miércoles 30 de octubre de 2024

CULTURA | 26 jul 2024

FUNDADA POR JACOBO TIMERMAN

“Primera Plana”, jerarquía de periodismo en tiempos difíciles

Fue la publicación más influyente de la política argentina en los años '60. Fundada por Jacobo Timerman, el semanario se jactaba por su capacidad de impulsar, promover y remover a ministros y presidentes. Por su redacción pasaron algunos de los periodistas más famosos de la época, como Osvaldo Soriano, Tomás Eloy Martínez, Mariano Grondona y Roberto García, entre muchos otros.


Por: Ismael A. Canaparo

El 13 de noviembre de 1962, apareció en la ciudad de Buenos Aires, “Primera Plana. La Revista de Actualidad mejor informada”, dirigida por Jacobo Timerman. A lo largo de su historia fue dirigida por Victorio Dalle Nogare, Ramiro de Casasbellas, Alberto Gabrielli, Manuel Urriza y Carlos Villar Araujo.

El equipo de redacción contó con importantes periodistas, tales como Tomás Eloy Martínez, Luis Ernesto González O’Donnell, Osiris Troiani, Ernesto Schoo, Jorge Sabato. Su lista de colaboradores fue notable, tanto por los nombres que la componían como por su diversidad política e ideológica: Hugo Gambini, Silvia Rudni, Miguel Briante, Enrique Raab, Edgardo Cozarinsky, Osvaldo Soriano, Raúl Urtizberea, Carlos Burone, Tomás (Thomas) Moro Simpson, Carlos Juvenal, Pablo Gerchunoff, Antonio Caparrós, Mariano Grondona, Florencio Escardó y Enrique Pichón Riviére, entre muchos otros.

A lo largo de los años, sufrió censuras, cierres, y también clausuras. Las más graves fueron en 1969, bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía, cuando la revista se publicó bajo otros nombres: Ojo y Periscopio. En septiembre de 1972, Primera Plana fue clausurada por orden del gobierno de Lanusse; a la semana siguiente, su Nº 503 circuló en la clandestinidad. Reapareció el 16 agosto de 1973, con otro diseño, pero se trató de su último número.

“Primera Plana” fue un espacio de modernización periodística indiscutida y un verdadero laboratorio social. Fue un fenómeno cultural masivo, que ya desde los primeros meses de existencia alcanzó un promedio de circulación de 25.000 ejemplares semanales y en la cúspide de su popularidad una circulación de 100.000 ejemplares. La revista ofreció a sus lectores análisis locales con líneas políticas y económicas bien fundamentadas por periodistas, científicos, historiadores, intelectuales y artistas provenientes de diversos ámbitos del mundo cultural; exhibió nuevas costumbres, incidió en la visibilidad de talentos de la literatura, la música y el espectáculo y hasta influyó sobre la moda y el habla.

Sus portadas con fotografías personales y protagónicas tenían como modelos a aquellas de las revistas Time y Le Monde. El humor gráfico estuvo presente con ilustraciones y caricaturas de Flax (Lino Palacios), Landrú (Juan Carlos Colombres), Copi (Raúl Natalio Roque Damonte), Kalondi (Héctor Compaired), Miguel Brascó; en Primera Plana comenzó la irreverencia de Quino (Joaquín Salvador Lavado) a través de Mafalda, hasta 1965, cuando pasó al diario El Mundo.

“Primera Plana” llamó la atención de investigadores que estudiaron tanto los diferentes aspectos de la revista, como la trayectoria de su creador, Jacobo Timerman. Sobresalían los trabajos de Renata Rocco-Cuzzi y Maite Alvarado, Carlos Ulanovsky, Daniel Mazzei, Susana Carnevale, Graciela Mochkofsky, Isabella Cosse, Luz Rodríguez Carranza, Mariano Mestman y Cora Gamarnik. Muchos de sus aportes pueden ser consultados en la sección de “Estudios Críticos” de la página de Ahira.

