

Por: Redacción Semanario de Junín
Visitar la sede de INVAP, en San Carlos de Bariloche, invita a ser optimistas sobre el presente y el futuro del desarrollo tecnológico argentino. Desde el lejano 1976, año de su fundación, esta compañía estatal –cuyo capital accionario pertenece en un 100 % a la provincia de Río Negro– ha incursionado en distintos campos con desafíos cada vez más complejos.
Primero, fueron los reactores de investigación y producción de radioisótopos y los equipos de radioterapia. Luego, los satélites de observación de baja órbita. En paralelo, comenzó la provisión de radares para el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA). En la última década, se lanzó al espacio el primer satélite argentino de telecomunicaciones y se avanzó en la producción de radares, aerogeneradores y en el desarrollo de vehículos aéreos no tripulados.
Al frente de la empresa desde septiembre de 2017, está Vicente Campenni, doctor en Física de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) con especialización en Ciencia de Materiales quien heredó el cargo de dos caudillos de la industria nuclear y aeroespacial argentina: Conrado Varotto, quien fundó y condujo el INVAP desde su nacimiento hasta 1991, y el recordado Héctor Otheguy, quien lo hizo desde 1991 hasta 2017 (falleció en marzo de 2020).
INVAP: Soberanía tecnológica y desarrollo nacional desde una visión pragmática y sin subsidios estatales
UN MODELO SUSTENTABLE
INVAP funciona como si fuera una empresa privada, pero ello no significa que el objetivo sea ganar dinero. No es esa la meta, sino que utiliza el concepto de auto sustentabilidad como medio para cumplir un objetivo mucho más trascendente: contribuir al desarrollo económico y social de la Argentina. Para lograrlo, necesita ser eficiente porque, desde los inicios de INVAP, se comprometió a no depender de ningún tipo de subsidio ni contribución directa del Estado provincial o nacional.
En cuanto a sus áreas de negocio, hoy cuenta con cuatro sectores: el nuclear, el satelital, el de sensores y radares, y el área de medicina nuclear y sistemas tecnológicos integrados. Participan los subcontratistas y, muchas veces, los propios clientes, como la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), ARSAT, la Fuerza Aérea, etc.
INVAP tiene una estructura matricial, en la que están incorporadas las unidades de negocio y una gerencia que reúne todas las especialidades. Las unidades de negocio asumen la gran responsabilidad de combinar una visión multidisciplinaria en un solo sistema, lo que no resulta sencillo. La capacidad de desarrollar proyectos sistémicos es una de sus competencias más destacadas. Cada especialista tiene que desarrollar una relación con los otros y optimizar el resultado para aportar al sistema. El perfil de los profesionales que recorren el camino de los proyectos es muy variado, y los equipos están conformados por un número variable, que puede ir de las 300 a las 400 personas.
Entre las últimas producciones y novedades de INVAP están los radares meteorológicos que permiten la detección de fenómenos climáticos severos
SOBERANÍA TECNOLÓGICA Y DESARROLLO NACIONAL
El concepto de “soberanía tecnológica” implica hacer lo necesario para adaptar la tecnología a las necesidades reales como país y como pueblo que tiene su propia idiosincrasia. En ese contexto, surgió la idea de encarar proyectos tecnológicos productivos y apareció la necesidad de adoptar la figura de empresa, lo que representó el mayor desafío para INVAP.
El modelo INVAP se basa en la satisfacción de necesidades en materia de sistemas tecnológicos complejos para el país y, para lograrlo, lo debe hacer de manera competitiva. Esto significa que lo que haya que invertir para el desarrollo, sumada su implementación, tenga un valor razonable, comparado con lo que costaría adquirirlo de una empresa en el exterior.
Ahí entra en juego el denominado “prototipo”, es decir, el primer modelo de su tipo, que se amortiza porque termina siendo competitivo y permite generar, posteriormente, un capital que puede ser exportable. A todo ello se suma que, al haberlo desarrollado a nivel local, se adaptó a las necesidades locales. El caso más significativo, que marcó el comienzo de la historia, fue la decisión de la Argentina de construir el reactor RA-6, que había estado a punto de comprarse a un proveedor extranjero “llave en mano”. Gracias a la experiencia que tuvieron con INVAP, hoy los australianos son los mejores vendedores de la tecnología argentina en materia de reactores nucleares.
La articulación con el área científica forma parte del ADN de INVAP. Ese eslabón académico y científico que nutre de los recursos humanos y los talentos necesarios para poder encarar los proyectos cuenta con dos tipos de relacionamientos: uno se da con los proveedores y, otro, con las empresas con las que se asocia.
INVAP califica a ciertas empresas para que los abastezcan de determinados componentes. En caso de no contar aún con la capacidad necesaria, los asesora y les ofrece su experiencia para que puedan convertirse en empresas de base tecnológica. En muchos casos, esa transferencia también les genera a ellas la capacidad de convertirse en proveedores de otro tipo de industrias más convencionales con una calidad superior a la que tenían antes, y, en algunos casos, también, les ha permitido exportar sus productos.
