Por: Redacción Semanario de Junín

Recientemente la firma Di Marco Internacional canceló pocas horas antes de su realización, la presentación del artista Roque Narvaja, quien tenía previsto efectuar un show el día de la Primavera, en el Teatro de la Ranchería

Este tipo de acciones por parte de los organizadores se está volviendo bastante habitual en tiempos en que el distrito de Junín aparece sin brillo y la crisis económica golpea fuerte a todos los bolsillos.

La flia. Dimarco

Sin embargo, también deja un sabor amargo en el público, que en cierta manera queda con la sospecha de haber sido estafado en su buena fe y que el evento no se realizó –en realidad- por la escasa venta de localidades, lo cual pone el “riesgo empresario” a cargo del cliente incauto que termina comprando la entrada y no sabe si ilusionarse con que finalmente podrá asistir a ver a su artista preferido en la fecha prevista.

La legislación en estos casos sólo indica que, en el caso de suspensión, debe ser devuelto el valor de la entrada que fue adquirida en forma adelantada, acción que queda al libre albedrío del organizador en tiempo y forma, que además alienta este tipo de compras realizando un descuento y de paso, advirtiendo si la venta cubrirá los costos.

Por otra parte si el espectáculo es reprogramado, el adquirente quedará a merced del día y horario que dispongan los demás, o sea empresario y artista.

La situación es de por sí inequitativa y poco tiene que ver con la defensa del consumidor, ya que es éste quien queda al desamparo.

En el caso de la firma Di Marco ya ha habido varias ocasiones en las cuales debió suspender presentaciones artísticas y tanto juninenses como gente de la región, sin poder reclamar más que el valor de la entrada, se hacen cargo de la frustración de no disfrutar del show a cambio de un lacónico: “Lamentamos las molestias y agradecemos su comprensión!”.

Es hora que el público también tenga derechos sobre estas situaciones atípicas, para que no sea el que tenga que correr el riesgo que debieran asumir los que deben asumirlo.

Si un espectáculo se cancela por “motivos ajenos a la producción” y después no se lleva a cabo en otra fecha, claramente pudo deberse a que no se vendieron suficientes tickets y esa situación no debe ser motivo, tanto de los organizadores como del artista, para abusar del público que es el que en buen romance: “les da de comer”.