

La Fiesta del Cosechero tuvo su particular colorido, participación y calidad, pero en materia de política interna los ánimos estuvieron caldeados.
Después de la renuncia de la delegada Matilde Calaza debido a encontronazos entre el cuerpo de bomberos que dirige su esposo y los organizadores de la fiesta, salieron a la luz una serie de cuestiones relacionadas con una gestión poco transparente, tal como ocurre en el gobierno central.
La intempestiva partida de la funcionaria, puesta a dedo por el intendente Pablo Petrecca, tuvo que ver justamente con que el alcalde le soltó la mano, luego que en las PASO, fuera Luis Chami quien logró la mayor cantidad de votos en la localidad, con vecinos angustiados por el destrato de la gestión petrequista y la ineficiencia de Calaza, con graves problemas en la provisión de servicios municipales y mucho peor en materia de seguridad.
A Petrecca le dan los números muy ajustados con vistas a las general del 22 y eso lo preocupa día a día y por eso mira compulsivamente las encuestas. Las traiciones contra Chami en las PASO, le están costando el 11% de los votos con los que se quedó el ex Sheriff, de esa manera crecen Valeria Arata y Javier Souto, a la par que se suceden más muestras de ineptitud de una gestión que después de ocho años de letargo quiere aparecer proactiva con algunos elementos de cotillón para captar incautos electores.
Por eso la fiesta de Morse dejó más preocupación en Petrecca y sus huestes, cuando el jefe comunal fue “retado” por algunos asistentes por haber llegado tarde y demorar todo el evento (algo común en sus presentaciones) y además recibió algunas silbatinas cuando subió al escenario, algo que hasta entones no le había ocurrido, no porque no las merezca sino por el respeto ciudadano.
A raíz de los acontecimientos, no aparecen candidatos que se animen a manejar la delegación del pueblo, ya que dicen que “nadie quiere quemarse” y tampoco “dar la cara” por el intendente que “promete, pero después te deja tirado”.