

Por: Redacción Semanario de Junín
El fin de semana pasado hubo tormenta, pero sólo fue de viento. Como si se tratara de una burla de la naturaleza la esperanza se terminó perdiendo tras unas escasas gotas, paupérrimas, sobre la zona de Junín.
Lo que si voló fue suelo, aprovechando los campos blandos recién cosechados en la mayoría de los casos con magros resultados. Incluso, la presencia de varias hectáreas plantadas de maní ayudaron a la polvareda que inundó los sectores rurales del distrito.
Mal de muchos, consuelo de tontos, pero a provincia de Buenos Aires es un desierto, hasta incluso las tierras arenosas del sudeste bonaerense que hasta mediados del año pasado se mostraban desbordantes de agua, yacen “peladas” sus lagunas y arroyos circundantes.
La desaparición de la fauna íctica es desastrosa y es un interrogante cuándo volverá a florecer la pesca en los espejos de agua que en muchos casos son el elemento indispensable para el movimiento de muchos distritos.
El panorama no es alentador, alguien tenía que decirlo. Muchos habrán oído hablar de la danza de la lluvia. Parece la práctica más común y utilizada a lo largo del planeta. Su objetivo es invocar a la lluvia y asegurar el éxito de la cosecha, da igual el lugar.
Numerosas culturas la han ido realizando a lo largo de los siglos en lugares como Egipto, Etiopía, los Balcanes y las tribus indígenas más remotas del continente americano.
Acá parece no funcionar, de hecho los pronósticos más cercanos ni la nombran y los más lejanos… Tampoco a pesar de la finalización del fenómeno de La Niña.
El efecto no alcanza todavía para paliar los efectos de la peor sequía en décadas en la Argentina. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) dio a conocer recientemente números que muestran una caída en la producción de soja del 45 % en esta campaña respecto a la anterior, del 37 % para el caso del maíz, y del 50 % en el caso del trigo.
De esta manera, entre los tres principales cultivos producidos en Argentina, la producción total de granos muestra una caída de casi 45 % entre la campaña 22/23 y la 21/22, equivalente a 50 millones de toneladas. Pero es en la región núcleo y la más productiva del país donde se está viendo el mayor impacto de esta sequia histórica.
Según la BCR, entre los tres principales cultivos mencionados la región centro alcanzó un recorte del 52 % entre campañas, muy por encima del 17 % correspondiente a la región norte, y del 19 % respecto al sur de la región pampeana.
Según un artículo de Mariano Garavaglia, director del portal Meteored, uno de los más clasificados en los pronósticos agropecuarios, “la disponibilidad de agua en el suelo continúa "en rojo" fundamentalmente sobre el norte de la Provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe, y las lluvias necesarias no llegan como si han comenzado a retornar a otras regiones acotadas”.
Abril presentaba una expectativa muy fuerte en relación a las posibles precipitaciones, expectativa que solo fue colmada en el extremo norte argentino en donde el mes culminó con varios sectores con lluvias de 75 a 150 mm (y localmente superiores), y anomalías positivas para Santiago de Estero, Tucumán, el este de Salta y de Jujuy, y el oeste de Chaco y Formosa. Solo una pequeña porción del norte argentino registró superávit de lluvias en abril, es por eso que la sequía se recrudece en la región central del país.
Es en la región núcleo y la más productiva del país donde se está viendo el mayor impacto de esta sequia histórica
POR ESTAS PAMPAS
En la región pampeana, abril finaliza con 10 a 40 % de la lluvia normal de acuerdo a lo indicado por la BCR, y la esperanza de descontar los 150 a 200 mm que necesitan los suelos se desvanece, recayendo ahora la presión en mayo, antes de entrar definitivamente en la época más seca del año.
De cara al futuro, las miradas están puestas en un probable retorno del fenómeno de El Niño, que pueda promover precipitaciones más frecuentes y abundantes para el campo argentino a partir de la primavera.
Pero antes, habrá que sortear un cierre de otoño y un comienzo de invierno que no parecen dar señales claras de lluvias por encima de lo normal, degradándose aún más el estado de los suelos y haciendo decaer la intención de siembra de cultivos clave como el trigo para los próximos meses.
De acuerdo a la reciente actualización del Pronóstico Climático Trimestral del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), los meses de mayo a julio no presentan una señal clara respecto a la precipitación sobre la región núcleo y el centro y norte del Litoral, es decir, hay igual probabilidad de tener lluvias normales, lluvias por encima de lo normal, y lluvias por debajo de lo normal.
Hacia regiones más mediterráneas del centro y norte del país, como La Pampa, Córdoba y Santiago del Estero, las precipitaciones sí podrían presentarse dentro del rango de la normalidad con mayor probabilidad, mientras que en Mendoza y la Patagonia argentina hay una mayor probabilidad de lluvias superiores a lo normal para este trimestre.
Solo una pequeña porción del norte argentino registró superávit de lluvias en abril
INVIERNO BENIGNO
El mismo informe del SMN detalla el comportamiento esperado de manera cualitativa en la temperatura para el periodo que va de mayo a julio.
Los tonos rojos en el mapa, presentes a lo largo de casi todo el territorio nacional, muestran una señal clara hacia un trimestre más cálido que lo normal, especialmente sobre las provincias centrales, el Litoral, Cuyo y el noroeste del país.
Este pronóstico no invalida la ocurrencia de incursiones de frío en los próximos meses sobre el centro y norte de Argentina, pero lo que sí indica es que al promediar el trimestre, es probable que el período culmine con valores por encima de lo normal.
Contrariamente, en el extremo sur del país podría darse un trimestre no solamente más lluvioso, sino además más frío que lo habitual.
Mientras tanto y para no olvidarse es San Antonio quizás, el más implorado a la hora de hacer llover, consigna Luis Gudiño Kramer en su libro Médicos, magos y curanderos. Y es San Jerónimo quien resulta eficaz contra los relámpagos y las tormentas. También se ruega la intercesión de los santos Isidro, Osvaldo, Roque, Francisco, Ambrosio y Silvestre.
Lucio V. Mansilla comenta en ‘Una excursión a los indios ranqueles’ que las brujas eran las que predecían las lluvias y las que realizaban toda clase de "suertes mágicas" para que el agua se derramase en los sembrados o llenara las represas. "Si fracasaban pagaban el fracaso con la muerte", lo que hoy sería algún “escrache” en redes sociales. Que no sea para tanto.