

'Para los trasnochados que suponen que el fútbol nació con Messi o con Maradona, más urgente se vuelve evocar a Osvaldo Juan Zubeldía, de cuya muerte se cumplen este 17 de enero, 41 años. Zubeldía fue un director técnico revolucionario, su nombre es indispensable en cualquier análisis serio del fútbol argentino de cincuenta años a estos días. Bastaría con reponer que sin un plantel de estrellas diseñó, armó y pulió el equipo que en 1968 consumó la mayor epopeya de la historia del fútbol argentino en lo que atañe a la competición entre clubes, tal fue la conquista de la Copa Intercontinental a expensas del Manchester United en Old Trafford, el mismísimo Teatro de los Sueños'.
Con esta presentación, la revista El Gráfico traza una semblanza del juninense, hijo de Ignacio Zubeldía y Ursulina Chidichino y que con el regalo de su madre, los primeros botines a los que durmió abrazado mucho antes que Messi lo hiciera a la Copa del Mundo, imaginó también un sueño de grandeza que logró en Argentina y el exterior.
Como jugador se inició en el fútbol grande de AFA en Vélez Sarsfield, donde tuvo su tarde más recordada el 25 de septiembre de 1949, cuando le marcó tres goles a Amadeo Carrizo, enfrentando a River Plate, partido que finalizó 5-3 a favor de Vélez Sarsfield. En 1956 pasó a Boca Juniors hasta que en 1958 recaló en Atlanta. "Era lento para jugar pero era rápido para entregar" dijo de él Carlos Griguol, compañero y amigo en el Bohemio. En 1960 se retiró en Banfield, que militaba en la Primera B pero abriría su etapa como entrenador.
El fervoroso hincha de River en su niñez, resultó un pionero en advertir la importancia de una buena preparación física, del estudio de los rivales, de romper con la inercia de las posiciones fijas y de abrir el abanico de la táctica y la estrategia con el propósito de compensar las desventajas de materia prima.
Así llevó a Estudiantes a lo más alto y así se le pagó con una etiqueta, la del antifútbol, que rechazó de plano por considerarla parcial, injusta o la coartada fácil de “los vagos que creen que preparar un equipo es entrenar un rato cuatro veces por semana y cuando los jugadores están por salir a la cancha limitarse a decirles que hagan lo que saben”.
En 1965, escribió junto a Argentino Geronazzo, el libro «Táctica y estrategia del fútbol» y fue contratado por el club Estudiantes de La Plata. A su llegada combinó jóvenes prospectos de la llamada «La tercera que mata», (una camada de jóvenes que dirigía Miguel Ignomiriello e incluía a Juan Ramón Verón, Carlos Pachamé, Eduardo Flores y Oscar Malbernat, entre otros) con talentos de afuera como Carlos Bilardo, Raúl Madero, Juan Echecopar, Ramón Aguirre Suárez y Alberto José Poletti, entre otros y construir uno de los equipos más ganadores del fútbol argentino. Hasta su llegada, tenía como único objetivo salvar a Estudiantes del descenso, pero el equipo terminó sexto. Y logro la hazaña de consagrarse campeón Intercontinental en 1968, nada menos que ante el mismo Manchester de Inglaterra.
En 1967 logró el título del Torneo Metropolitano, cortando con la hegemonía de los "cinco grandes" en la era profesional. Sucesivamente, el equipo «pincharrata» entrenado por Zubeldía resultó subcampeón invicto del Nacional 1967, lo que le permitió participar de la Copa Libertadores del año siguiente junto con el campeón Independiente de Avellaneda.
También fue finalista del Metropolitano 1968, derrotado por «Los Matadores» de San Lorenzo, en tiempo suplementario, tras haberse inicialmente puesto en ventaja los albirrojos. Además fue campeón de la Copa Libertadores de América en los años de 1968 (eliminando en semifinales al campeón defensor Racing de Avellaneda y en la final venciendo en tres partidos al Palmeiras), (derrotando a Nacional de Uruguay) y 1970 (frente a Peñarol también de Uruguay).
Bajo su mando, Estudiantes también consiguió la Copa Interamericana ante el Toluca y la Copa Intercontinental de 1968 ante el Manchester United de Inglaterra, al que derrotó 1 a 0 en cancha de Boca Juniors y empatando 1 a 1 en Old Trafford.
En la Argentina, fue seis veces campeón con Estudiantes y una con San Lorenzo, amén de dirigir a Atlanta, Huracán, Vélez, Racing y a la Selección Nacional en vísperas del Mundial 66.
Su carrera la terminó en el exterior. Porque la muerte se lo impuso.
Después de la salida del técnico José Curti, Hernán Botero Moreno, mayor accionista y presidente del Atlético Nacional de Medellín en los años 70, pretendía un técnico de excelencia. Así que envió a Argentina a Miguel Ángel «el zurdo» López y le encargó traer a Osvaldo Juan Zubeldía.
El 12 de agosto de 1976, debutó con un triunfo ante Millonarios. El juninense obtuvo con Atlético Nacional, los torneos de 1976 y 1981. Le dio la oportunidad a jugadores que mostraban condiciones, algunos ya habían debutado y les dio la oportunidad de que siguieran; otros no respondieron y desaparecieron, pero no por falta de oportunidades. A esta camada de jugadores se le conoció como el «Kínder» de Zubeldía. Tiempo antes de conseguir el título del año 81 con Atlético Nacional, dijo: «Dejo a Nacional arriba y me voy». El título lo consiguió en diciembre y murió en enero. "Marcó un antes y un después", dijo el entrenador Francisco Maturana.
El nacido en Junín goza de la admiración de muchos seguidores del fútbol por haber contribuido al deporte inventando jugadas que hoy en día son mundialmente utilizadas como la táctica del off-side, la ejecución de los córners con pierna invertida, el trabajo detallado de la pelota parada, la peinada en el primer palo, el respeto al aporte del preparador físico, entre otros, cosas que en el fútbol de su tiempo eran impensadas.
Sus restos mortales fueron velados en el Coliseo Iván de Bedout, estadio cubierto de Medellín y posteriormente trasladados a la Argentina y sepultados en el Cementerio Central de Junín. La tumba, ubicada en el sector que da a la calle Alberdi, es escenario de frecuentes homenajes. Por ordenanza Nº 6176 del Honorable Concejo Deliberante de Junín, del 7 de agosto de 2012 una calle del barrio El Progreso lleva su nombre. Referente, ganador y creador de un estilo. Inolvidable.