

Por: Ismael A. Canaparo
Malena Muyala (23 de marzo de 1971), una de las principales voces femeninas de Uruguay, además de compositora. Viene teniendo un largo camino en el tango, incursionando también en valses, milongas y milongones. Es directora del Teatro Solís de Montevideo. Nació en San José de Mayo, perteneciente a San José, uno de los diecinueve departamentos que componen la República Oriental del Uruguay.
La uruguaya cruzó el charco desde Montevideo por primera vez en agosto de 2000, por dos motivos: presentarse en la Argentina y estrenar las canciones en su debut discográfico: “Temas pendientes”. Lo hizo en el local Megafón, Chacabuco 1072, de la CABA, acompañada de estos músicos: Fernando Goicochea (piano), Bernardo Aguerre (guitarra), Miguel Angel Trillo (bandoneón) y Shyra Panzardo (bajo).
"Nací y me pusieron Malena, pero lo cierto es que canté toda mi vida y el tango estuvo ahí siempre, hasta en mis juegos infantiles, cuando iba a una escuela de monjas. Recuerdo a mi abuela enseñándome a cantar tango: 'Yo de mi barrio era la piba más bonita y en un colegio de monjas me eduqué' (De mi barrio, de Alberto Castillo), cuando iba a la primaria. Nunca me planteé por qué, siempre fue algo que era parte de mi vida", comenta como si jamás lo hubiera dicho antes.
El 28 y 29 de octubre pasado se presentó otra vez en la Argentina, ahora en el Torquato Tasso, de la calle Defensa 1575. Las dos funciones fueron seguidas por una gran cantidad de público. Fue acompañada por Enrique Anselmi (bajo), Gustavo Montemurro (piano y acordeón), Gerónimo de León (batería y percusión) y Fabián Pietrafesa (clarinete y saxo).
Malena estuvo presente en el homenaje dedicado a los 80 años que hubiese cumplido Alfredo Zitarrosa, realizado en el Estadio Centenario, el 11 de marzo de 2016. Allí se ganó los mejores aplausos de la noche, al interpretar “Milonga para una niña” y “La coyunda”, y luego con el recitado de “Guitarra negra”, junto a Julio Calcagno.
En el 2015 salió a la calle “Temporal” (Bizarro), su primer trabajo de composiciones propias, en el que se mueve del eje del tango sin dejar de morder en el alma. Allí dejó hacer a las musas, viajó a la infancia y regresó con recuerdos, perfumes y un par de certezas. Aquel disco de Malena Muyala pisó fuerte en cada uno de los géneros que abordó; no solo en el tango sino que no tambalea cuando transita el vals, la zamba criolla o juguetea con el electropop de la mano de Juan Campodónico. Así, y a diferencia quizás de sus álbumes anteriores, no es la intérprete quien viste la piel de la canción, sino que esas canciones hablan por ella.
La obra discográfica de Malena consta de siete producciones: “Temas pendientes” (Ayuí / Tacuabé, 1998), “Puro verso” (Ayuí / Tacuabé, 2000), “Malena Muyala en el Solís” (Bizarro Records (Uruguay, 2000), “Mujer de tango” (Los Años Luz Discos, 2006), “Viajera” (Los Años Luz Discos (Argentina), Bizarro Records (Uruguay, 2007), “Pebeta de mi barrio” (Bizarro Records, 2011) y “Temporal” (Bizarro Records, 2015). Además, tuvo activa participación en estos registros: “Olvidando el adiós / El Puente de Jaime Roos”, “Si me voy antes que vos / Si me voy antes que vos Jaime Roos”, “Avenida Sarandí / Esperando salir” (Composiciones de chicos del INAU), “La vida bienvenida” (A beneficio de la Fundación Álavarez Calderyro Barcia), “Liberate” (Tributo a Jorginho Gularte) y “Mi corazón” (Bajofondo Tango Club).
A lo largo de su carrera, obtuvo estas distinciones y premios: Disco de Oro “Temas pendientes” (Cámara Uruguaya del Disco), Disco de Oro “Puro verso” (Cámara Uruguaya del Disco), Madrina de la Fundación Álvarez Caldeyro Barcia, Mujer del Año, Joven Sobresaliente, Premio Iris (entregado por el diario El País), Disco de Oro “Viajera” (Cámara Uruguaya del Disco), Ciudadana Ilustre de Montevideo, Disco de Platino "Viajera" (Cámara Uruguaya del Disco), DVD de Oro "Malena Muyala en el Solís" (Cámara Uruguaya del Disco), Premio Graffiti a "Malena Muyala en el Solís" como Mejor Disco de Tango (2010) y Premio Graffiti a "Temporal" como Mejor Disco de Tango (2016).
Malena canta y conmueve. Provoca y duele. Elige un repertorio universal y compone con las tripas. Y es que los poetas, del ciego Homero para acá, siempre han hablado de las mismas cosas.
