

La ley que regula el uso de agrotóxicos en la provincia de Buenos Aires tiene 24 años y durante la gestión de María Eugenia Vidal se intentó modificar a través de la resolución 246, pero fue frenada por el rechazo de los pueblos fumigados.
La norma fue suspendida por el gobierno de Axel Kicillof y parece encaminarse hacia una reforma en materia de fumigaciones, tarea que está a cargo del Observatorio Técnico de Agroquímicos (OTA), creado por el Ministerio de Desarrollo Agrario. Pero en junio venció el plazo para que la provincia concluya sus estudios de impacto ambiental, social y sanitario, y aún la documentación recopilada no se hizo pública.
La Resolución 246/18, -que promueve las "Buenas Prácticas Agrícolas", como un modo de morigerar los efectos de los agrotóxicos en la salud humana y en el ambiente-, además establece la prohibición de realizar aplicaciones y pulverizaciones en lotes que linden con establecimientos educativos, campos de bombeo o baterías de pozos para el abastecimiento público, cuerpos y cursos de agua emplazados en el área rural.
Sin embargo, la protección de estos territorios es muy laxa. Por ejemplo, la resolución habilita, con "intervención de un profesional", las fumigaciones hasta minutos antes de la apertura de las escuelas.
En nuestra ciudad de Junín, el gobierno de Pablo Petrecca en connivencia con la oposición, busca el espacio para seguir dando “libertad de acción” a los fumigadores, el control es casi inexistente y se puede fumigar con glifosato hasta en la puerta de una casa, sin ningún tipo de límites.
En Ayacucho
Esta semana se conoció, -luego de un informe publicado por el INTA Balcarce-, alta presencia de agrotóxicos, principalmente glifosato, en el agua del partido de Ayacucho, ubicado en el centro-este de la provincia de Buenos Aires.
Los análisis que se realizaron sobre las napas de agua en las localidades rurales de La Constancia y Solante a solo 30 kilómetros de la ciudad de Ayacucho, detectó la presencia de glifosato.
El estudio de aguas estuvo a cargo de la doctora en Ciencias Agropecuarias y responsable del laboratorio del INTA, Virginia Aparicio, y detectó una suma de moléculas de agroquímicos que “superó los 0,5 microgramos por litro en una de las dos muestras analizadas, dominando la presencia de glifosato y AMPA”, como se define al metabolito de degradación del herbicida.
Como en Argentina no existe una medición oficial para determinar cuándo la presencia de químicos en el agua es peligrosa, la herramienta que toma el INTA Balcarce es el parámetro de la Comisión Europea, que fija para cada molécula individual una concentración umbral de 0,1 microgramo por litro de agua, no pudiendo superar la suma de moléculas (de distintos agroquímicos) en una misma muestra los 0,5 microgramos por litro.
En Ayacucho existe una ordenanza que permite las fumigaciones a 500 metros de las poblaciones rurales y los cursos de agua, pero no se respeta. Cuando los vecinos denunciaron el incumplimiento, la respuesta del Estado fue que la normativa aún no está reglamentada.
En las dos localidades rurales —que suman entre ambas unos cien habitantes— se produjeron casos de enfermedades respiratorias y se detectaron casos de cáncer y malformaciones.
En diciembre de 2020, el Concejo Deliberante de Ayacucho aprobó una polémica ordenanza que permitía las fumigaciones agropecuarias a solo 500 metros de las poblaciones rurales y cursos de agua. En aquella sesión se prohibió la presencia de vecinos y vecinas que habían realizado una campaña para concientizar sobre las consecuencias de los agroquímicos.
La ordenanza fue redactada en una primera versión por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de la localidad —el cual reúne a varias entidades del agro, como la Sociedad Rural— y fue apenas modificada por los concejales del bloque oficialista del municipio que conduce el intendente Emilio Cordonnier (Juntos por el Cambio).
En Ayacucho se decidió impulsar estudios del agua luego que los vecinos observaran decenas de bidones con residuos de agroquímicos.
En Lobos
Lo que pasó en Ayacucho se suma a lo que ocurrió en Lobos, donde organizaciones vecinales de la ciudad que vienen denunciando la presencia de agroquímicos en el agua y suelo de ese distrito, publicaron la segunda parte de un estudio que confirma esa situación y pidieron debatir “una transición hacia otras formas de producción agrícola”.
