

Por: Ismael A. Canaparo
José Esteban Antonio Andrés Echeverría Espinosa (Buenos Aires, 2 de setiembre de 1805 – Montevideo, 19 de enero de 1851), fue un escritor y poeta argentino, que introdujo el romanticismo en el país. Perteneciente a la denominadas Generación del 37, es autor de obras como “Dogma socialista”, “La cautiva” y “El matadero”, entre otras.
“Suele pasar que lo que en un momento dado una comunidad o hasta el mismísimo escritor, supone como literatura algún tiempo más tarde no lo es. Y viceversa. Sobran los ejemplos, a lo largo de la historia. Algo de eso es lo que ocurre con Esteban Echeverría.
El esfuerzo de su vida está puesto en convertirse en el primer poeta nacional. Supone que la Argentina necesita de un poeta para ser. Para ello, se empeña en escribir una buena cantidad de versos románticos. Y hasta “La cautiva”. Sin embargo, lo que va a quedar de él, casi dos siglos más tarde, será el rescate que haga su amigo Juan María Gutiérrez, veintipico de años después de su muerte, de unos apuntes sin terminar de corregir que escribió allá por 1839 o 1840: “El matadero”. El fresco inolvidable de una época. Una crónica. El primer relato argentino. Un gran cuento”. (Federico Jeanmaire).
La profesora Sylvia Nogueira escribió sobre Echeverría en la obra “Historia de la literatura argentina” (tomo 1, páginas 101 y 102), editada por el diario Página/12, en un tramo que denominó “La poética romántica como modo de vida”:
“Nacido en 1805, en una familia de la burguesía comerciante porteña, Esteban Echeverría se formó durante el gobierno de Rivadavia y, en 1925, realizó su viaje intelectual a Europa -a París y Londres-, lo que, en lo que resta del siglo, se tornaría costumbre entre los jóvenes argentinos de familias acomodadas.
En 1830 regresa al país, forzado por razones económicas, cuando en París el Romanticismo, tutelado por Víctor Hugo, llegaba a su culminación y entraba en su etapa final. Tras su retorno, “La Gaceta Mercantil” publica dos de sus primeros poemas: “El regreso” y “Celebridad de Mayo”, que integrarán más tarde su obra “Los Consuelos” (1834). En 1832 se conoce “Elvira o la novia del Plata”, texto lírico que inicia el Romanticismo en el Río de la Plata. La novedad de sus textos no pasa desapercibida y pronto es convocado por Alberdi y Gutiérrez, en un grupo en que alcanza indiscutible liderazgo y que se conocerá como la “Asociación de Mayo”. Esta intentó recuperar los ideales de la Revolución de 1810 que, en tiempos de Rivadavia y Rosas, habían quedado truncos.
El Romanticismo piensa el cosmos como un todo orgánico, lo que explica la integridad de la propuesta estético-política de Echeverría, que unifica acción vital, praxis política y discurso poético. Entre su obra literaria ficcional y ensayística –“El Tratado de Estética”, sus poesías o “El Matadero”, relato que metaforiza la violencia del rosismo- y ensayos como el “Dogma Socialista”, hay una correspondencia filosófica indisoluble, pues la escritura literaria corrobora el ideario político combativo; es vista como un trabajo integrado a un conjunto amplio de actividades para modificar la realidad. Por eso, su labor intelectual en el “Salón Literario” es germen del activismo político de la Asociación. Cuando en 1839, a partir del recrudecimiento de las persecuciones rosistas, sus compañeros ya han emigrado, Echeverría permanece en el país, confinado en la estancia de “Los Talas”, confirmando con los hechos su declaración de que exilarse “equivale inutilizarse para la acción, es la muerte. Solo tras el fracaso de la rebelión de Lavalle, con la que él se ha solidarizado, decide emigrar a Uruguay, al encuentro de sus amigos porteños”.
El primero de enero de 1839, ya exiliado en Montevideo, Juan Bautista Alberdi publicó el “Credo de Echeverría” en el periódico “El Iniciador”, bajo el título de “Código o declaración de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina”.
Ese mismo año se recrudeció la represión del gobierno de Rosas para con sus opositores políticos, lo cual obligó a casi todos los miembros de la Asociación a emprender el camino del destierro: Gutiérrez y Alberdi se marcharon a Montevideo, y Echeverría a Colonia primero y a Montevideo después, donde moriría años más tarde.
Fuentes: JunínHistoria y Biografías y Vidas.
Una biblioteca de Junín lo recuerda
Desde hace casi un siglo, nuestra ciudad tiene una biblioteca con el nombre del ilustre y olvidado (no por los juninenses) Esteba Echeverría. Fundada el 4 de abril de 1930, tiene su sede actual en la calle Moisés Lebensohn 501, casi Levalle. Los horarios para la atención de asociados son de 10.30 a 12.30 y 15.30 a 19.
Las charlas iniciales de formación se realizaron en la Escuela Centenario N° 22 (Arias, entre Levalle y Frías). La sede inicial estuvo en un local de Comandante Escribano y Arias. Al poco tiempo se trasladó a Gandini 428, domicilio del señor Stuani, tras lo cual volvió a su primer amor, la Escuela Centenario. Actualmente, este valioso referente intelectual se encuentra en Lebensohn 501.
La primera CD se constituyó con estos vecinos: Presidente, Jorge Dufour; vicepresidente, Francisco Speranza; secretario general, Romeo Ferrara; secretario de actas, Juan Fay; tesorero, Salvador López; pro tesorero, José Cubero; vocales: Francisco Pino, Ernesto Gorosito, Juan Revello, Severino Gómez y Blas Moreno. Bibliotecario, José Lozada.
Si lo dice él…
“Por Echeverría, que se había educado en Francia durante la Restauración, tuve las primeras noticias de Lerminier, de Villemanin, de Víctor Hugo, de Alejandro Dumas, de Lamartine, de Byron y de todo lo que entonces se llama romanticismo en oposición a la vieja escuela clásica. (…). A Echeverría debí la evolución que se operó en mi espíritu con la lectura de Cousin, Villemanin, Chateaubriand, Jouffroy y todos los ecléticos procedentes de Alemania a favor de lo que se llamó espiritualismo”. (Juan Bautista Alberdi).