

A los 75 años murió Ernesto Mastrángelo. Y con él se fue una parte de aquel fútbol de los años ‘70, donde fue un implacable goleador, pero también un permanente animador de las concentraciones.
El Heber jugó en Atlanta, River y Unión, pero el poster de su vida deportiva, se perpetuó con la camiseta de Boca, en los tiempos del Toto Lorenzo, donde ganó todos los títulos posibles.
A lo largo de su extensa carrera se dio muchos lujos y uno de ellos fue tener como compañeros y rivales a dos grandes del arco que marcaron una era indeleble: Fillol y Gatti. “Eran completamente distintos en todo. El Pato no salía a cortar los centros, mientras que el Loco era un especialista en eso, porque lo había aprendido viendo a Amadeo Carrizo en las prácticas de River. Fillol era un monstruo debajo de los tres palos, casi invencible. Le tenías que patear de segunda, tras un amago, porque de primera te la sacaba casi siempre, así le hice el recordado gol en el Monumental en la Libertadores del ‘78, cuando pasamos a la final. De Gatti me asombraba la visión de los palos que tenía, algo impresionante: ubicado de espaldas, sabía dónde estaba el arco”.
Sus goles trascendieron las canchas, a tal punto que muchos años después de retirado, el gran Roberto Fontanarrosa, que no lo había disfrutado con sus amados colores de Rosario Central lo evocó así: “Recuerdo una noche, particularmente amarga, tras haber perdido Central un partido importante contra Unión. Faltaba poco para el final con un 0 a 0 salomónico. A poco de terminar salió un pelotazo para Mastrángelo, puntero derecho Tatengue, que lo dejó cara a cara con el arquero, sobre la derecha, pero en un ángulo bastante cerrado. Mastrángelo le pegó un derechazo bárbaro, alto al primer palo y la mandó adentro. Después lo vi hacer más de un gol de la misma forma, tanto que los pocos que se convierten de esa manera me llevan siempre a pensar que son convertidos “al estilo Mastrángelo”.
La hora del retiro llegó en 1982 y al colgar los botines las redes descansaron de uno de sus visitantes más asiduos. Al poco tiempo, ya estaba trabajando nuevamente en Boca, como lo hizo a lo largo de más de 30 años en diversas etapas y lugares: “Arranqué en el ‘84 como ayudante de campo de Dino Sani, que era el DT de la primera y luego con Alfredo Di Stéfano, al que todos le tenían un poco de miedo, pero yo le hacía bromas y lo hacía reír. Era como un diario mojado, no se le entendía nada cuando hablaba (risas), pero sabía de fútbol una barbaridad. Cuando llegó Menotti en el ‘87 nos echó a todos los que trabajábamos en el club, pero luego pude volver y me di el gusto de ganar 14 campeonatos como entrenador con la 5° y la 6° división de Boca”.