domingo 8 de junio de 2025

NACIONALES | 27 dic. 2023

TECNOLOGÍA

Vender las joyas de la abuela nos puede costar muy caro

CONUAR le vendió 260 kilómetros de tubos sin costura de una ‘superaleación’, llamada zircaloy a la propietaria actual de esa ingeniería, la canadiense Lavalin.


Por: Redacción Semanario de Junín

Ahora que soplan nuevos vientos y se pregona la libertad, conviene recordar los peligros de poner ‘lo que sea’ en manos del mercado. Porque entre otras cosas, algunas funcionan muy bien, son superavitarias, estratégicas y tienen visión de futuro.

Hace muy poco, la compañía mixta Combustibles Nucleares Argentinos (CONUAR) concretó la exportación a Canadá de 260 kilómetros de tubos sin costura por un valor de 8 millones de dólares.

Tras un primer envío a India, esta segunda venta ratifica la capacidad del sector nuclear argentino para proyectarse como proveedor de alto valor agregado. En este caso, se trata se tubos curvados en forma de U, fabricados en aleación 825 y que serán utilizados para fabricar intercambiadores de calor del Sistema Moderador en un reactor nuclear similar al de nuestra Central Nuclear Embalse.

Los usuarios más importantes de centrales CANDU son Canadá, con 19 máquinas activas de su propia invención, la India, con 22 copias no oficiales también en línea y 15 más en construcción, Corea con 4 máquinas en marcha, China con 2 y Pakistán con 1. Rumania tenía 2, siguen activas, hoy está construyendo otras dos y tiene que «retubar» la primera.

Haber retubado esa central entre 2014 y 2018 con componentes argentinos nos pone en un mercado de 71 máquinas similares o parecidas en 7 países, algunas de ellas paradas y a espera de «refurbishment», otras en actividad, y muchas en construcción o planificadas. Es todo un ecosistema tecnológico donde tenemos cosas para vender.

Hasta hace poco, en Canadá, casi toda CANDU vieja y detenida iba a decomisión. Hoy, tras un verano de calorones de 40 grados en zonas de tundra y varios centenares de incendios forestales debido al recalentamiento global, Canadá, uno de los mayores emisores mundiales de carbono por cabeza de habitante, vuelve a lo nuclear, como casi todo el mundo.

Y las centrales CANDU que inventaron ellos tienen algo grandioso, nada común en el mercado nucleoeléctrico mundial: sin importar origen o tamaño, están casi todas hechas con los mismos componentes, generalmente tubulares, y de las mismas aleaciones especiales, y usan los mismos manojos combustibles.

En los últimos años CONUAR empezó a exportar componentes de zircaloy a la India. NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina SA), por su parte, le vendió asesoramiento a China para el ‘retubado’ de su primera CANDU. El retubado se parece un poco a la rectificación de motor de un auto viejo, pero en buen estado general: le da una segunda vida útil. A Lavalin CONUAR le vendió caños para ‘retubar’ alguna de sus centrales (son 30 años más de vida útil). También se le vendieron tubos de aleaciones especiales a China, no sólo asesoramiento. Argentina puso un pie en la puerta de tres mercados gigantes.

CONUAR en esta ocasión vendió tubos sin costura, curvados en forma de U, fabricados en aleación 825. Lavalin, la empresa constructora que heredó el diseño CANDU de la estatal nuclear AECL, los utilizará para fabricar intercambiadores de calor del sistema moderador de un reactor CANDU-6 idéntico a la CNE, la Central Nuclear de Embalse, en Córdoba.

En una CANDU o en sus múltiples y al parecer excelentes derivaciones indias, el refrigerante y el moderador son la misma sustancia, agua pesada, que no es barata: la de calidad nuclear está a un millón de dólares la tonelada. En este contexto, Argentina cuenta con la mayor fábrica del mundo, la PIAP en Neuquén, Arroyito. Pero el gobierno de Mauricio Macri la cerró, el Presidente Fernández se acordó de reactivarla a medias y el escenario futuro de Milei no augura buenas perspectivas para cualquier sector estatal, por más promisorio que sea.

La clase dirigente parece no entender que el negocio nuclear es vender tecnología. Y debieran encenderse todas las alarmas cuando se las quiere poner ‘en manos del mercado’.

El país del norte tiene dos centrales idénticas a Embalse, las únicas fuera de la provincia de Ontario. Una está en Quebec Gentilly-2, que está parada y debería retubarse si la idea es ponerla nuevamente en servicio. La otra es Point Lepreau, en New Brunswick, activa, pero probablemente necesitada de un retubado. El resto de la enorme flota CANDU canadiense se agrupa en 4 complejos nucleares en Ontario, donde las máquinas se construyeron de a cuatro y comparten servicios para bajar costos.

CONUAR es una sociedad mixta de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) que puso la ciencia de materiales, la tecnología de fabricación y el predio del Centro Atómico Ezeiza, y del grupo PECOM, Pérez Companc que tiene 2/3 del capital accionario.

