


Por: Ismael A. Canaparo

Fulvio Salamanca (19 de agosto de 1921 – 25 de mayo de 1999), cuyo nombre verdadero era Julio Werfiel Salamanca, se presentó dos veces en Junín dirigiendo su gran orquesta. También utilizó el seudónimo de Tony Cayena, en otras actividades vinculadas al tango. Fue uno de los mejores pianistas del dos por cuatro, además de pianista, arreglista, compositor y director de orquesta.

Su primera actuación es nuestra ciudad se registró en el Club Mariano Moreno, el sábado 12 de marzo de 1960. A dos años y medio de la formación de su orquesta y con la voz de Armando Guerrico (había reemplazado poco antes a Andrés Peyró), Salamanca tuvo un cariñoso recibimiento de los juninenses, quizá recordando su larga labor en el piano de la formación de Juan D’Arienzo.

Pero la verdadera apoteosis se registraría dos años después, exactamente el sábado 19 de agosto de 1962, en el gimnasio del Club Los Indios. Fulvio Salamanca llegó con sus cantores Armando Guerrico y Pablo Cortés, seudónimo que adoptó nuestro Alfredo “Tito” Pette, recientemente incorporado a la orquesta del santafesino, vaya a saber porque designios de “imagen”. Pero no le importó, quizá dando razón al proverbio griego: “Canta como tu propio árbol y tendrás toda la tierra”. Luego que el maestro se despachara con tres instrumentales, “Nueve puntos”, “El Taita” y “La rayuela”, Guerrico atacó con “Yo tengo un pecado nuevo” y paralizó muchos corazones luego con “Bomboncito”. Sin embargo, la atracción mayor vendría con las dos páginas que interpretó “Tito”, despertando un verdadero cimbronazo emocional: “Garras” y “Rencor”. El público lo ovacionó de pie. Luego, a dúo con Guerrico, volvió a “matar” a la gente con “Milonga sentimental” y “Mano cruel”. Fue una noche inolvidable.

Volviendo a “Tito”, es una verdadera pena que no haya llegado a grabar con Fulvio Salamanca. Tampoco se encuentran registros domésticos que recuerden a este fantástico trovador tanguero, dueño de un estilo pulcro, emotivo y talentoso. Lamentablemente, los tangos cantados en distintos lugares por Pette no fueron registrados, ni artesanal, ni comercial, ni profesionalmente. Hay, apenas, unas pocas cosas para rescatar, un tanto dispersas. Sin embargo, la recordada FM Tango 109.4, de Carlos Giacobini, logró con mucho esfuerzo juntar varias páginas del cantor juninense, que solía pasar muy a menudo por la grilla diaria de la emisora desaparecida. Esa escasez resulta todo un atropello, sin duda, por el valor histórico y documental que ello representaría a las nuevas generaciones de intérpretes. ¿Es posible que alguien tenga esos tesoros escondidos? Si es así, existen potenciales millonarios de ilusiones.

CARNET

Fulvio Salamanca (pianista, compositor, arreglador y director). Nació en la localidad de J. B. Molina, en la provincia de Santa Fe. Vivió su niñez en Las Varillas, provincia de Córdoba. Desde 1927 estudió piano, perfeccionándose luego con Antonio Santamarina. Tocó en una orquesta juvenil y en 1941 Juan D'Arienzo lo incorporó a su conjunto, del cual fue pianista y arreglador hasta 1956, grabando invariablemente para el sello Víctor. En junio de 1957 presentó su propia agrupación, cultivando un estilo muy personal y perfectamente diferenciado de aquélla que integró durante tantos años. Sus interpretaciones se han caracterizado por una peculiar marcación rítmica sincopada y por el empleo agudo y sobreagudo de las cuerdas. Entre sus vocalistas, Armando Guerrico y Luis Correa fueron los de más larga permanencia. Grabó para los sellos Odeón y Music-Hall, destacándose como representativas entre otras, sus versiones de los tangos Pelele, La rayuela, El taita, Chiqué y El mareo. A partir de 1968 actuó y grabó discos con su trío en discos Music-Hall. En 1975 tocó con su orquesta en Japón. Sus tangos: Matraca —entre los instrumentales— y “Ay, mimosa”, “Tomá estas monedas”, “Desde aquella noche”, “Aquí he venido a cantar” y “Carancho”, entre los cantables.

