viernes 25 de abril de 2025

CULTURA | 24 mar 2018

original y brillante

Homero Expósito, el poeta de los tangos eternos

“Llegó al género con una sólida preparación literaria, que le permitió el tratamiento de sus firmes argumentos con admirable claridad anecdótica”. (Luis Adolfo Sierra).


Por: ISMAEL CANAPARO

“Con la muerte somos amigos, pero jamás me inspiró poema alguno. Es que ella no es la protagonista de la vida, que es finalmente lo que merece ser cantado. Yo tomo la muerte como un paso dialéctico más, una cosa sin mayor trascendencia en el devenir de las cosas. Hablar mucho de la muerte me suena a puro cuento. Creo que la actitud varonil justa y desprovista de soberbia está en esperarla parado, pero sin hacerse demasiado el guapo”. Semanas antes de su fallecimiento, este juicio de valor esgrimía Homero Expósito, en una larga entrevista que le realizó el periodista Jorge Göttling, autor del libro “Tango, melancólico testigo” (Corregidor, abril de 1998).

Era más blanda que agua

Que el agua blanda

Era más fresca que el río

Naranjo en flor

Homero Aldo Expósito (Zárate, 5 de noviembre de 1918 – Buenos Aires, 23 de septiembre de 1987), fue parte esencial de una homogénea generación de poetas del tango, que intuyó que el género podía ser el vehículo más frontal y directo para dibujar la realidad interna de un momento de la ciudad. Y lo logró, a través de un trabajo espectacular, en el que no se permitió baches, ni concesiones, ni desprolijidades, ni claroscuros.

Y en esa calle de estío

Calle perdida

Dejó un pedazo de vida

Y se marchó

Su padre, Manuel, un comerciante de Zárate, huérfano de origen (cuidado desde pequeño en la Casa de Niños Expósitos), adoptó legalmente ese apellido para sus dos hijos -Homero Aldo y Virgilio Hugo-, como homenaje a aquel establecimiento de la niñez.

Primero hay que saber sufrir

Después amar, después partir

Y al fin andar sin pensamiento

Perfume de naranjo en flor

Promesas banas de un amor

Que se escaparon en el viento

Quedó firmemente ratificado en la historia que fue uno de los más originales y brillantes poetas del tango. Junto a su hermano, compuso letras de gran valor y vuelo literario, las que ingresaron en la categoría de los clásicos del género. Cursó estudios como alumno pupilo en el Colegio San José, de Buenos Aires, cadete del Liceo Militar y estudiante de Filosofía y Letras. En una faceta menos conocida, fue organizador, director y actor en teatro vocacional. Debutó como autor de letras de tango en 1938 con “Rodando”, interpretado por Libertad Lamarque y transmitido por radio Belgrano. En adelante, inició una notable carrera. Sus letras fueron interpretadas por notables cantantes.

Después, ¿qué importa del después?

Toda mi vida es el ayer

Que me detiene en el pasado

En 1985, dos años de su muerte, quizá tardíamente, recibió un merecido premio: el Konex de platino, junto a un icono de la canción popular: Atahualpa Yupanqui. Cabe apuntar que los Premios Konex, organizados por la Fundación Konex, de la Argentina, es uno de los trofeos más prestigiosos del país. Fueron instituidos en 1980 para reconocer anualmente a las personalidades e instituciones más distinguidas en todas las ramas del quehacer nacional que sirven de ejemplo a la juventud.

Eterna y vieja juventud

Que me ha dejado acobardado

Como un pájaro sin luz

Homero, a quien sus amigos habían bautizado con el apodo de “Mimo”, se vinculó estrechamente con Osmar Maderna, Armando Pontier, Atilio Stamponi y Enrique Francini. Como letrista de la música ciudadana dejó, entre otros, temas de enorme brillo, como “Naranjo en flor”, “Afiches”, “Yuyo verde”, “Azabache”, “Maquillaje”, “Yo soy el tango”, “Te llaman malevo”, “Flor de lino”, “Loco torbellino”, “Al compás del corazón”, “Percal”, “Tristezas de la calle Corrientes”, “Farol”, “Quedémonos aquí”, “Pedacito de cielo”, “Qué me van a hablar de amor”, “Tu casa ya no está”, “Trenzas”, “Todo”, “Siempre París”, “Sexto piso”, “Sábado a la noche”, “Pueblito de provincia”, “Polos”, “Pigmalión”, “Pequeña”, “Oyéme”, “Oro falso”, “Naranjo en flor”, “Mi cantar”, “Margo”, “Humano”, “Fangal”, “Esta noche estoy de tangos”, “Eso”, “Ese muchacho Troilo”, “El milagro”, “El entrerriano”, “Dos fracasos”, “Déjame volver para mi pueblo”, “Con pan y cebolla”, “Chau… no va más”, “Cafetín”, “Bohemio”, “Bien criolla y bien porteña”, “Late un corazón”, “Absurdo” y “A bailar”, entre varios otros. Fue autor también de varias obras de teatro.

