

Por: Redacción Semanario
En la última reunión que mantuvieron los líderes americanos, Joe Biden alertó: “tengo información clasificada que no puedo contar, pero el riesgo de una Tercera Guerra Mundial es muy grande. Las consecuencias son inimaginables. Ninguno de los que está acá se puede imaginar la consecuencia de esta guerra”, reveló el presidente de los Estados Unidos refiriéndose a la contienda que mantienen Rusia y Ucrania.
Días después, el Papa Francisco expresó: “hace unos años se me ocurrió decir que estábamos viviendo una Tercera Guerra Mundial en pedazos. Ahora, para mí, se ha declarado la Tercera Guerra mundial. Y este es un aspecto que nos debe hacer reflexionar. ¿Qué le está pasando a la humanidad que ha tenido tres guerras mundiales en un siglo?”.
Pero más allá de eso, a nivel local, provincial y nacional se siguió debatiendo sobre la prohibición en el uso de un idioma inclusivo, una idea electoralista del jefe de gobierno porteño que en pandemia fue el principal promotor del “take away”.
En psicología es conocido un mecanismo de defensa llamando “negación”. Como su nombre lo indica, consiste en negar, de distintas maneras (ignorando, desconociendo o relativizando), un hecho, una situación, o un estado emocional real. Utilizamos este mecanismo cuando lo que estamos viviendo es demasiado intenso, desagradable, desafiante o demandante.
La negación nos permite tomarnos un tiempo para adaptarnos a la realidad. Sin embargo, es un mecanismo de defensa poco efectivo a largo plazo, porque si uno permanece en estado de negación, las consecuencias por no enfrentar y no adaptarnos a la realidad pueden ser muy negativas, y en algunos casos nefastas.
Recordemos, por caso, al ex ministro de Salud, Ginés González García, tratando de aportar certezas el 22 de enero de 2020, cuando ante la pregunta del periodista Luis Novaresio en radio La Red, sobre si se podía producir un caso de Coronavirus en la Argentina, el funcionario contestó: “No, ahora no tenemos ninguna posibilidad que no sea un caso importado. Es lo que ha pasado, supuestamente… si se confirma lo de Brasil es un caso que viajó desde la ciudad china donde esto surgió”.
Y si bien la justificación de Ginés no se trató de una negación, muchos lo consideraron como un “descarte”, cuando efectivamente a los pocos días se manifestó el primer caso “importado” en nuestro país y a partir de ahí como si se tratara de un “efecto dominó” empezaron a caer todas las fichas, con las funestas consecuencias ya conocidas.
¿Cabe preocuparse o mejor ocuparse de las palabras recientes de Biden y del líder religioso?
El Grupo de los 7 se reunirá a fin de mes para dar puntadas más precisas a estas aseveraciones, sin embargo la noticia ahora es que “el Kremlin posee al menos 6.375 armas nucleares y la Casa Blanca un número aproximado de 5.800, acorde a la información publicada bajó la responsabilidad técnica del Tratado de No Proliferación” y si bien el número no nos permite suponer a los legos cuál es el poder destructivo, nadie desconoce que de acontecer, sería atroz.
Y mientras después de dos años de las primeras negaciones seguimos preguntando si vale seguir usando el barbijo, en Europa el tema coronavirus salió de las tapas de los diarios y el conflicto bélico está cada vez más presente y con ello las preocupaciones que, de a poco, irán llegando a nuestros cafés céntricos.
De hecho, tibiamente ya comienzan algunos a preguntarse si será verdad lo de las carencias de alimentos que se viene y allí en los bares vernáculos, se escucha la opinión del chacarero que no quiere más retenciones y la del populista que lo hace responsable de que en el futuro no pueda hacer sus famosas “tortas de trigo” por falta del cereal.
¿HAMBRE A FUTURO?