 

SEMBLANZA

 

El periodista e historiador Ricardo García Blaya, creador de la página “Tangos al bardo”, fallecido el 3 de agosto de 2017, escribió la siguiente semblanza del brillante pianista:

“A mediados del año 2000, fui a almorzar con mi amigo Oscar Himschoot a un restaurante de Montevideo y Sarmiento y nos encontramos con el maestro Carlos García. Lo invitamos a nuestra mesa, charlamos de todo un poco y, en un momento, se me ocurrió preguntarle quien era para él el mejor pianista del tango. Con su habitual caballerosidad hizo un recorrido de los más grandes ejecutores del instrumento y así fueron surgiendo los nombres de Carlos Di Sarli, Osmar Maderna, Rodolfo Biagi, Luis Riccardi, Orlando Goñi, Horacio Salgán y muchos más. El hombre no se definía en particular por ninguno y describía sus diferentes características y estilos destacando las virtudes de cada uno de ellos. La cosa parecía que no iba a dilucidarse y la conversación se trasladó a otras cuestiones. Cuando terminamos de comer y ya nos estábamos despidiendo, me tomó del hombro y con voz cómplice me confesó: “Tiene idea que monumental pianista fue Salamanca que tanto tiempo tuvo que lidiar con D'Arienzo. Sabe lo difícil que debía ser y, además, hacerlo tan bien”. Ahí estaba su respuesta.

Sin duda, Fulvio Salamanca fue uno de los más grandes intérpretes de ese instrumento, pero además fue un excelente director y arreglador que nos dejó registros inolvidables. Según Horacio Ferrer: “Sus interpretaciones se han caracterizado por una peculiar marcación rítmica sincopada y por el empleo agudo y sobreagudo de las cuerdas”. Lo cierto es que se destacó por su técnica y virtuosismo, capaz de seguir el desenfreno rítmico de D'Arienzo y ponerle belleza. Cuando tuvo su propia formación impone su gran personalidad y, sin perder su estética milonguera, exhibe una armonía y un modelo de orquestación que realzaban la musicalidad de los temas, con vigor, pero sin falsas estridencias.

A los seis años comienza sus estudios musicales y a los doce se recibe de maestro de piano. En 1935 forma su primera orquesta con jóvenes de la zona y a la que ponen el nombre de Orquesta Mickey. Con la misma recorren toda la provincia tocando tangos, valses, milongas y otros ritmos de moda.

En 1938 la orquesta de Juan D'Arienzo debuta en San Francisco, ciudad cordobesa muy cercana al límite con Santa Fe, y los muchachos de Las Varillas se trasladan para verlo. La velada fue un fracaso por la poca asistencia de público, pero tuvieron la oportunidad de conocer a algunos de los integrantes de la más importante orquesta del momento y escuchar al famoso Rey del Compás.

Fue recién al año siguiente que D'Arienzo conoce y escucha a Fulvio. Efectivamente, a raíz de una gira que incluía Las Varillas, alguien le habló del joven pianista. Gratamente impresionado con el muchacho el maestro lo invita a viajar a Buenos Aires, para probarlo. El hecho ocurre en marzo de 1940 y el resultado fue exitoso. Así da comienzo una relación que duraría diecisiete años.

En esa época D'Arienzo estaba formando una nueva orquesta y el encargado de buscar los músicos era su primer bandoneón y arreglador, el maestro Héctor Varela. Finalmente, la orquesta quedó integrada entre otros por los bandoneones de Varela, Jorge Ceriotti y Alberto San Miguel, Salamanca en el piano, el gran violinista Cayetano Puglisi, junto a Jaime Ferrer y Blas Pensato, el contrabajista Olindo Sinibaldi y las voces de Alberto Reynal y Carlos Casares, a quien luego sucedería Héctor Mauré.

Durante su permanencia en la orquesta grabó 380 temas. El primero fue “Entre dos fuegos” de López Buchardo, el 12 de abril de 1940; el último “Sin barco y sin amor” de Erma Suárez y Enrique Lary, el 13 de marzo de 1957.

De firmes convicciones ideológicas afines al Partido Comunista, comenzó a tener algunos problemas y en más de una oportunidad, el hombre terminaba en el calabozo. Nos contaba Armando Laborde que el día que se iba a probar con D'Arienzo, éste lo dejó plantado porque había ido a sacar a Fulvio de la comisaría.