La página Montevideo Portal publicó en noviembre de 2009 una extensa entrevista a la gran cantante oriental. Estos son los pasajes más atrayentes de la charla: "De chica era re colgada de escribir, para todo escribía algo. Me acuerdo que mi abuela nos hizo una piscina de material en el fondo de casa, y antes de que nadie se metiera al agua escribí un discurso, hice cortar cintas, convoqué a todos mis primos, festejamos con jugos y buñuelos, siempre así. Armaba murgas del barrio, y todo el tiempo escribía cosas. Mi viejo estaba detenido en la dictadura, y cuando lo visitaba le cantaba. Me acuerdo que una vez el tema era sobre los peregrinos judíos y árabes, yo tengo ascendencia libanesa, y le encantaba. Siempre tuve eso de tratar de plasmar escribiendo lo que me estaba pasando".
Pero años atrás aún no era el tango sino la murga, o la anti murga lo que ocupaba sus horas. Malena fue parte, también, de ese experimento subversivo y desestabilizador que comandaba Jorge Esmoris y que se llamó BCG. De esos días, heredó "la puesta en vivo, en el escenario. Siempre digo que es como aprender a andar en bicicleta; después de que te enseñan a pararte en un escenario, a manejar diagonales, a poder mirar a la gente, porque cuando estás cantando, frente al público sos un todo, no sos sólo una voz, sino también un cuerpo, una mirada, una gestualidad que no te olvidás más. De la BCG me traje eso, la insistencia, la forma en que el flaco Jorge Esmoris y Carmen Tanco nos enseñaban a tener mucha conciencia de nuestro lenguaje corporal. Y además me enseñó a perderle miedo al público. Y agudicé esa ‘obsesión’ viendo los resultados, los buenos frutos que da ‘trabajar, trabajar, trabajar'. Con Esmoris laburábamos de lunes a viernes, horas y horas, a veces haciendo cosas que no le encontrábamos sentido. El Flaco nos hacía dibujar círculos y diagonales en cuadernos, y caminar eso toda una tarde. Después, cuando poníamos la obra, nos dábamos cuenta de que todo eso nos había servido para saber a dónde movernos, por ejemplo. Hoy puedo aplicar todo eso que aprendí en la BCG".
Érase una vez la niña que pronunciaba los discursos en la fiesta infantil, y la que hacía llorar a los presos con versos de inocencia. Y érase una vez también la niña que se hizo mujer, sacó de su sangre el tango y fue otra cosa, quizá mejor, diferente.
"Nunca sentí rechazo hacia el tango", cuenta Malena. "En mi casa se escuchaba de todo, desde música clásica a Los Iracundos, y dentro de ese amplio margen yo tenía mis preferencias; me acuerdo que ‘gastaba' el disco ‘Mediterráneo' de Serrat, lo escuchaba todo el día. Un disco de Susi Leiva, un disco de Magaldi que me encantaba, pero no porque nadie me dijera, sino porque había ‘algo' que me gustaba de eso, aunque no pueda decir exactamente qué. Yo tenía 7,8 años, agarraba el disco de pasta, lo ponía, y escuchaba eso durante horas, siempre me llamó la atención. Igual tuve una etapa, de los 12 años en adelante, que escuchaba la música del momento, Menudo y Luis Miguel, porque Los Parchis me parecían demasiado infantiles. Y después me colgaba mucho escuchando Baglietto, Marilina Ross, León Gieco, Pedro y Pablo... nos juntábamos con una amiga y escuchábamos eso, pero nunca me senté a pensar ‘¿qué voy a cantar?' El tango siempre estuvo presente, y nunca tuve la sensación de estar ‘clavada' dentro de un género. El cuestionarme vino como de afuera, si entraba o no entraba dentro del tango. Para mí sí, yo agarraba tangos y los cantaba. La forma que les daba era, de repente, lo que llevaba a la gente a cuestionar que no fuera un tango tan purista como de repente se esperaba. Pero nunca me sentí ‘no tanguera'”.
La ortodoxia suele lindar con la Inquisición, y, según Malena, "a veces a los tangueros no les gusta. Yo nunca estuve tan metida, tan por dentro de lo que es el mundo del tango como lo tiene concebido la mayoría de la sociedad, de ir a la milonga y todo eso", pero "me siento muy cómoda, y quizá nunca pensé en ‘irme' a otro género porque dentro de la temática del tango hay cosas muy interesantes para poder interpretar. A mí me interesa la interpretación, y el tango, en ese sentido, es muy rico".
Y entonces la niña viajera abre sus maletas remendadas repletas de canciones, y cuando el aire deja de picar en la nariz, queda la misma magia, el viejo embrujo de los poetas flotando en el aire. Para siempre”.