El presidente argentino dijo que entre nuestro país y Brasil suman la producción del 45% de las proteínas de América, como el que cuenta plata delante de los pobres, pero lo que viene es saber si se podrá disponer de esas proteínas a nivel país o quedará al mejor postor, frente a una situación alimentaria que aparece caótica y que muestra el fracaso de lo que alguna vez, las corporaciones agropecuarias denominaron “Revolución Verde”.
A punto tal es la extrema gravedad que el presidente de la Naciones Unidas brindó un panorama desolador con un sistema alimentario mundial que ya voló por los aires.
Durante la presentación en Nueva York del segundo informe del Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial dedicado a los efectos del conflicto en Ucrania sobre la población mundial, António Guterres destacó que “ningún país” quedará al margen de esta crisis que afecta al costo de vida de todas las personas.
“Los precios de los alimentos están cerca de máximos históricos. Los precios de los fertilizantes se han duplicado con creces, lo que hace sonar la alarma en todas partes. La falta de fertilizantes hará que la escasez se extienda desde el maíz y el trigo a todos los cultivos básicos, incluido el arroz, con un impacto devastador para miles de millones de personas en Asia y Sudamérica”, vaticinó.
Por ello, destacó que la crisis alimentaria que se está produciendo durante este año es “de acceso a los alimentos”, mientras que pronosticó que la del año que viene “podría ser por falta de alimentos”.
Si bien, como siempre ocurre, los peores augurios son para África, debemos tener en cuenta que a la hora de las provisiones, todos estamos en falta en el plano mundial. A la consabida carencia de gasoil en nuestro país se suma la de fertilizantes necesarios para dar sustento a la producción agrícola en virtud del sistema de producción que utilizamos en nuestra región. Para colmo en una comunidad que tiene “memoria hiperinflacionaria” la capacidad de compra baja por un tobogán empinado.
Para la ONU, las previsiones del Programa Mundial de Alimentos que estima que los efectos de la guerra podrían aumentar en 47 millones el número de personas con inseguridad alimentaria grave en 2022, un dato inquietante cuando el número de individuos con inseguridad alimentaria grave se ha duplicado en los últimos dos años.
¿COMER O PELEAR?
Para Guterres solo hay una posible solución para intentar detener esta crisis y es acabar con la guerra. Mientras esto no se logra y por lo visto la escalada podría no detenerse, se gestaría la necesidad de actuar de inmediato en dos frentes.
“En primer lugar, tenemos que estabilizar los mercados mundiales de alimentos y energía para romper el círculo vicioso de la subida de precios y aliviar a los países en desarrollo” y conseguir que, pese a la guerra, tanto la producción de alimentos de Ucrania como los víveres y el combustible rusos vuelvan a los circuitos mundiales.
Su misión será conseguir un acuerdo global que permita la exportación segura de los alimentos producidos en Ucrania a través del Mar Negro, y el acceso sin obstáculos a los mercados mundiales de los alimentos y fertilizantes rusos.
“En este momento, decir algo más en público pondría en peligro las posibilidades de éxito. Les pido su comprensión. Este es uno de esos momentos en los que el silencio es oro, y de él podría depender el bienestar de millones de personas en todo el mundo”, se sinceró el líder mundial.
El segundo frente consiste en facilitar de inmediato los recursos necesarios para ayudar a los países y comunidades más pobres.
“Los gobiernos deben poder pedir prestado el dinero que necesitan para mantener sus economías a flote y a su gente prosperando (…) El sistema financiero mundial debe superar sus deficiencias y utilizar todos los instrumentos a su disposición, con flexibilidad y comprensión, para prestar apoyo a los países y personas vulnerables”, recalcó.
Guterres advirtió que el mensaje es “claro y apremiante: debemos actuar de inmediato para salvar vidas y medios de vida en los próximos meses y años”.
Asimismo, señaló que acabar con esta crisis mundial dependerá de una actuación global que “tenemos que empezar hoy”.