INVAP cuenta con cuatro sectores de desarrollo: el nuclear, el satelital, el de sensores y radares, y el área de medicina nuclear y sistemas tecnológicos integrados
SISTEMAS AÉREOS NO TRIPULADOS PARA APLICACIONES CIVILES Y MILITARES
Entre otros desarrollos, la empresa nacional de alta tecnología se especializa en la producción y exportación de reactores nucleares, radares y satélites. Ahora incursiona en un área, la de los vehículos no tripulados, que despierta interés tanto en las FF. AA. como en la aeronáutica civil En 2009 tuvieron lugar las primeras gestiones de la empresa con el Ministerio de Defensa para encarar un proyecto denominado Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA), el cual consistía en consolidar los requerimientos operativos de las FF. AA a las que luego se sumarían las fuerzas de seguridad federales.
El SARA preveía desarrollar y fabricar en serie sistemas aéreos no tripulados en Argentina, reduciendo costos de adquisición y operación, así como también facilitando la capacitación de operadores y personal de mantenimiento. En ese marco INVAP llevó a cabo la compleja tarea de consensuar los requerimientos operacionales y las características técnicas y funcionales que debían cumplir estos sistemas, comúnmente llamados drones.
A comienzos del 2015 se aprobó el contrato para que INVAP desarrollara el SARA y las tecnologías de Blancos Aéreos de Alta Velocidad (BAAV). El cambio de gobierno implicó la paralización del proyecto y la pérdida de una valiosa oportunidad para que Argentina dominara una tecnología estratégica con amplias aplicaciones civiles y militares.
RUAS-160
A lo largo de 2017, la empresa de Saladillo Cicaré -especializada en el desarrollo y fabricación de helicópteros- y Marinelli Technology –de Venado Tuerto y dedicada al desarrollo de tecnologías para el agro- decidieron comenzar a trabajar sobre la plataforma CH-10, que a partir de 2019, con la participación de INVAP, se formaría el Sistema Aéreo No Tripulado RUAS-160.
Con un peso de 160 kilogramos, el RUAS-160 se diseñó como un producto de uso civil, orientado a satisfacer la demanda del sector agrícola-ganadero y fuerzas de seguridad, nacionales y extranjeros. Su diseño liviano y compacto facilita el transporte, almacenamiento y operación en espacios confinados, ya sea por las características del terreno o desde la cubierta de un buque, tanto de día como de noche, incluso bajo condiciones climáticas adversas, con menor riesgo que otros tipos de vehículos aéreos. La presentación oficial del RUAS-160 tuvo lugar en marzo del 2020 durante “Expoagro”, donde obtuvo la Medalla de Oro, mención en Diseño Industrial y en Buenas Prácticas Agrícolas, en el rubro “Robótica Aplicada a la Agroindustria”.
Tras llevar a cabo los primeros vuelos “cautivo” y “libre” a fin de testear el comportamiento de los diversos subsistemas y de la aeronave en su conjunto, se comenzó a implementar un programa de ensayos y de evolución de los sistemas para lograr Certificación de Aeronavegabilidad de la autoridad de aviación militar.
El RUAS-160 puede llevar a cabo un amplio abanico de misiones, tanto de carácter civil como policial y militar, a saber: detectar, reconocer e identificar objetos móviles y estacionarios tanto en tierra como en el mar; control del tráfico marítimo y pesca; vigilancia y control de rutas y espacios terrestres; monitoreo de infraestructuras críticas; prospección y monitoreo para minería y energía; monitoreo forestal; prevención de incendios; búsqueda y rescate; inteligencia, vigilancia y reconocimiento; relé de comunicaciones; catastro; seguridad fronteriza; operaciones policiales urbanas y rurales, fumigaciones, etc.
A fines del año 2020 INVAP firmó un convenio con la Provincia de Santa Fe por la provisión de tres unidades operativas del RUAS-160. Un año después, la Armada Argentina suscribió un contrato con INVAP por 1,7 millones de dólares que incluye la entrega de un ejemplar del RUAS-160; una estación de control portátil integrada por dos valijas de alta resistencia (anti impactos), sistema electroóptico de alta definición para operar de día y noche con autotracking y telémetro láser; sistemas de comunicaciones por radio con alcance de 70 kilómetros y satélite para la transmisión online de imágenes y video de baja y media definición; repuestos; manuales y cursos de capacitación.
Este es uno más de los tantos proyectos de gran valor agregado en los que está involucrado INVAP, que ha podido exportar al mundo productos como tecnología aeroespacial, radares, reactores nucleares de investigación y que han permitido a la empresa consolidarse como un actor dentro de la ciencia y tecnología.