Sin duda su ciclo con D'Arienzo fue fundamental en su carrera, no sólo por su participación en una orquesta tan popular y exitosa, también por el fogueo y la experiencia adquirida al lado del maestro.

En los primeros meses de 1957 se propone conformar su propia orquesta con la ayuda del bandoneonista Eduardo Cortti. Debuta en Radio Splendid en el mes de junio con una fila de bandoneones integrada por Cortti, Luis Magliolo, Adolfo Gómez y Julio Esbrez. La gran sorpresa es la presencia del gran violinista Elvino Vardaro, secundado por Aquiles Aguilar, Lázaro Becker, Jorge González y Edmundo Baya. El contrabajo estaba a cargo de Ítalo Bessa y sus dos primeros cantores fueron Jorge Garré y Andrés Peyró. Pocos días antes ya había hecho su primer registro discográfico para el sello Odeón con dos temas clásicos “Chiqué” de Ricardo Brignolo y “Alma en pena” de Anselmo Aieta.

En el transcurso del año se fueron renovando algunos músicos y se produce la desvinculación del cantor Andrés Peyró, quien es reemplazado por el que resultaría la voz emblemática de la orquesta, Armando Guerrico. Son muy buenas sus versiones de los tangos “Flor del valle” de Barbieri y Garrós y “Recuerdo” de Pugliese y Moreno, este último en dúo con Luis Correa.

Son frecuentes sus problemas con los gobiernos de turno y se le prohibió que actuara en la radio y la televisión argentina. A fines del 60 arma un trío con el bandoneonista Julio Esbrez y el bajista Alberto Celenza primero y Ángel Alegre, después.

En 1966 y después en 1968 hace en Buenos Aires dos discos que fueron encargados por Japón y editados por King Records, que contenían tangos europeos, el primero, y motivos folklóricos nipones en tiempo de tango, el segundo.

En 1975 hace una importante gira por Japón que dura casi tres meses, actuando en las más importantes ciudades y donde grabó 24 temas para el sello Victor Japón.

Finalmente, 1987 lo encuentra formando un sexteto donde a veces era invitado a participar el bandoneonista Carlos Niesi y con el que graba su último larga duración para el sello Almalí.

Su discografía no es muy extensa: con el sello Odeón hace 36 registros entre 1957 y 1963; con Philips 11 en el año 1961. Luego graba 60 temas para Music Hall (1964-1969). El primer disco de los cuatro larga duración que hizo en este sello, tiene una excelente versión de “Maipo” de Eduardo Arolas. A esta reseña hay que sumar las 48 grabaciones antes mencionadas para sellos japoneses y las diez últimas que hizo para Almalí. Todo esto da un total de 165 registros.

Por su orquesta desfilaron músicos brillantes como los bandoneones de Osvaldo Rizzo, Osvaldo Piro, Oscar Bassil; los violines de José Carli, Fernando Suárez Paz, Simón Bajour, Alberto Besprovan, Leo Lipesker y los contrabajos de Rafael del Bagno y Mario Monteleone entre otros.

Además de los ya nombrados Jorge Garré, Andrés Peyró y Armando Guerrico, pasaron por su orquesta los cantores: Julio Rodolfo, Pablo Cortés, Mario Luna, Luis Roca, Luis Correa, Alberto Hidalgo y Carlos Nogués.

Dentro de su irregular obra como compositor se destacan los tangos “Tomá estas monedas” que hiciera en colaboración con D'Arienzo y lleva letra de Carlos Bahr; “Matraca”, “Viento sur” y “Muñeco saltarín”, los tres instrumentales; “Amarga sospecha”, también con Bahr y el muy comercial “Sepeñoporipitapa”, paradójicamente su mayor éxito y el de menor calidad, también con la fórmula D'Arienzo-Bahr. Además le pertenecen la milonga “Ana María” con letra de Nolo López y el vals “Eterna” dedicado a su esposa, con versos de Carlos Bahr.

Fue un gran músico y un buen hombre, que nunca renegó de sus ideales tanto en la política como en el arte. No comprendió el fenómeno de masas que significó el peronismo, pero nunca traicionó los valores nacionales ni las justas reivindicaciones de su pueblo”.

 

 

 

 

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