

Haydée Padilla, reconocida actriz con una destacada trayectoria en cine, teatro, radio y televisión, murió la madrugada de este miércoles en la ciudad de Mar del Plata. Su personaje de “La Chona” le otorgó una gran popularidad, con el que será recordada por siempre. La noticia la dio a conocer la Asociación Argentina de Actores mediante un comunicado en sus redes oficiales.
Con toda una vida ligada a la actuación, su último trabajo fue en el escenario de la Botica del Ángel para el espectáculo Una noche en el café concert, junto a Alejandro Veroutis. Fue un homenaje a las mujeres del espectáculo en el que se fue ovacionada como tantas veces a lo largo de su carrera.
Estudió en el Conservatorio Nacional. Allí conoció a la estudiante María Estela Martínez, con quien entabló una gran amistad que se mantuvo a lo largo de los años, aún cuando una se convirtió en la tercera esposa de Juan Domingo Perón y la otra se hizo famosa como La Chona. Fue Haydée la que organizó a mediados de los ‘70 un encuentro en Olivos del que participaron un grupo de actrices de todas las épocas, desde Susana Giménez y Soledad Silveyra a Tania y Pierina Dealessi.
El gran amor de su vida fue el teatro. Desde su primer trabajo en Pelo de zanahoria, de Jules Renard, sirvió de trampolín para un recorrido en el que paseó por todas las disciplinas y todos los formatos; de los dramas de los autores clásicos hasta la revista y la comedia picaresca de los capocómicos de la calle Corrientes.
Haydée jugaba a improvisar desde el absurdo. En ese imaginario estaban las desventuras de las amas de casa de la época, un concepto que hoy resulta obsoleto, pero en aquel momento desarrollista se encontraba en esplendor. Se reproducía en revistas especializadas y en programas de televisión, y las mujeres no parecían tener otro lugar para destacarse laboralmente que en el propio hogar. Pero fue Alejandro Romay quien al verla le ofreció un contrato para participar en el programa Tropicana Club, lo que significaba darle formalidad urgente a un personaje que todavía no lo tenía. Se inspiró en su madre para el look -vestido floreado y alegre, vincha con o sin moño- y el Zar de la televisión fue quien la bautizó como la Chona.
“La Chona era un yo auxiliar, tomado del modelo de las señoras de Lanús (que lo digo con todo amor); personas que no habían ido nunca al teatro y hablaban de lo cotidiano con una brutalidad enternecedora”.
Pasó por el cine, el teatro y tuvo su programa propio en televisión, donde le plantó batalla a la mismísima Mirtha Legrand, que reconoció algunas derrotas por el rating. Almorfando con la Chona se presentaba como la contracara a la mesa de la Chiqui, entre escarbadientes, sifones ostentosos y choque de cubiertos permitidos. Grabó un long play -sí, en esa época los artistas populares grababan discos con sus mejores humoradas- y paseó su personaje por donde pudo. Guardándolo y desempolvándolo según creyera conveniente.
En televisión actuó en clásicos inolvidables, como el culebrón Piel naranja y el unitario Nosotros y los miedos. En cine, se lució en las picarescas Los caballeros de la mesa redonda y El telo y la tele y en los policiales El arreglo y Tiempo de revancha. En estas últimas compartió elenco con Federico Luppi, quien fuera su pareja durante una década, y con quien afirmó haber vivido un verdadero calvario.
En casi 70 años de trayectoria, fue premiada con el Martín Fierro en televisión a la actriz cómica, y galardonada en cine por su labor dramática. Y en 2016, recibió un reconocimiento por sus 50 años de afiliación al sindicato de actores.