

Por: Redacción Semanario de Junín
NOTA DE TAPA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 404 DE SEMANARIO DE JUNÍN. CORRESPONDE A LA SEMANA DEL 6 AL 12 DE ABRIL DE 2024
La desinformación es peligrosa para nuestra sociedad ya que socava la democracia, fomenta la división y el odio, y bloquea el desarrollo en los temas más apremiantes para nuestro distrito. Para contrarrestarla, es crucial comprender cómo funciona, cómo identificarla y cómo mejor responder ante este acto que afecta las estructuras de las organizaciones.
Entre 2022 y 2024 la municipalidad incrementó la pauta oficial en un 350%, pero a pesar de ello los medios “tradicionales” de Junín pasan por una situación realmente complicada que se ve manifiesta en el deterioro informativo que sufre la población y la pérdida de fuentes de trabajo.
Con nombre y apellido, “los medios tradicionales” que Pablo Petrecca ubica en su seno de gobierno son: el Grupo La Verdad, Democracia y Canal 10, quienes se llevan más del 80% de los 80 millones de pesos (en blanco) que el municipio destinó este 2024 para esos menesteres, a pesar de que aseguraba que “recortaría gastos”.
La publicidad oficial –bien utilizada- es un mecanismo muy valioso de comunicación entre los gobiernos y la ciudadanía y tiene como objetivo el acceso a información pública y la rendición de cuentas.
La Relatoría para la Libertad de expresión de la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos (CIDH) establece dos tipos de publicidad estatal: la publicidad no paga y la publicidad paga.
En virtud de darle una definición, la publicidad “no paga” incluye los comunicados de prensa, los textos de leyes o sobre reuniones legislativas, entre otras.
El Estado puede no asignar pauta, pero si decide hacerlo debe evitar distribuir esos recursos en forma discriminatoria
La publicidad “paga” por su parte, incluye los anuncios pagados en la prensa, la radio o la televisión, el material de software y video producido por el gobierno o patrocinado por éste, las campañas a base de folletos, el material publicado en Internet, las exposiciones y otros.
Sin embargo, los límites para una y otra característica resultan muy difusos y por cierto quien reciba más dinero resultará más “voluntarioso” a la hora de opinar sobre el gobierno que lo prohijó.
Pero esto resulta un arma de doble filo, ya que cuando quienes reciben la información comienzan a darse cuenta de la falta de honestidad informativa, se pierden lectores, escuchas y televidentes.
En nuestra ciudad, no funciona ningún organismo de verificación de seguidores de medios, por eso cada cual se arroga ser el más popular, cuando en verdad no se conocen datos al respecto.
Si alguna vez la medición la daba la cantidad de diarios vendidos, este parámetro pasó a la historia con la llegada de los diarios digitales y los “tradicionales” pasaron a imprimir lo mínimo indispensable en ejemplares y días de circulación, frente a una debacle que lleva más de una década y mucho más todavía, si consideramos el compromiso periodístico.
Del mismo modo, las radios sufrieron un fuerte retroceso particularmente en inversión. Alejarse más de 50 cuadras de Junín equivale a perder la señal, mientras que hubo quienes se hicieron de frecuencias para transformarse en simples repetidoras y sumarse a esta suerte de centralismo informativo que causa una pérdida de identidad y en el cual hasta el pronóstico del clima ni siquiera es juninense. Del mismo modo, se achicó el plantel de trabajadores, aunque vale el reconocimiento para algunas radios FM que siguen proponiendo nuevos programas con nuevos protagonistas, aunque ya no queden prácticamente referentes locales de nivel profesional como en otras épocas.
Entre 2022 y 2024 la municipalidad incrementó la pauta oficial en un 350%
Esta situación no es casual, sino que es producto de una serie de cuestiones -digamos ¿azarosas?- que le tocaron a Junín, con un diario que con algunos destellos pudo despegarse de lo confesional, otro que nació con un fuerte compromiso político que posteriormente transmutó en puramente comercial y un espacio televisivo en manos de una empresa porteña con prácticamente ofrece escasísimo material propio y ambiciona solamente en el negocio del cable.
En medio de este escenario, no es casual que no haya en Junín (ciudad con gran oferta en capacitación) ningún ámbito educativo que esté relacionado con los medios de comunicación a nivel terciario (la escuela 7 posee un bachillerato especializado en el tema), ya que las propias empresas dedicadas al rubro han mostrado desde su constitución una vara demasiado baja, que a la larga les ha jugado en contra.
Particularmente desde la llegada de Pablo Petrecca al poder (también durante buena parte de su campaña 2015) y hasta ahora, los medios tradicionales locales, se convirtieron en actores de reparto de las estrategias políticas del gobierno y no sólo en época electoral. O bien podría decirse que la época electoral del oficialismo ha pasado de activarse cada dos años a volverse rutina. Y de esta manera, genera una gran distorsión en la equidad en la competencia electoral.
Entre las fotos de presuntas acciones de gobiernos y “éxitos de gestión”, sumado a los “olvidos” premeditados de promesas que no se cumplieron u obras demoradas hasta lo inconcebible, todo ayudó al desprestigio y la pérdida de confianza en el periodismo.
La gestión Petrecca, sin embargo, ha sido muy rigurosa a cambio de la pauta publicitaria, a punto tal de exigir en muchos casos ver las notas antes de ser publicadas o que no se le hicieran modificaciones en las gacetillas de prensa que enviaba su departamento de comunicación, algo que se cumple a rajatabla.
