jueves 31 de octubre de 2024

CULTURA | 12 nov 2018

LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

Gruppo: “Por más reglas que se impongan, no se puede detener la creatividad”

SEMANARIO entrevistó a la Licenciada en Letras Silvina Gruppo con el objetivo de ahondar en el debate acerca de las nuevas y resistidas formas que propone la comunicación y con ello las modificaciones del habla en medio del desarme del patriarcado y el reconocimiento del género no binario.


Por: Semanario

“Es mejor debatir una cuestión sin resolverla, que resolver una cuestión sin debatirla”, dijo el ensayista francés Joseph Joubert a principios del siglo XIX, dejando en claro que si hay algo que no debemos aceptar es el recibir las ideas ya digeridas por otros.

Entonces, en estos tiempos de revoluciones cotidianas, producto muchas veces de la guerra de guerrillas intelectual, donde buena parte la aporta el conocimiento de la ciencia, es lógico que los cambios deban abordarse en áreas que algunos consideran inmodificables, como lo es el lenguaje.

De hecho, el reconocimiento del género no binario, esa identidad sexual que deja de proponernos la elección entre sólo dos opciones, remueve estamentos muy arraigados y entre otros, nos propone nuevos paradigmas en la comunicación.

Desde ese lugar de ruptura cultural, del cual SEMANARIO no es ajeno, entrevistamos a Silvina Gruppo, Licenciada en Letras (UBA) y docente del Taller de Escritura y también de Morfología y Sintaxis en la carrera Licenciatura en Artes de la Escritura (UNA).

-¿Cuánta “libertad” tenemos a la hora de utilizar el lenguaje?

-La libertad que tenemos para utilizar el lenguaje es enorme: son infinitas las combinaciones que podemos lograr con un grupo reducido de elementos. Ahora bien, aunque la literatura se atreva a jugar en los límites de lo decible, para conformar un código que sea funcional y comprensible, el lenguaje tiene que implicar cierto acuerdo entre quienes forman parte de la comunidad que va a utilizarlo.

-¿Las palabras tienen un tiempo de vida útil? ¿Desaparecen algunas de ellas?  ¿Cada vez usamos más o menos palabras?

-Hay que pensar que la lengua es un sistema, lo que implica que si uno de los elementos del sistema se modifica, eso modifica a todo el conjunto que tendrá que reorganizarse para seguir funcionando. Por ejemplo, hay palabras que se usan en una generación y no en la siguiente, entonces otras palabras se configuran para portar más o menos los mismos significados. En los ochenta era vergonzante decir “te amo”, pero eso no significaba que las personas no se amaran, tenían otras palabras para declararse amor, se decían “te quiero” y, paradójicamente, se bajaba la solemnidad con el adverbio “mucho”. El “te amo” también fue declaración de amor contundente, pero hoy no es solo para parejas, sino también para amistades o distintos vínculos familiares. Lo escuché sin el pronombre de objeto y en pasado para festejar un libro, una película, un comentario, un postre: “amé”. Hay palabras que caen en desuso junto con su objeto: “discar” muere con los teléfonos de disco y es rápidamente reemplazada por “marcar”. En cambio hay palabras que quedan firmes en el habla aunque su referente haya mutado casi completamente, como en “tirar la cadena”.

-Entonces, ¿se puede hablar de obsolescencia de las palabras?

-En cuanto a la vida útil de las palabras, hay un texto muy lúcido de Alejo Carpentier que se llama “El adjetivo y sus arrugas” en el que se burla de cómo los adjetivos van cayendo en desuso en distintas épocas literarias.

Algunas palabras mueren, sí, pero también aparece la necesidad de nombrar cosas que antes no había o que se prohibía nombrar y en ese punto la lengua es una gran usina que fabrica las palabras nuevas que necesitamos. Surgen neologismos todo el tiempo y algunos se extienden y se instalan y, tarde o temprano, a las academias no les quedará más alternativa que aceptarlos en sus diccionarios. Tal vez, si el lenguaje no binario prospera en el uso, si cambia el paradigma de la flexión de género, sea aceptado y, lo mejor de todo, nos haya permitido un cuestionamiento social que lo excede.

CALIDAD DEL LENGUAJE

-¿Nuestro lenguaje se ha devaluado en el tiempo o se acrecienta? Y frente a eso, ¿se puede hablar de calidad de lenguaje? ¿Cuáles son sus parámetros?