El grupo Aporte Para el Ambiente de Lobos (APAL), que conforman distintas agrupaciones de ese municipio, ya había alertado en mayo del año pasado sobre la presencia de agroquímicos en el agua corriente de la ciudad, en arroyos y canales que llegan a la laguna local y en los suelos de la plaza principal y de una escuela, luego de un estudio realizado por el laboratorio del INTA Balcarce.
Ahora, el grupo ambientalista publicó nuevos resultados del INTA (sobre 25 muestras tomadas en primavera/verano) que confirmaron la situación problemática que afronta el municipio. El nuevo estudio da cuenta sobre la presencia en el agua de red de plaguicidas y productos de degradación, además de niveles elevados de arsénico.
“En las muestras de agua corriente de la red pública de la ciudad de Lobos, de Salvador María y Antonio Carboni, se registraron rastros de 11 plaguicidas y tres de sus productos de degradación”, indicaron desde APAL a través de un comunicado.
Y agregaron: “Preocupa la convivencia del arsénico con plaguicidas, ya que ha sido constatado por la ciencia que se produce un aumento en el potencial tóxico del mismo y del glifosato, cuando ambos están presentes en el agua”.
Además, “se registraron rastros de nueve plaguicidas y tres de sus productos de degradación en las muestras correspondientes a pozos particulares del radio urbano de Lobos”. Algunas de ellas se tomaron en las cercanías de un complejo deportivo y de establecimientos educativos.
“En el agua de pozo de la Junta Vecinal de la Laguna de Lobos se cuantificaron niveles elevados de 2,4 D, superando los umbrales de la Unión Europea, exhibiendo un aumento respecto al primer muestreo”, contaron en el comunicado.
Los estudios también dieron cuenta sobre la presencia de agrotóxicos en agua superficial. “En las muestras correspondientes al arroyo Las Garzas, canal Salgado, del Toro y del puente debajo de la vía en el camino a Salvador María se registraron rastros de 16 plaguicidas y 3 productos de degradación”.
También en sedimentos de cursos de agua se encontraron restos de plaguicidas, entre ellos el producto de degradación del glifosato (AMPA). Asimismo, se encontró AMPA en el suelo de Escuela N°3 de Chacras, donde también se midieron rastros de atrazina. Este último y el 2,4 D también se halló “en hojas del arbolado urbano en cercanías de un jardín de infantes, una escuela primaria y una escuela secundaria”.
En este marco, las agrupaciones ambientalistas pidieron “debatir en conjunto, todas las partes involucradas, una transición hacia otras formas de producción agrícola menos dependiente de insumos químicos” e invitaron “a toda la comunidad a involucrarse y convertirse en parte activa para lograr cambios reales para el presente y el futuro de nuestra población”.
APAL está conformado por las agrupaciones Junta Vecinal Laguna de Lobos, Casa de la Cultura de Lobos, Coplasa, Frente de Izquierda Unidad y Alianza Clima, Vida y Salud Lobos.
En Baradero
Organizaciones ambientales de Baradero confirmaron que se encontraron agroquímicos en orina del 40% del plantel de una escuela rural del distrito (entre alumnos y una docente) y pidieron a las autoridades locales que “tomen cartas en el asunto”.
Los estudios se hicieron en el marco de la campaña “¿Que agua tomamos, qué aire respiramos?” y buscaban determinar la presencia o ausencia de glifosato y/o de su metabolito aminofosfonato ácido aminometilfosfónico (AMPA) en el cuerpo de las personas.
Organizaciones ambientales de Baradero confirmaron que se encontraron agroquímicos en orina del 40% del plantel de una escuela rural del distrito (entre alumnos y una docente) y pidieron a las autoridades locales que “tomen cartas en el asunto”.
Según detallaron desde la agrupación Acción Ambiental Baradero, las muestras fueron analizadas por el Laboratorio Farestaie de la localidad de Mar del Plata y a partir de la mismas se confirmó la presencia de glifosato y AMPA.
“Los resultados arrojaron un 40% de positividad del total de muestras enviadas, siendo que todas eran de alumnos y una docente perteneciente a la comunidad educativa de una misma escuela rural”, indicaron.