Que le habrán hecho mis manos

Que le habrán hecho

Para dejarme en el pecho

Tanto dolor

Dolor de vieja arboleda

Canción de esquina

Y con un pedazo de vida

Naranjo en flor

Jorge Göttling, agrega: “En confrontación con los currículums de la mayoría de sus pares, Homero soportaba estudios académicos avanzados, recorría con seguridad el latín y el griego y recordaba a veces, sin intención de alarde, lo mucho que había aprendido con Angel Battistessa, Guillermo De la Torre y Amado Alonso. Como una prueba más de su inteligencia, jamás creyó ser el depositario del saber. Hasta se diría que lo esterilizó, para poder converger en lo que fue: un importantísimo e insoslayable poeta popular”. Y concluye: “Sin dudas, la popularidad de la obra de Homero Expósito, en los últimos años, se ha disparado en proporción geométrica. El autor integra todos los repertorios de jóvenes músicos y cantantes. Las generaciones nuevas lo han redescubierto y lo frecuentan. Claro, primero hay que saber sufrir. Después, partir. Tras su muerte, también se multiplicaron los homenajes, el reconocimiento oficial. Acaso, el más emotivo, al año, en Zárate, en setiembre del 88: la evocación del poeta convocó a más de cinco mil personas”.

Primero hay que saber sufrir

Después amar, después partir

Y al fin andar sin pensamiento

Cuando murió a los 68 años, ya había abandonado el oficio autoral que ejerció con la técnica del verso libre como valor principal y a cierta distancia de la ortodoxia formal del tango-canción. En ese punto, Expósito se cobijó en la vertiente más depurada de la poesía tanguera, en la línea que cultivaron Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo y Homero Manzi, pero a la vez afín al dramatismo de Enrique Santos Discépolo. "Yo hablo romanesco y genovés y los hablo en serio, ¿eh?. También Cátulo Castillo hablaba cuatro idiomas; y Manzi y Discépolo sabían filosofía. Pero, ¿sabés lo que es difícil?: bajarse del caballo y tomar mate con el pueblo", explicó en una entrevista en 1976.

Perfume de naranjo en flor

Promesas banas de un amor

Que se escaparon en el viento

Esa sociedad con su hermano gestó obras como "Farol", "Oro falso", o la más célebre de todas, "Naranjo en flor". Pero la obra poética de Homero no se limitó al vínculo con Virgilio. También realizó trabajos en colaboración con Aníbal Troilo (“Te llaman malevo”), Héctor Stamponi (“Flor de lino”), Domingo Federico (“A bailar”), Oscar Maderna (“Pequeña”), Armando Pontier (“Trenzas”), Enrique Mario Francini (“Pedacito de cielo”) y Argentino Galván (“Cafetín”).

Después, ¿qué importa del después?

Toda mi vida es el ayer

Que me detiene en el pasado

El periodista Julio Nudler trazó un rasgo sobre la poesía de Expósito: “En la década del cincuenta, mientras comenzaba la lenta agonía del gobierno peronista y se gestaba el golpe militar de la burguesía histórica, no pocos letristas de tango se lanzaban, desbocados, inflamados por brotes de sensualidad, hacia fronteras apenas exploradas, quizá sí por el Homero Expósito que imaginara: “Trenzas,/ seda dulce de tus trenzas,/luna en sombra de tu piel/ y de tu ausencia”, o aquellas “Tristezas de la calle Corrientes”: “¡Qué triste palidez tienen tus luces,/ tus letreros sueñan cruces,/ tus afiches, carcajadas de cartón”. “Y este llanto mío entre mis manos/ y este cielo de verano /que partió”, resignada rabia ante ese “Yuyo verde” del perdón que no puede repatriar a la mujer que partió al país del que ya no se vuelve. Y ante la muerte del amigo, “tu forma de partir/ nos dio la sensación/ de un arco de violín/ clavado en un gorrión”. Y tras “Oyeme”, aquello de que “la noche llenaba de ojeras/ la reja, la hiedra/ y el viejo balcón”... “La reja está dormida de tanto silencio...” “Tus ojos de azúcar quemada/ tenían distancias.” En este “Pedacito de cielo”, Expósito elige decir ojos negros por medio de una metáfora que incluya la dulzura del mirar. Pero también sabe del horror a la promiscuidad: “Porque eres para todos ya/ como un desnudo de vidriera”.