-En el cuento “El matadero” de Esteban Echeverría, el personaje del unitario hablaba con un lenguaje engolado, anacrónico, florido y, más que una marca de la gran calidad de su lenguaje, esa forma de hablar lo mostraba en el texto como un personaje inadecuado a su entorno, alguien que no podía entender dónde estaba y cuáles eran las problemáticas. Cuando me preocupa el lenguaje, no es tanto porque sea pobre el inventario de palabras y porque las construcciones no sean eruditas, sino por la imprecisión, la inadecuación al contexto y al registro de habla. Por ejemplo, cuando necesitamos planes de gobierno, los exigimos con sustantivos concretos: “canasta básica”, “salario”, “empleo”, “escuela”, “hospital”. Cambiar lo concreto por lo abstracto, por más metafórico y rimbombante que sea, muestra un lenguaje que por inadecuado e impreciso es pobre, sin contar con que exhibe, además, una trampa política: el pan no se puede cambiar por la alegría.

-¿El lenguaje se impone o resulta de los usos y costumbres de una sociedad?

-Todo lenguaje es arbitrario, social y está vivo: va mutando según los usos que se hagan en distintas épocas y latitudes. Después, muy rezagada, llega la normativa, para decir qué acepta y qué no. Ese conjunto de reglas del bien decir es lo que se le trata de imponer a la comunidad de hablantes, pero por más reglas que se impongan, no se puede detener la creatividad que se moldea en el habla.

Todo cambio de la sociedad tarde o temprano se refleja en las expresiones, en la selección léxica, en la forma de construir nuestros mensajes. Por ejemplo, cada vez que escucho a mi abuela hablar del estado civil de alguien dice que fulano “es” casado. Sin embargo, cuando la que hace esa referencia es mi madre, dice que fulano “está” casado. Ninguna de las dos reflexiona previamente si está hablando de una identidad permanente o de un estado cancelable, pero en la diferente elección del verbo se exhibe y se resume un cambio de paradigma, de idiosincrasia.

El lenguaje, entonces, muestra mucho de lo que nos pasa como sociedad. El patriarcado es un sistema opresivo, el binarismo de género impone unas identidades y silencia otras. ¿Qué pasaría, entonces, si nos valiéramos del lenguaje como trampolín para hacernos preguntas sobre lo que somos o, mejor, sobre lo que queremos ser?

-¿Cuál sería el ejemplo?

-Si había cien mujeres y un hombre en un auditorio, bastaba con referirse a todos y así, de un plumazo, la presencia femenina quedaba invisibilizada. Con intenciones políticas que también fueron resistidas, se empezaron a hacer discursos para todos y todas, muy bien, pero es necesario pensar qué pasa con las personas que no quieren ser nombradas por uno de los términos binarios de género. De esta manera, entablar diálogos entre todes, todas, todos es una forma de visibilizar identidades que estaban negadas incluso por el lenguaje.

-¿Alcanza con eso?

-No. No alcanza con empezar a hablar con la “e” o la “x” como marcas de género no binario solo para adquirir la tranquilidad que da la corrección política. Lo más interesante es la incomodidad que esto nos genera. Bienvenidos los furcios, las dudas, las inquietudes. Bienvenido el debate. A ver si al reflexionar sobre el lenguaje somos capaces de cuestionarnos en qué medida el patriarcado y la heteronorma condicionan, someten y prefiguran nuestras vidas.

-¿Qué marco le darías a lo que se denomina “lenguaje inclusivo”?

-El feminismo, los colectivos y activistas trans e intersex y los estudios de género brindan un gran marco para abordar este debate que vale tenerlo en terrenos de cruce de distintas disciplinas. La rama gramatical de la morfología flexiva nos queda corta si no teñimos la discusión con su gran impronta política. De todos modos, al margen de los posibles marcos teóricos, la mejor escuela sobre este tema nos la están brindando en las calles las generaciones de jóvenes que ya no van a permitir ser silenciadas.   

Variedad de géneros

 

 

Antes de definir lo que es un género no binario, primero se debe conocer lo que son los géneros binarios. Cuando se habla de género binario se hace referencia al hombre y a la mujer. Por lo tanto, los no binarios son aquellos cuyas identidades de género no encajan entre la variedad de géneros binarios (masculino y femenino). Las personas que se encuentran dentro de la categoría de género no binario, no logran identificarse con los géneros masculino y femenino, pudiendo reconocerse dentro de la extensa variedad de género, con el que satisfaga su personalidad.  Existen una gran diversidad de géneros no binarios.

 

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