lunes 3 de noviembre de 2025

LOCALES | 2 jul. 2022

SEMANAGRO

El mito de los biocombustibles

La guerra entre Rusia y Ucrania puso en jaque el abastecimiento a nivel mundial y el faltante se nota tanto en Junín como en las calles de Madrid, por eso algunos gobiernos están intentando echar mano a los alimentos para generar gasolina. ¿Comemos o andamos, será una posibilidad cierta?


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Por: Redacción Semanario

El mundo está en guerra y las guerras dispersan crisis por doquier, a punto tal que después de haber sostenido los combustibles fósiles pudiendo ir en disminución, ahora los problemas son mayores y queremos cambiar alimentos por biocombustibles.

¿Es esto posible y viable? La respuesta es que debemos tener en cuenta dos realidades distintas, por un lado, Europa cuenta las carencias que puede generarles el conflicto Rusia-Ucrania mientras se sumerge en el verano generoso que –al menos- no requiere de calefacción aunque la movilización de los vehículos es imprescindible. Luego tenemos la hambruna permanente de África y la producción de alimentos a nivel nacional.

Un informe publicado por la ONG Transporte y Medioambiente (T&E), en vísperas de la cumbre del G7 en Alemania, donde los líderes abordarán la cuestión de la seguridad alimentaria, señala que "Europa destina a sus coches y camiones el 58 % de todo el aceite de colza y el 9 % del de girasol que se produce en la región", así como el 50 % del aceite de palma y el 32 % de soja.

Esta circunstancia ha contribuido a que el precio de los aceites vegetales se haya multiplicado por 2,5 desde antes de 2021, agregó T&E, que señala que el 18 % del aceite vegetal producido en el mundo se destina a producir biocombustibles y la inmensa mayoría de ellos podrían utilizarse para el consumo humano.

La situación se agrava, agrega esa ONG, ante el hecho de que Gobiernos de todo el mundo estén bloqueando sus exportaciones de cultivos, incluidos los aceites vegetales.

Según Naciones Unidas, el contexto de precios empujará a 180 millones de personas a situaciones de crisis alimentarias y 19 millones podrían sufrir enfermedades por desnutrición.

Ucrania representa el 40% de la exportación mundial de semillas de girasol y es el primer proveedor externo de Europa, región rica donde la inflación de los alimentos tiene un "impacto severo", añade T&E.

Pero se trata de un problema especialmente en los países pobres como India, el segundo mayor consumidor de aceites vegetales del mudo que satisface con importaciones el 60% del consumo doméstico, de las que el 14% provienen de Ucrania.

SITUACIÓN ARGENTINA

La dicotomía acerca de si producimos granos para comer o para combustible existe desde que se realizaron los primeros ensayos y los casos han sido analizados convenientemente para nuestro país que ahora quiere echar mano a los granos para contrarrestar la escalada gasolera.

Ahora bien, una cosa distinta es la protección del cereal como el caso del trigo para no incrementar los valores del pan y otras materias primas básicas en perjuicio de la inflación y otra el uso de oleaginosas como girasol, soja, maíz o caña de azúcar en biocombustibles.

Hace ya una década, la Bolsa de Comercio de Rosario hizo un pormenorizado análisis del tema para mostrar el entorno de este crecimiento de los precios de algunas de las materias primas alimenticias.

Decían desde la entidad santafesina que “hace varias décadas los precios eran extremadamente bajos y todos recordamos que un eminente economista argentino, Raúl Prebisch, había desarrollado una teoría sobre el deterioro de los términos de intercambio para los países subdesarrollados. Según dicha teoría, los precios de las manufacturas elaboradas por los países desarrollados aumentaban mientras los precios de las materias primas elaboradas por los países subdesarrollados bajaban, produciendo el mencionado deterioro”.

Es cierto que años después la gran productividad en materia industrial hizo que el precio de las manufacturas disminuyera y, de ahí, algunos concluyeron que la tesis de Prebisch era equivocada. Pero esa caída de precios no significó que el ingreso recibido por los países desarrollados disminuyera sino, por el contrario, a raíz de la mayor productividad ese ingreso fue aún mayor.