Y además pone sobre la mesa la pregunta del millón: ¿por qué tenemos una sola CANDU, si por disponibilidad y precio de la electricidad (U$ 46 el megavatio hora) es la mejor máquina individual de potencia no sólo del parque nucleoeléctrico, sino de todo el parque de generación eléctrica del país?

Embalse tiene una disponibilidad del 93,1%, lo que significa que funciona a plena potencia 340 días por año, con 25 días por paradas planificadas de mantenimiento y alguna imprevista por desperfectos.

No hace falta decir que las centrales nucleares tienen el megavatio hora más barato del país (U$ 46 frente a los U$ 65 a 70 de las renovables, y que a término de vida útil, emitieron menos dióxido de carbono y casi no generaron efecto invernadero.

Una heladera gasta alrededor de 1 kilovatio hora por día. Contando todos los gastos de minería, fabricación de materiales, transportes, mantenimientos y reparaciones y finalmente, decomisión y gestión de residuos, cada kilovatio hora de una entregado a red por central nuclear a cierre emitió 6 gramos de dióxido de carbono, el de un parque eólico, 16 gramos, el de un parque solar, 39 gramos, y el de una central a gas, 458 gramos. Entre otras cosas, porque una central nuclear hoy dura 60 u 80 años, y un parque eólico o solar, 20 y a dar las gracias.

En materia de dar potencia máxima 24×7, a Embalse ni siquiera le tocan la oreja las Atuchas, que son lo siguiente en el orden local de disponibilidad, pese a que ambas son prototipos. Y los prototipos dan trabajo, hasta que ‘maduran’, como se probó con Atucha 1 en 1988, y con la 2 en 2022.

Embalse se tuvo que terminar sin el fabricante canadiense, AECL, porque esa firma estatal canadiense, presionada por los EEUU, empezó a incumplir los contratos de provisión de componentes y de transferencia de tecnología desde el arranque mismo de la obra, en 1974.

La clase dirigente parece no entender que el negocio nuclear es vender tecnología

Por eso en lugar de terminarse en 1980, se pudo conectar a la red recién en 1984, remando en dulce de leche y contradiciendo los sanos consejos de más de un experto economista y de más de un político.

Durante su primera vida útil de 30 años tuvo una disponibilidad del 86,03%, también muy superior a la del resto del parque eléctrico nacional. Con el retubado, hecho con componentes y personal argentino y la movilización de más de 100 empresas privadas proveedoras, entre 2014 y 2018, mejoró al actual 93,1% y además ganó un 6% de potencia. Hoy entrega 654 MWe, lo que significa que ilumina a 3 de cada 4 cordobeses.

El retubado de una CANDU es una operación ya estandarizada, que dura entre 2 y 3 años, es decir entre un tercio y la mitad del tiempo de construcción de una CANDU nueva de potencia equivalente, y cuesta una cuarta parte. Lo que se obtiene es técnicamente una central nueva, licenciable para 30 años más de servicio, y actualizada en sistemas de seguridad a estándares «post-Fukushima».

Aquí el retubado se demoró 2 años más porque a Embalse se le cambiaron preventivamente los 4 generadores de vapor, un ‘extra’ no incluido en un retubado standard. Fue un trabajo de argentinos.

La construcción de los 4 generadores de vapor es difícil: los tubos de inconel 690 los hizo CONUAR y la carcasa la hizo la mendocina IMPSA. Pero mucho más difícil es extraer cada una de esas piezas gigantescas de 30 toneladas en el espacio abarrotado de caños y cables y vigas de una central nuclear, sacarlas del edificio de contención, y reemplazarlas por las unidades nuevas. De modo que NA-SA fue contratada para dirigir esta tarea por OPG (Ontario Power Generation), que tiene muchas unidades CANDU a retubar allá en Canadá, y luego por China, para lo mismo.

Argentina le vendió componentes a Canadá de una máquina que inventaron ellos. Algo así como venderle hielo a los esquimales

Argentina desperdició la oportunidad de inaugurar un considerable reactor. Es bien diferente de una central porque no produce electricidad en absoluto: es el RA-10 del Centro Atómico Ezeiza, también parado por la administración Macri, y que no entró en el radar de la Secretaría de Energía hasta bien entrado 2021, como todo lo nuclear. Una vez que el RA-10 empiece a funcionar puede capturar el 20% del mercado mundial de radioisótopos médicos, que crece en flecha desde que existe. En 2023 movió U$ 9.610 millones, y se estima que en 2028 facturará U$ 13.640 millones.

El RA-10 podría pagar su costo total de construcción en unos  meses de operaciones, exportando radioisótopos médicos, fundamentalmente molibdeno 99m., que está en falta en todos los países ricos del Hemisferio Norte, y con resultados trágicos. Después de abonar su costo casi distraídamente, el RA-10 tiene una vida operativa prevista de 50 años, en la que sólo dejará de facturar para mantenimientos.

La clase dirigente parece no entender que el negocio nuclear es vender tecnología. El área nuclear no debe quedar en manos del mercado, debe volver a dependencia directa del Poder Ejecutivo Nacional, donde la puso hace muchos años, Perón. ¿Por qué?No solo porque multiplicará los dólares que el país necesita, sino también porque es estratégica.

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