 

EL GORDO SORIANO “EXPULSADO” DE TANDIL

 

El primer Osvaldo Soriano compartió sus días de fútbol, cine y periodismo en Tandil. El autor de "No habrá más penas ni olvido" vivió en la ciudad del interior de Buenos Aires por seis años. Allí intentó convertirse en futbolista, fundó un club de cine y debió marcharse tras criticar a la curia local en su debut periodístico para la revista “Primera Plana”. Historias, recuerdos y personajes de una época esencial para su universo literario

La primera nota que Osvaldo Soriano publicó en la revista “Primera Plana” originó su expulsión de Tandil. Fue una provocación, una partida buscada, el argumento necesario para abandonar la ciudad. La nota se publicó el 15 de abril de 1969.

Quince días durmiendo frente al despacho de la directora general de la Agencia Tributaria: “De aquí salimos con una victoria o morimos en el pasillo”. Fue la primera vez que apareció su nombre en un medio nacional. Soriano tenía veintiséis años. Desde hacía seis que vivía en Tandil.

La revista necesitaba a alguien que cubriera las procesiones de Semana Santa. Y mientras un periodista de la redacción viajó a San Juan para relatar el culto a la Difunta Correa, y otro a La Rioja, para explicar la veneración a la roca conocida como "El Señor de la Peña", necesitaban un texto sobre el Vía Crucis en Tandil.

Osiris Troiani, secretario de redacción, lo recordaba porque le había dejado sus datos tras la jornada de debate en la Biblioteca Bernardino Rivadavia, cuando había visitado Tandil. Recordaba también su interés por trabajar en la revista. "Desde hace tiempo hago el ejercicio de tomar las notas de La Nación y reescribirlas al estilo de “Primera Plana", le había dicho. Era la oportunidad ideal. Lo llamaron.

Su artículo enojó a la curia local. Soriano exponía al padre Luis J. Actis, de 65 años, con 40 años de sacerdocio, como el paradigma del aplastamiento cultural y religioso de la ciudad, y al Calvario del Viernes Santo, como su propia creación, su propio espectáculo, que se tomaba tres meses para organizar, junto a una comisión ad-hoc.

Criticaba el "quiosco de santería del Calvario", la venta de cruces de madera y velas, y destacaba la rebelión interna de los curas jóvenes al Vía Crucis.

"Una semana antes del acontecimiento, el padre Eduardo Pérez Guridi, 34, deploró desde el altar de la Capilla del Sagrado Corazón el engendro de Actis y sus acólitos. No faltó quien lo tildara de comunista. Poco después, el Domingo de Pascua, los padres Eloy Villaverde, 28, y Vicente Lahoz, 33, convulsionaban el ambiente con una misa ambientada en su templo de Santa Ana".

En su texto de la procesión, Soriano soltaba esas ironías letales con las que avivaba las carcajadas entre los jóvenes de la confitería Rex.  "Un parlante instaba a devolver las velas que Actis ordenó distribuir; competía con la banda militar, que asesinó la Marcha Fúnebre de Chopin".

El artículo marcó la partida de Soriano de Tandil. Había llegado seis años atrás, en 1963. Y se había integrado al grupo de jóvenes bohemios y transgresores que se habían iniciado con lecturas de Verne y a Salgari en la Biblioteca Rivadavia y estaban atentos a los clásicos del marxismo y del existencialismo.

Eran jóvenes vitales, con prácticas culturales propias, que no querían quedar subsumidos bajo el catolicismo integrista que irradiaba el padre Actis desde el púlpito de la Parroquia del Santísimo Sacramento o el elitismo jerárquico con el que se ordenaba la sociedad local. Querían su propio universo, laico, abierto, transgresor.

 

Fuentes: Archivo Histórico de Revistas Argentinas (AHIRA) y Marcelo Larraquy.

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