

Por: Ismael A. Canaparo
Gustavo Nocetti y Hernán Salinas fueron las voces, durante muchísimo tiempo, de la Orquesta de Tango de Buenos Aires, dirigida por el maestro Carlos García y el chacabuquense Raúl Garello. Los dos murieron muy jóvenes, en plena etapa de creatividad, por diferentes motivos, casi con una diferencia mínima. Nocetti se apagó un día como hoy de 2002, a los 43 años, víctima de un accidente automovilístico. En tanto, Salinas falleció el 21 de noviembre de 2003, a los 44, producto de un enfisema pulmonar.
Gustavo Nocetti nació en Montevideo el 6 de noviembre de 1959, iniciándose en el canto en su adolescencia. En 1976 ganó un certamen de voces en el Canal 5 y grabó su primer disco. Viajó en 1978 a Buenos Aires, invitado por el pianista Atilio Stampone para cantar en la tanguería “Caño 14″. Allí aprendió los códigos del canto y el decir tanguero, al lado de los mitos vivientes de la época, como Roberto Goyeneche, Edmundo Rivero y Rubén Juárez.
También allí comenzó una ascendente carrera de cantante que lo llevó a intervenir en la orquesta de Armando Pontier y ser invitado por Edmundo Rivero para acompañarlo en el elenco que habría de protagonizar las veladas tangueras del “Cafetín de Buenos Aires”, en Mar del Plata.
Luego, en 1983, ingresó como cantor estable de la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires, que dirigían el bandoneonista Raúl Garello y el pianista Carlos García.
En los diez años en que estuvo radicado en la ciudad porteña forjó su personalidad y se perfiló como una promesa de la canción ciudadana con su fuerte, claro y hermoso timbre de voz, que sabía ajustarse a todas las letras que abordaba. Sus altos y bajos los manejaba con brillantez y sin esfuerzo aparente, haciendo creíble todo lo que cantaba. Con un excelente registro de barítono, sus interpretaciones eran de gran justeza, riqueza interpretativa y neto temperamento tanguero.
En 1987, con el sexteto de Raúl Garello, grabó dos discos: “Viva el tango” y “Tangos en homenaje a Woody Allen”, con dieciocho obras que llevan música de Raúl Garello y textos de Horacio Ferrer. Estos tangos los presentaron en espectáculos que realizaron en España, Holanda, Turquía, Japón y en el Teatro Solís de Montevideo, aquí durante un Festival Internacional organizado por “Joventango”.
En 1994, radicado en Montevideo, fue invitado por el maestro Federico García Vigil para participar en el ciclo “Galas de Tango” con la Orquesta Filarmónica de Montevideo, en donde se convirtió en una de sus figuras más atrayentes y aplaudidas, haciendo los tangos que tuvieron mayor éxito en los años cuarenta y que él sabía interpretar con estilo, sobriedad y buen gusto, integrado a la ampulosidad y al sonido de una orquesta de más de sesenta profesores.
Con ella viajó a ciudades del interior del Uruguay, a Buenos Aires, Brasil, España y Egipto. Viajó a Alemania con el espectáculo “Avenida Bandoneón” llevado por “Joventango” en 1997 y como solista viajó a Finlandia en 2000, junto con el cuarteto de Néstor Vaz y la cantante argentina Patricia Barone.
Gustavo Nocetti era además un conocedor de la historia del tango. Había estudiado a sus músicos, poetas y cantores, para conocer a fondo la historia de lo que interpretaba. En una oportunidad confesó a una entrevista que él ponía discos de Gardel y que “cantaba junto con él”, haciendo los altos y bajos del máximo cantor de tangos. “No para imitarlo, sino para estudiar sus graves y agudos, su estilo de decir el texto cantado, en definitiva, para aprender a cantar”.
Sin llegar a tener la popularidad de Julio Sosa, Nocetti supo de los halagos del triunfo y de ser reconocido, por los exigentes, como una de las mejores voces surgidas, dentro del tango, en el Río de la Plata.
Su última actuación, la cumplió en la Sala Zitarrosa acompañado por el cuarteto del bandoneonista Néstor Vaz, espectáculo que fue auspiciado por el diario “La República”, de Montevideo.
Jaime Clara (San José de Mayo, Uruguay, 5 de marzo de 1965) es un periodista, caricaturista, escritor y licenciado en Comunicación Social, escribió la siguiente semblanza sobre Nocetti:
“Su carrera comenzó a los 15 años, al ganar un concurso, cuyo premio consistió en actuar en Café Concert, un programa del Canal 5 SODRE de Montevideo, el canal oficial de televisión.
Con 19 años, entusiasmado, llegó a Buenos Aires. En el primer lugar que cantó fue en el mítico Caño 14, invitado por Atilio Stampone. Allí compartió el escenario con intérpretes que lo marcaron a fuego: Roberto Goyeneche, Edmundo Rivero y Rubén Juárez, entre otros. También actuó en el programa Grandes valores del tango.