En definitiva, lo que postulaba Prebisch era que los países en desarrollo debían diversificar sus exportaciones agregando a las exportaciones de materias primas, exportaciones de manufacturas industriales.

Vamos a realizar un cálculo de la cantidad de granos y aceites que se utilizan para la producción de biocombustibles.

a) La producción mundial de granos está en el orden de los 2.600 millones de toneladas aproximadamente (hoy es de 2.224 por lo tanto el análisis se adecúa a nuestros tiempos)

b) La cantidad de maíz que se utilizaría en el corriente año para la producción de bioetanol podría estar en el orden de los 150 millones de toneladas, de las cuales Estados Unidos es responsable de una utilización de 127 millones.

c) La cantidad de otros cereales (cebada, avena, trigo, etc.) que se utilizarían para la producción de bioetanol podría estar en 30 millones de toneladas.

d) La cantidad de aceites utilizados para la producción de biodiesel asciende a alrededor de 25 millones de toneladas. Considerando un promedio de 30% de aceite por cada tonelada de oleaginosa tendríamos un consumo neto de 7,5 millones de toneladas. Hay que tener en cuenta que en el caso de la soja sólo se utiliza el 18% que es el producido de aceite. El otro 79% de harina o subproductos se sigue utilizando para la alimentación animal. En otras semillas de oleaginosas, la colza por ejemplo, el porcentaje de obtención de aceite es mucho mayor (alrededor del 35%).

e) De los puntos anteriores podemos deducir un consumo de granos para la producción de biocombustibles de alrededor de 157,5 millones de toneladas lo que sería alrededor de 6% de la producción mundial.

f) A los mencionados consumos habría que agregar el consumo de caña de azúcar para la producción de bioetanol, lo que ocurre fundamentalmente en Brasil. Este país siembra 8,1 millones de hectáreas de caña y la producción se estima en alrededor de 660 millones de toneladas. De este total, al bioetanol se destinan alrededor de 325 millones tn.

g) En el mundo se siembran alrededor de 22 millones de hectáreas de caña de azúcar y la producción asciende a 1.700 millones de toneladas aproximadamente. Es decir que la producción brasileña que se destina al bioetanol asciende a alrededor del 19%. Si consideramos la utilización en otros países podríamos estimar alrededor del 25% de la producción mundial.

Destaca entonces la Bolsa de Cereales de Rosario que la cantidad de biocombustibles que se producen con ese consumo de granos y caña de azúcar podría estar en:

-105.000 millones de litros de bioetanol y 25.000 millones de litros de biodiesel, con un total de 130.000 millones de litros.

La utilización mundial de petróleo está en el orden de:

-85.000.000 de barriles por día x 365 días = 31.025 millones de barriles.

Al tener el barril 159 litros:

-31.025 millones de barriles x 159 litros = 4,93 billones de litros.

-130.000 millones de biocombustibles dividido 4,93 billones de litros de consumo de petróleo nos determina una relación de 2,64%.

Según se puede deducir de la cifra anterior, los biocombustibles no logran sustituir al petróleo más que en una cifra muy pequeña.

Pero también hay que tener en cuenta que, desde un punto de vista teórico, la mayor oferta de biocombustibles significaría una pequeña caída en el precio de los combustibles y el aumento de precios de los alimentos se compensaría con la disminución que tendrían que registrar los combustibles. También deberíamos tener en cuenta otro factor. El incremento de los precios de los granos llevó a aumentar la producción de estos. Esto se ve claramente en lo que pasó en EE.UU. donde en promedio la producción maicera de los últimos años se ha incrementado.

CONCLUSIONES

Por lo tanto y teniendo en cuenta el meticuloso desarrollo, la conclusión a la que arribaron los técnicos fue que “si bien creemos que la utilización de algunas materias primas para la producción de biocombustibles ha jugado algún papel para el incremento de los precios de los alimentos, no hay que darle la trascendencia que le han dado algunos medios. Por otra parte, queda claro que la sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles no puede ir mucho más allá de los niveles alcanzados”.

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