

Por: Redacción Semanario de Junín
Según señaló la ONU, la protección de la diversidad biológica es crucial, ya que sustenta la vida de las civilizaciones.
En este marco, dio a conocer una serie de datos que lo evidencian:
La protección de la diversidad biológica es crucial, ya que sustenta la vida de nuestra civilización
Estos son solo algunos de los aspectos vitales por los cuales debemos no solo cambiar nuestra mirada y postura con nuestro entorno sino convertirnos en partícipes activos del cambio, si pretendemos una vida mejor y un futuro posible. Nuestro paso terrenal por el planeta tierra ya dio muestras de la alteración de la biodiversidad planetaria, de la que ya comenzamos a sufrir ‘devolución de gentilezas’, con olas de calor, escasez de agua, inundaciones y pandemias de consecuencias imprevisibles y catastróficas.
El término biodiversidad fue acuñado en 1985, en el Foro Internacional sobre la Diversidad Biológica celebrado en los Estados Unidos. En este sentido, la biodiversidad comprende a la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, como así también las diferencias genéticas dentro de cada especie. Este concepto también incluye a la variedad de ecosistemas que albergan múltiples interacciones entre sus miembros y su entorno.
Y no son solo los arroyos, campos o bosques alejados de nuestra casa. No. En un mundo que se está urbanizando con rapidez y que se enfrenta a la amenaza del cambio climático, ha crecido el interés por comprender cómo las ciudades se benefician de su biodiversidad local. Pero también, por el otro lado, cómo estas se ven afectadas por el desarrollo urbano.
La biodiversidad es la variedad de vida en un área determinada: el rango de plantas, animales y otros organismos que se pueden encontrar en un ecosistema. En ocasiones, es un término que se asocia con las zonas rurales, pero es importante recordar que también existe en las ciudades, donde animales y plantas viven en un complicado equilibrio con la vida urbana.
Lo que no hace mucho parecían anécdotas; los jabalíes de noche por las calles de Roma, la invasión de carpinchos en Nordelta, las gaviotas y las cigüeñas frecuentando de día los basureros, las aves acuáticas en los embalses o piletas en Junín por la falta de humedales o los murciélagos en las farolas de las ciudades, cada vez sucede con mayor frecuencia y están poniendo de manifiesto que los animales se están quedando sin sus hábitats naturales.
En 2020, los estudios sobre la fauna urbana revelaban que un 93 % de los mamíferos urbanizados presentaban ya conductas diferentes a las de sus congéneres de áreas rurales. La mayoría de ellos habían adoptado un estilo de vida nocturno para evitar a los seres humanos y habían ampliado su dieta natural al introducir nuevos alimentos.
Todo esto está generando un nuevo ecosistema urbano que es ya un caldo de cultivo para nuevas zoonosis y enfermedades. La salud de la Naturaleza, basada en la conservación de los hábitats naturales, es nuestra mejor garantía de salud.
Y para encontrar pronto ese equilibrio, hay varias cosas que debemos empezar a cambiar.