

En octubre de 2020, Agustín Sidoti Ramírez, con apenas 13 años murió electrocutado tras tocar una baranda en la terraza de su casa de avenida Libertad al 200, debido a una conexión vecina que según constató la justicia, tenía serias irregularidades en cuanto a seguridad.
Esa conexión pertenecía a un maxikiosco que al otro día empezó a ser desmantelado por sus propietarios.
También la investigación judicial fue deficiente. Según cuentan los familiares del menor, no se preservó la escena donde aconteció el hecho. La causa fue girada para su profundización a la fiscalía de Carlos Colimedaglia, quien estaba de licencia y posteriormente se jubilaría.
La instrucción entonces quedó a cargo de Andrés Crosetti quien era secretario y luego habría sido sancionado por su desprolijidad en la tarea.
Gabriel Ramírez, tío de Agustín brindó un panorama de la angustiante situación que siguen viviendo en su familia, a la espera de que se haga justicia y se condene a quienes hayan sido responsables de la negligencia que acabó con la vida del adolescente.
Según narró Ramírez, “Crosetti hoy está sumariado por su desempeño en la causa. Causa que nunca tuvo fiscal porque terminó pasando a Javier Ochoaizpuro que al poco tiempo también renunció”.
Expresó el tío de la víctima que “hay nuevas pruebas que están a cargo de (la instructora) Pamela Ricci, quien parece que tiene intenciones de hallar responsables, está trabajando bien y la carátula podría pasar de delito culposo al de dolo eventual”.
El abogado que acompaña hoy a la familia de Agustín es Emiliano Basso, ya que Darío de Ciervo había renunciado el año pasado.
Según el Derecho, hay dolo eventual “cuando el autor se representa la posibilidad de un resultado que no desea, pero cuya producción en definitiva acepta, corriendo el riesgo de causarlo con tal de obtener el efecto que quería ante todo”.
Ramírez relata que “el perito que trabajó sobre la conexión eléctrica encontró que estaba mucho peor de lo que nosotros creíamos en un primer momento y todo eso está en el expediente”.
A casi un año y medio de acontecido el trágico suceso, desde la familia de Agustín creen que los tiempos de la justicia se dilatan y sospechan de la posibilidad de un encubrimiento, por lo que ya han convocado dos marchas en reclamo de justicia y en momentos en que el departamento Judicial de Junín se halla en un estado de abandono atroz en materia de investigación merced a la falta de fiscales lo cual resulta responsabilidad plena del jefe del ministerio fiscal Juan Manuel Mastrorilli, quien para colmo aparece salpicado por la versiones de los casos de espionaje llevados a cabo durante el gobierno de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.
“Vos vas a la fiscalía y no hay nadie que te atienda” puntualiza Ramírez y destaca que “Mastrorilli nunca está, siempre dicen que está en La Plata. Está todo prácticamente frenado”.
Hoy el reclamo de la familia que Agustín es que la justicia trabaje como corresponde, a partir de una investigación exhaustiva y que se ponga coto al accionar de los responsables que luego de lo ocurrido se fueron del lugar, pero siguieron abriendo otros comercios sin ningún control.
“Cuando Edén revisó la casa de mi hermana (la mamá de joven fallecido), todo estaba bien y se presumía que el problema había sido generado por una mala conexión proveniente del negocio que está al lado y que también tiene por encima a la terraza donde se electrocutó mi sobrino”.
El maxikiosco sindicado como responsable denominado “Dale Verde”, estaba pegado a la vivienda donde residía Agustín y los imputados por el hecho son Fernando Bitar y su hermano Ricardo.
Según fuentes judiciales, está probada la negligencia, la cual fue constatada por la empresa proveedora de energía, por lo cual la carátula del expediente pasó de “investigación por accidente” a “homicidio culposo” y ahora podría determinarse como “homicidio con dolo eventual”.
“No sé cómo los responsables pueden dormir tranquilos después de lo que hicieron. Además no atinaron a cortar la corriente mientras veían como la tensión bajaba. Ni se acercaron, nunca, siquiera a pedir disculpas. Un desprecio inconcebible por la vida y por los demás”, dijo Ramirez.
Señaló además que “esta gente siguió con su vida como si nada. Luego de escaparse como lo hicieron alquilaron un local en avenida San Martín y tienen otro en Avenida República”.
Ramirez afirma que “ellos pueden decir que no lo quisieron matar, pero lo mataron. Mi sobrino no se quería morir. Imaginate un chico con 13 años. Todo por ahorrarse unos pesos en una conexión de luz acorde. No sólo la baranda de la terraza tenía corriente, después se comprobó que las paredes también estaban electrocutadas por la conexión que habían hecho de unas luces y guirnaldas en el exterior del kiosco”.
El hecho terminó devastando a los familiares y con los ojos vidriosos, Ramirez explica que “a mi me destruyó. Vivo solo, acá a tres cuadras de mi estudio (contable), estuve mucho tiempo también acompañando a mi hermana y a mis viejos (los abuelas de Agustín) que viven enfrente y también estaban destruidos. No pude soportar esa situación porque cada día era un “velatorio” distinto. Por eso terminé viviendo solo. Se destruyó la familia que yo había armado, la de mi hermana y tengo a mis viejos que están devastados”.
Añade que “para mí fue muy fuerte porque lo vi morir a Agustín al lado mío. Estuve mucho tiempo sin poder retomar mi trabajo y recién ahora lo hago, de a poco”.
UN AÑO Y MEDIO
Ramírez recuerda que “esa noche del 20 de octubre mi sobrino fue a buscar unos gatitos que tenía en la terraza, tocó la reja y quedó “pegado”. Llegó la ambulancia, le hicieron RCP pero nada sirvió y murió.
“Armamos páginas en las redes sociales reclamando justicia porque Agustín era un chico divino que todo el mundo quería por respetuoso y buena gente, nos interesa que actúe la justicia y la gente también quiere eso. Que se condena a quien se deba condenar por semejante irresponsabilidad” puntualizó Ramírez, quien como tantos en Junín espera que el Poder Judicial de una vez por todas se dedique a impartir justicia y que sus funcionarios dejen de lado operaciones y oportunismo político, que sólo producen más dolor entre las víctimas indefensas.