En Junín no funciona ningún organismo de verificación de seguidores de medios, por eso cada cual se arroga ser el más popular
JUEGOS PELIGROSOS
La Ley de Ética en el Ejercicio de la Función Pública, establece en su artículo 42 que “la publicidad de los actos, programas, obras, servicios y campañas de los órganos públicos deberá tener carácter educativo, informativo o de orientación social, no pudiendo constar en ella, nombres, símbolos o imágenes que supongan promoción personal de las autoridades o funcionarios públicos”.
Ocurre que, a esos 80 millones de pesos que hoy están en danza y se reparten en la trilogía, también deben sumársele una cifra similar o mayor que el municipio maneja por parte de la publicidad oficial de la provincia de Buenos Aires, que las huestes de Axel Kicillof ponen en manos de los municipios bonaerenses y que nadie conoce realmente de cuánto es.
Paradójicamente, dos diputadas nacionales del radicalismo vienen avanzando sobre la legislación para terminar con los manejos discriminatorios como los de la gestión Petrecca.
Se trata de Karina Banfi y Soledad Carrizo, que previamente habían presentado un proyecto de ley con modificaciones en la pauta oficial.
“Soy autora de un proyecto para regular la pauta oficial ya que lamentablemente se ha usado como herramienta de disciplinamiento a la prensa. Mi proyecto está en línea con los estándares internacionales de libertad de expresión y de prensa”, aseguró Banfi en redes sociales.
La diputada Carrizo en tanto, también destacó que el proyecto del que es coautora tiene por objetivo regular la pauta “para evitar la discrecionalidad y el clientelismo mediático”.
“Hace tiempo que insisto sobre la necesidad de una Ley que regule la contratación de los servicios de publicidad oficial. Requerimos criterios objetivos de distribución y transparencia en las asignaciones”, apuntó en su cuenta de X.
También en el informe “¿De qué hablamos cuando hablamos de publicidad oficial?” de Pablo Secchi y Rosario Pavese, se advierte acerca de los posibles impactos del manejo discrecional de la publicidad oficial sobre la libertad de expresión destacando que “son realmente relevantes”.
Si bien no existe un derecho intrínseco de los medios a recibir recursos del Estado por publicidad, sí existe el derecho de no ser discriminados por sus contenidos editoriales.
“Es decir, el Estado puede no asignar pauta, pero si decide hacerlo debe evitar distribuir esos recursos en forma discriminatoria”.
La época electoral del oficialismo ha pasado de activarse cada dos años a volverse rutina
La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, dependiente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, establece que, en ese caso, se trataría de una clara violación del derecho a la libre expresión a partir de discriminación por “punto de vista”.
La ausencia de un marco normativo que transparente la utilización de estos recursos permite una amplia discrecionalidad en la distribución y asignación de la pauta publicitaria.
La pauta puede actuar entonces como un mecanismo de control de los medios de comunicación, una forma de censura, o directamente como mecanismo para la creación de medios adeptos al gobierno de turno.
Como consecuencia de esta discrecionalidad, los oficialismos tienen una herramienta disponible para hacer proselitismo generando una inequidad en la competencia electoral, y presionar a los medios para influir sobre su línea editorial.
En diciembre de 2023 y a poco de asumir sus cargos, los concejales de la Libertad Avanza, Belén Veronelli (periodista) y Juan Manuel Cornaglia, criticaron el gasto municipal en materia de publicidad, considerando que 80 millones de pesos eran exagerados. Sin embargo, el pedido –lógicamente- no tuvo apoyo y menos todavía repercusión mediática.
El que sí hizo un recorte de la pauta publicitaria fue el gobierno nacional y según los datos no oficiales recogidos por SEMANARIO podría incidir en los medios de Junín en aproximadamente unos 40.000 dólares que también se repartían los tres medios “tradicionales”, una cifra menor a la que invierte el municipio local.
La gestión Petrecca ha sido muy rigurosa a cambio de la pauta publicitaria, a punto tal de exigir en muchos casos ver las notas antes de ser publicadas
Al cumplirse ocho años y 400 ediciones de SEMANARIO, publicamos un artículo aparecido recientemente en The New Yorker bajo el título “¿Is the Media Prepared for an Extinction-Level Event?” (¿Están los medios preparados para un nivel de extinción?), escrito por Clara Malone, quien realiza un sesudo análisis de lo que viene aconteciendo en Estados Unidos con el periodismo y la clara posibilidad de que el consumo de noticias se desangre.
Nuestra ciudad atraviesa una situación realmente preocupante respecto a la posibilidad de que los “medios tradicionales” sigan cooptados por la pauta oficial que en verdad se transformó en un verdadero “huevo de serpiente” que después de la eclosión los envenena. Desde hace tiempo asistimos a una sangría laboral como resultado de esa dependencia. Ahora el conflicto en la empresa que lleva adelante el Canal América golpea de lleno a los trabajadores de Canal 10, mientras los diarios vienen en picada. El eclesiástico rifó casi todas sus propiedades (incluida la impresora offset vendida como chatarra) y se reduce al mínimo, para tratar de buscar una sustentabilidad que no encuentra hace años. El otro pierde profesionales ya que recientemente renunció -después de varios años- su jefe de redacción y los reemplazos de complican debido a la carencia de personal capacitado.
El círculo vicioso generado por el petrequismo y su zanahoria acrecentó el riesgo de obtener información de calidad y mantener informada a la sociedad de forma confiable.
Que el último apague la luz. ¿La comunidad ya la apagó?