Eterna y vieja juventud

Que me ha dejado acobardado

Como un pájaro sin luz

"Mimo" Homero, también en conjunto por Virgilio, fue autor de suceso comercial del llamado pomposamente pop-rock en español. La dupla escribió algunos éxitos de taquilla como "Eso, eso, eso", grabado en 1960 e interpretado por el trío uruguayo TNT.

En el último tramo de su vida, ensayó diversos emprendimientos como empresario gastronómico (dicen sus amigos que dilapidó su fortuna en estos intentos) y, además,  se desempeñó por décadas como directivo de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic), donde han quedado registradas 98 obras propias. Cuando lo alcanzó la muerte, se encontraba alejado de la vida autoral y se dedicaba a difundir su prolífico repertorio.

El tesoro escondido en frases

“Eran sus ojos de cielo el ancla más linda que ataba mis sueños”.

“Y otra vez, corazón, te han herido… Pero amar es vivir otra vez”.

“Recuerdo que entonces reías si yo te leía mi verso mejor y ahora, capricho del tiempo, leyendo esos versos…  ¡lloramos los dos!”

“Cruel en el cartel, la propaganda manda cruel en el cartel, y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón…”

“Quiero música, maestro, se lo pido por favor, que esta noche estoy de tangos… Quiero hacerle un expediente al corazón, que tenga compás y canto…”

“Sobre el fino garabato de un tango nervioso y lerdo se irá borrando el recuerdo…”

“Mi sueño que tanto te sueña te espera, pequeña, con esta canción”.

“Pudo el amor ser un nudo más dudo que pudo luchando vencer… Una casa era pobre, otra rica… Fácilmente se explica que no pudo ser”.

“Déjame volver con el recuerdo de aquellas esperanzas del día que partí”.

“Para cantarle al amor no hay que mirar las estrellas, hay que ser hombre de honor y lo demás… no interesa”.

“Había en nuestros sueños delirios de distancia, sabíamos que el agua corría rumbo al mar, y hacíamos barquitos con hojas de esperanza y vos eras la reina y yo era el capitán…”

“(…) Para mí que lo hicieron en mi casa como el pan que la vieja siempre dio, ¡le sobra tanto amor que rompe los bolsillos!”

“Por los viejos cafetines siempre rondan los recuerdos y un compás de tango de antes va a poner color al dolor del emigrante”.

“Vivir es cambiar… ¡dale paso al progreso que es fatal! ¡Chau, no va más!… Simplemente, la vida seguirá. ¡Qué bronca sentir todavía el ayer y dejarte partir sin llorar!”

“(…) por eso canto, canto, canto porque tienes tanto, tanto, tanto como un beso en flor. Tienes eso, eso, eso que me tiene preso, eso, eso, tienes todo eso, eso, eso que se llama amor…”

“Quedará el salón vacío con un montón de esperanzas que irán camino al olvido… ¡A bailar, a bailar que la orquesta se va!”

“Duele tanto la rutina de una vida siempre igual, la costumbre duele tanto, que esta noche, liberado del perfume de oficinas, ¡quiero música, maestro, hasta morir!”

“Para cantarle al amor no se precisa experiencia: se forma un nido entre dos y lo demás… va sin letra”.

“Donde el río se queda y la luna se va donde nadie ha llegado ni puede llegar, donde juegan conmigo los versos en flor tengo un nido de plumas y un canto de amor”.

“¿Oyes el compás? Es el corazón. Ya verás qué dulces son las horas del regreso, ya verás qué dulces los reproches y los besos. Ya verás, amor, qué felices horas al compás del corazón”.

 

 

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