Por: Redacción Semanario de Junín

En otra puesta en escena pomposa, el intendente Pablo Petrecca, recibió en su despacho al “impulsor de la construcción de un cementerio de mascotas, como nuevo servicio a la comunidad y vecinos de la región”, oportunidad en la cual firmaron un “convenio (donde) el municipio se compromete a ceder terrenos por la zona del ‘Boliche Amarillo’, para que allí se construya este nuevo lugar que se denominará ‘Valle de la Paz’”.

El intendente dio como concretado el proyecto, expresando que “nos pone muy contentos anunciarle a la comunidad que prontamente Junín va a contar con un cementerio de mascotas, una idea impulsada por la iniciativa privada de Carlos (Valles) desde hace ya mucho tiempo, y que ahora podemos concretar en conjunto”.

Sin embargo el alcalde, ansioso por cumplir con su nuevo negocio, olvida que es un administrador del Estado municipal y no el presidente de su propia empresa. Hay varios puntos que es necesario aclarar para que el jefe comunal y parte de su hueste partidaria no sigan creyendo que los bienes y la salud de todos no debe ser concebida en forma mercantilista, algq que cada vez ocurre con mayor frecuencia.

Por cierto el intendente no puede otorgar terrenos en donación sin la anuencia del Concejo Deliberante y si bien éste tiene mayoría oficialista, la iniciativa debiera ser debatida convenientemente para que los ediles no terminen implicados en alguna causa penal como ha acontecido en otros distritos.

Por otra parte y para semejante emprendimiento, es necesario contar con un meduloso estudio de impacto ambiental, para conocer mínimamente adónde irá a parar el lixiviado cadavérico y que no sea en las napas acuíferas que luego se bombean para llevar a la red domiciliaria y son utilizadas en la zona donde se planea instalar la necrópolis.

Máxime si le sumamos que se trata de un sitio con riesgo de inundaciones por la cercanía lagunar y la posibilidad de que los restos animales terminen diseminados por cualquier lado.

Un proyecto de cementerio privado -de humanos y con terrenos propios- se planteó dentro del entorno del Parque Borchex allá por los ’90 bajo el gobierno de Abel Miguel y había presiones para su aprobación, cuando por las características del lugar era de imposible concreción. Las posteriores inundaciones dieron la razón en ese sentido y de haberlo autorizado, el municipio habría tenido graves problemas legales a partir de su corresponsabiidad en la habilitación.

Ahora asistimos a otra iniciativa de un tenor similar a aquella, pero con el agravante –incluso- de que el municipio dona tierras a un emprendedor para llevar adelante un negocio totalmente privado y además, de fuerte impacto ambiental como lo es el manejo de cadáveres.

Junín parece estar transformándose en un feudo en el que cada quien hace lo que quiere donde quiere y sin control (paradójicamente con el apoyo) de la institución que está precisamente para ello.