miércoles 30 de abril de 2025

DEPORTES | 18 dic 2017

La "J" de Junin

Autódromo Eusebio Marcilla: con el respirador puesto

Con la pista sin ningún mantenimiento, casi en estado de abandono, y la necesidad de una urgente inversión millonaria, los días del circuito de Junín pasan más en el rezo que en el ruido. Y aunque algunos jóvenes ingresaron a la comisión, otros, cansados, quieren salir. Sin una ayuda ‘divina’, el automovilismo está cada vez más lejos de la “J” de Junín.


Por: Javier Leguizamón

Cuando el Auto Moto Club Junín decidió la venta de la sede para pagar a la empresa que encaró las obras de lo que prometía ser un trazado deseado por todo el mundo fierrero en una zona privilegiada, algunos socios se enojaron con otros  por aprobar algo que, argumentaron, si  salía mal “los dejaría sin sede, con deudas y sin carreras”. Bueno, pasó.

Claro que el lejano 2011 pintaba para Junín y la región un panorama de brillo y una alternativa para todas las categorías. Que tuvo un cambio drástico a partir de descubrir que la pista tenía groseros errores en su asfaltado, que terminarían por socavar aquellas ilusiones.

Impulsos y apuros  políticos -ante posibles candidaturas del por entonces intendente Mario Meoni- determinaron formas, tiempos y materiales para una rápida realización. Aseguraban que sería un moderno escenario. La “J” juninense tuvo un debut lamentable cuando en la primera carrera del TC tuvieron que trabajar de madrugada para reparar los trozos desprendidos en el curvón.

Pero hubo, además, un error estratégico y que el mundo tuerca señaló desde el comienzo: no contemplar (o si estuvo contemplado nunca estuvo el dinero para ello) ningún trazado alternativo para categorías zonales o de menor envergadura. Las impensadas roturas el mismo día del debut se encargaron de precipitar el peor futuro.

El TC y el Marcilla debutaron con pista reparada en su 10ª fecha del calendario de 2011. Con el paso del tiempo y el uso, claro, el deterioro se hizo más evidente y al despido de la máxima, le siguieron luego el SúperTC2000, y finalmente el TRV6. Todos  fueron olvidándose de la jota juninense, justo para quienes había sido concebido.

El TN, en octubre de 2011, pasó por la ciudad para confirmar el Gran Premio Coronación de la categoría. Hugo Paoletti, su presidente, decía entonces: “más de uno agrandó la situación. No es tan grave la rotura, y la verdad felicito a todos los juninenses porque han hecho una obra faraónica”.

Al poco tiempo debe haber cambiado de opinión o la realidad se le impuso: el TN no retornó.

El Súper TC 2000, TC 2000 y Top Race V6 dejaron de venir tras cumplir sus compromisos en la temporada 2015. Un año antes corrió su última carrera el TC, mientras que el Turismo Nacional no repitió su única experiencia de 2011. Como agua entre los dedos, el trazado creado para albergar las categorías nacionales, no tenía nada para ofrecerles. Ni pista, ni gente.

Lo  que siguió fue un desafío para los integrantes de la comisión encabezada por el histórico dirigente Dardo de Benedetto. Sin las categorías con vidriera televisiva y sin alternativas para las competencias menores para pagar los costes de mantenimiento, el Auto Moto Club Junín se quedó sin el pan y sin la torta.

A partir de allí se sucedieron las reuniones y los  rumores. Hasta alguno se ilusionó cuando coincidieron en Junín Urtubey, por entonces mandamás del Top Race, y Oscar Aventín, el ex presidente de la ACTC, con una posible alianza de nuevos-viejos dirigentes. Pero nada ocurrió.

Los más de 20 millones de pesos para recuperar a nuevo el circuito (habría que recalcular ese monto) fue y es “el tema”. Y pese a los ruegos y deseos, todos le sacaron el cuerpo. Hasta el por entonces Ministro de Educación y Deportes, hoy senador electo, Esteban Bullrich, dijo que el Estado “tenía otras prioridades” más urgentes que el circuito de la ciudad. Dijo algo peor el vecino de Agustina: “hay más de un pedido de otros circuitos del país con situaciones iguales o peores al Marcilla”.

A buen entendedor, pocas palabras.

EL FRENTE INTERNO

Sin la ayuda ‘externa’, que por ahora no aparecerá, se imponen preguntas: ¿cómo seguir? ¿las categorías zonales son una alternativa?  Si bien no generan grandes cifras, permiten ‘mover’ la actividad, boleterías, cantinas, darle algo de vida al club.

¿Las picadas? Otra fuente de  ingresos. Con un costo de inscripción en el orden de los 700 pesos, un registro de cerca de 100 autos por un rato, y unos 100 pesitos para el público en general, no es para despreciar.

En este mar agitado, algunos históricos dirigentes habrían tomado la decisión de dar un paso al costado. Cansados de tanta pelea en vano, trascendió que Gabriel Brusco sería uno de los que dejaría la comisión. Y si bien se han sumado algunas caras jóvenes al trabajo  que “le ponen pilas”, reconocen que el panorama es “muy complicado”.

Así las cosas, y con los yuyos invadiendo el trazado, el futuro del Eusebio Marcilla –que debió ser un emblema para la ciudad- está más para llorar en la iglesia que para taparse los oídos por el ruido de los motores.

 

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