Tenía una estupenda voz, que fue creciendo, moldeando, a puro esfuerzo, ganas y sentimiento. “Jamás quise aprender canto por temor a los profesores de canto. He visto cantores que prometían muchísimo, tirarse a lo lírico, y bueno, yo no sé si es que no hay maestros de canto popular... Tiene que haber, porque no es lo mismo el canto lírico que el canto popular. El canto popular de repente exige menos en determinados aspectos a la máquina vocal pero exige más en otros aspectos...”.
En 1983, ingresó como cantor estable de la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires que dirigían Raúl Garello y Carlos García.
Escribió el periodista Ruben Borrazás: “En los diez años en que estuvo radicado en la ciudad porteña forjó su personalidad y se perfiló como una promesa de la canción ciudadana con su fuerte, claro y hermoso timbre de voz, que sabía ajustarse a todas las letras que abordaba. Sus altos y bajos los manejaba con brillantez y sin esfuerzo aparente, haciendo creíble todo lo que cantaba. Con un excelente registro de barítono, sus interpretaciones eran de gran justeza, riqueza interpretativa y neto temperamento tanguero”. Nocetti tenía claro quiénes fueron los cantantes que influyeron en él: Carlos Gardel, Roberto Goyeneche y Rubén Juárez.
Al Morocho del Abasto lo definió como el inventor. “Antes de Gardel no había nadie que cantara tango ni se sabía cómo se iba a cantar el tango. Nace el tango cantado y aparece Gardel; o sea, muchas cosas juntas ¿no? Gardel cantaba otro tipo de canciones antes de que el tango cantado tomara forma. Y él se encontró con el tango canción y tuvo que darle una forma, y se la dio. Se la dio con tanta calidad, con tanto talento, que hasta hoy día se conserva la forma de canto. Y creo que después Goyeneche fue el único cantor que hizo un aporte más a la forma de canto de Gardel, que es la interpretación... Hay que tener en cuenta que cuando cantó Gardel, fuera de Alfredo Le Pera que hacía muy buenas letras para él, no había los poetas que después Goyeneche pudo gozar en los años 40, 50, 60; estaban Homero Manzi, recién surgía Enrique Santos Discépolo y grabó “Yira yira”.
“Pero Homero Manzi, Cátulo Castillo, Homero Expósito, esa gente no estaba, mucho menos Horacio Ferrer o Eladia Blázquez. Agarró toda la parte de los poetas, y lo que hizo fue resaltar la poesía de los tangos. Por supuesto que de una forma afinadísima, respetando totalmente la línea melódica. Era un tipo de un oído casi absoluto digamos, y por más gastado que estuviese en los últimos tiempos, yo te puedo asegurar que pueden buscar en la discografía de Goyeneche una desafinación y no la van a encontrar. Lo que van a encontrar de repente son leves cambios de melodía para seguir afinando. Esa era una trampita del Polaco”.
Su primer disco fue Naranjo en flor, (sello Orfeo), luego Somos ilusos (sello La Batuta, con arreglos de Fernando Cabrera). En 1982 interviene en el larga duración “Futuro”, de Osvaldo Pugliese, junto a los más destacados intérpretes de la última generación tanguera.
“El tango es poesía; y poesía de la buena”, explicó Nocetti en una oportunidad. “Yo creo que en el tango hay muchísimos autores y muy pocos poetas, pero esos pocos tuvieron una buena producción. Poetas poetas son seis o siete, no más. Y bueno, darle un lugar a la poesía en este momento del mundo, a mí me parece que es un acto... sí, yo creo que es un acto de valentía también. Es defender un valor humano. Es defender el lenguaje de las emociones, el que no pasa por la razón. Ningún adelanto cibernético va a poder explicar nunca la esencia del ser humano: ¡El viejo y olvidado lenguaje de las emociones! Entonces fijate una cosa, que el tango abarca muchísimos estados de ánimo del ser humano, no solamente como algunos creen: el que se le fue la mina y pobre que se queda llorando. No, el tango abarca muchísimos estados de ánimo más y con muchos más detalles”.
La presencia de Nocetti fue clave para el dos por cuatro, en Uruguay. Su voz y su personalidad forman parte de la historia nueva del tango rioplatense. Fue una figura consular de los festivales Viva el Tango que se realizan desde hace quince años en Montevideo. Fue un destacado representante de la música ciudadana por varias capitales del mundo.
Quizás no llegó a la popularidad de Julio Sosa, pese a que muchas de las crónicas necrológicas tras su muerte se empeñan en emparentarlos. No sólo por sus cualidades artísticas, sino también por la trágica forma en la que murieron. Nada que ver una cosa con la otra. Nocetti tuvo una personalidad propia y una auténtica forma de cantar y de interpretar el tango. Su repertorio estuvo siempre integrado por temas clásicos y de vanguardia.
Gustavo Nocetti murió muy joven. Tenía mucho para dar. Pero por lo que hizo, será recordado como una voz que trascendió los límites de la capital del Uruguay”.